Company of Wolves

Company of Wolves
Bark at the Moon

martes, 31 de diciembre de 2013

Mandala.

Tengo un mandala encima de mi mesa,
un mandala que corta con sus perfectas aristas,
un mandala que ha violado las últimas leyes geométricas,
la vida iba a ser un círculo y no, y no
este poliedro neonato de sangres resabiadas.

Poco puedo esperar cuando he decidido hacer mi sola voluntad,
Rabelais no me avisó de que en Thelema también yacía el horror,
tengo un mandala que representa este universo de mordiscos repartidos,
inculto, egoísta, engreído hijo de puta, todo ello en mí y en todos
vosotros.

Necesitaremos Normas este año que comienza, pero veo
El Camino de Lao-Tsé empedrado en libros del Opus Dei,
gobernantes que nos digan que todo saldrá bien y que nada sin el pueblo,
en Cataluña se acabará la ira y nosotros dejaremos de odiar,
en las estaciones de Metro dejarán de dormir los que no vencieron en la justa,
no miraremos al moro como si fuera hijo de Camus,
sabremos que hay que perdonar setenta veces setenta,
necesitaremos Leyes que nos digan que el peso se doblará,
que somos bueyes de afilado yugo en esta siembra del mentir ajeno.

Querer, querer aunque la carcoma insista,
hay un mandala en mi mesa deforme por mis logros dolosos,
Jesucristo está sangrando pero dice el atestado que los rumanos le han robado los clavos,
los reyes han sabido postrarse al Vellocino de Oro, los burócratas
reparten los documentos como nombres a los pies del fauno,
y vas a decir "basta" un día, cuando creas que nada amontas contra la marea
sediciosa
que arrambla tus rocas negras contra tus cantos rodados.

Hay un mandala en mi mesa y un miedo seco en mis manos.
Hay un orbe de lamentos ahí afuera y sigo, y seguimos, lamiéndonos sólo
nuestro pijo.



domingo, 29 de diciembre de 2013

Awaken.

Despierto.
Y aún cabalgo.
Todavía me odian.
Aún maldigo cuando llevo a mis hijos
a la jodida Misa de Domingo....

Sé que fueron tantas decisiones incorrectas,
sé que pagamos por ellas día a día.
Aún me arrastro al trabajo y triunfo con el mal retribuido.
Los que mandan a la sombra allí me han condenado.
Me cago en todo, pero aún me levanto al grito de Cronos.

Tenía sólo veinticuatro años.
Pensaba que el amor lo podía todo.
Resultó que no lo pudo, y ahora llevo al pairo su estupor.
Los norays se quedaron sin chalupas a las que convencer.
Todos, todos, nos hemos hecho a la mar entre libros
de princesas muertas, de navegaciones
extraviadas.

Despierto.
Y aún navego.
Las gaviotas rajan los velámenes, horrorizadas.
Pero silban las drizas, y mientras Eolo insista
emproaré a tus últimas islas
de la esperanza.

sábado, 28 de diciembre de 2013

La aritmética del amor.

Antes en mis memorias yo no era el tenedor del acero,
antes no tenía explicaciones que ofrecer, antes mis tripas
eran las únicas derramadas
por los suelos,
antes era más el dolor de otros que mi propia codicia.

Qué ha pasado, qué ha pasado,
donde marré la derrota, dónde mis recuerdos límpidos,
dónde mis lesiones eritematosas, dónde el lamerme las heridas,
antes en mis memorias había un sendero cierto por el que deben vagar
los buenos hombres.

Neil Jordan ya me extravió a los diecisiete años,
mejor lobo y nocturno que en compañía de los humanos,
qué fue de aquel que lloraba en Madrid con mirada hacia el sudeste,
cómo he llegado hasta aquí,
cuándo he almacenado en este hogar kisch estos instrumentos de tortura,
cómo poder escuchar a Pink Floyd y no sentirme avergonzado.

La vida no es circular, pero nos devolverá las hostias.
Como a los estultos, ayer sólo el orgullo me sostenía,
como los hijos de puta, hoy me cobro mis triunfos en esa aritmética
más que dudosa
                           del amor.

Conciencia.

Este peso del pasado no se hace más liviano,
el pasado que se enreda en las raíces de todas las cosas,
el pasado reciente y tu sencilla autodestrucción,
negarse a uno mismo para pasar a convertirse en escoria.

Esta jodido gravamen no tiene cláusulas techo y se cotiza al alza,
esta hipoteca sobre tu alma lleva ya tremendas noches de impagados,
la ejecución judicial no te hará deshacerme de sus intereses a muy largo plazo,
estas anclas del pasado son sólo la morada de tus satánicos mejillones.

Todo ha salido mal de un tiempo a esta parte,
intentaste cambiar y resultó que tu enemigo te acechaba,
tu enemigo tiene tu nombre y tu cara y tu jodida avaricia por la felicidad,
casi todas las normas rotas y para qué, para qué,
se ha derramado el dolor por las pocas compuertas que creías aseguradas.

Así que enhorabuena, buen chaval,
que follar y engañar siempre fueron palabras muy humanas,
que te creías poco y has conseguido el milagro de los peces muertos,
shusis terribles a la mesa y tu último seppuku, el de los cobardes,
el del que abre el vientre del desprevenido en nombre de la propia
salvación.

Te sobran capas de honestidad, te dijeron.
Cuando te sobren capas de mierda nada habrá pasado.
Siempre quedará la impostura cibernética, tu postrero dominio,
el ancho rango del mundo nuevo
detrás de cada teclado y de cada ratón.

martes, 24 de diciembre de 2013

Creo.

No creo en Dios.
No sé si creo en Jesucristo,
si se inventaron al enemigo catalán porqué no idear un Jesucristo.
No creo en la bondad de los hombres.
Pero sí creo en que no me merezco a mis hijos.

Creo que soy tan odioso como mágico,
creo que aún mis padres darían su vida por mí,
creo que el Viento Norte agita las persianas de tantas casas vacías,
y sé que hay gentes en las putas calles de las ciudades,
no creo en la fidelidad del amor de tantos veraneantes,
no creo que la plazoleta de Cala Flores se vuelva a poblar de coches en invierno,
no creo que nos hayamos dicho la verdad,
quiero creerlo, pero no lo creo.

Decidle a la Navidad que hay gente muriendo esta noche.
Decidle que recoja el espumillón
porque hay familias hostiándose esta noche,
porque veo contratos administrativos llenos de oprobios,
porque los cónyuges se follaron a sus amantes y llegaron tocando las zambombas,
decidle a Dios que no nazca porque yo sé que lo van a matar,
decidle que no le necesitan los humanos que tienen Facebook.

Sí, yo creo en la Navidad,
sí, yo adoro los Villancicos.
Creo en el líquido orgasmo de las tarjetas de crédito.
Creo en las viandas de animales troceados en las mesas de los ricos.
Creo en el mensaje de Su Majestad y creo que hay quien se lo dicta.
Creo que toca jugar a ser digno de tanto en tanto.
Creo que disimular que nos importamos no nos hará mal,
es sólo una vez al año,
y besarnos y reírnos y cantar en la Misa del Gallo, sí,
es sólo una vez al año,
y de agoreros y falsos poetas y jodidos fedatarios de lo obscuro
ya tuvimos bastante.

Sí, habrá guerras y habrá yonquis,
la muerte será mañana la señora de la casa.
Pero no nos jodas la noche en que disimulemos, sinceros,
ser probos cristianos y echar dos euros al cesto.
Que es Navidad, leche, y Dios ha nacido al solsticio del invierno,
y sé que en Confesión blanquearemos ese podrido sarro
que se nos va amontonado en estos cumpleaños del dolor ajeno
en los pliegues más ocultos de las almas.



domingo, 22 de diciembre de 2013

Por qué.

Cómo ha sido.
Cómo, con qué,
espina,
roza,
cómo te he hecho tanto daño,
dice mi psiquiatra que me sobran capas de honestidad,
puto mentiroso,
marcharse, irse de uno mismo,
no hay norma que nos limite,
matacán de tus propios perros.

Lo siento,
de nada sirve lamentarse,
cómo, quién me habita, qué he hecho,
qué hacemos cuando nadie nos mira,
de dónde hemos sacado esta triple moral,
tres o cientos, olas de lija y diente,
antes era mejor mi propia sangre, ahora herir, doblar, caer
o ser caído,
me han mentido y miento,
me han zaherido y bramo, he sido yo sólo,
nadie a quien culpar.

Mitra.
Obispos negros pueblan nuestras misas.
Miedo, tanto miedo.
La moral resulta que es un trozo de mierda.
Me enseñaron a no hacer llorar.
Llantos, llantos como efigies,
nombres como lágrimas, heridas inciso-contusas, sables como nombres,
no era este el viaje, no era este el camino,
calmas de enero y futuro, mentir,
callar,
hostias a siniestro,
siempre a los otros,
fantasma, egoísta, ladrón, gran hombre,
quién, don Andrés, quien,
efebo de simples leyes y sencillas
y pequeñas
muertes.

Despedidas, tanto odio, tal dolor, asco, me das asco,
Navidades de besos falsos y buzos
de vómito
ahogado.

Por qúe, por qué, por qué.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Antonio y Ángel.

Espero más errores.
Hoy lo he visto claro, cristalino como décadas.
Yo no soy, yo no seré.
Yo soy todo lo que he sido, y me he equivocado.
Quiero ser sin que el pasado prepondere.
Los gilipollas del Zen te han dicho que tu mundo es tuyo.
Hacemos yoga kundalini y nos sentimos libres.
Pobres zánganos de otras guerras, pobres.

Yo no tengo derecho a llamarme otra cosa.
Yo soy Andrés Carrillo de las Heras, y soy un niño pijo.
Yo iba con los hippies comiendo salchichas crudas en busca de la realidad.
Eran tiempos en que aún todos éramos omnívoros.
Yo ni tuve los cojones de presentarme ante mi Tribunal de Oposición con mi melena,
recuerdo que la corté mientras lloraba y mi padre me abrazaba con esos ojos de saber,
y desde entonces ha sabido lo que es el dolor y el sacrificio,
y me he atrevido a leer con Antonio y Ángel cuando soy su limpiabotas,
y no soy nada hoy y recuerdo que me perdí en el Interail en Grecia,
recuerdo cómo de fácil me fue ir a pedir un salvoconducto a la Embajada,
cagando perdí en aquel hostal de juventud todos nuestros documentos,
sé que me acosté con muchas chicas pero no me las follé,
las Maristas me habían enseñado que mi cuerpo era mi templo,
las tocaba una tetilla y escribía a casa desde Nueva Escocia,
gilipollas, estulto, gilipollas.

Por eso esta noche vengo a pedir perdón.
Me he creído algo y todo lo fuimos antes, y el pasado es el santo y seña.
Vamos descendiendo, Antonio, Ángel, esa es la única verdad,
bajando el monte de Sísifo y que le den por culo a la piedra.
Éramos grandes, teníamos miedo, sufríamos por amor, dónde
dónde coño quedó el amor, que nos hicieron estos sofás y estas noches de invierno.
Tengo miedo, quizás nuestra sangre ha terciado en la puja,
quizás ya no somos esos tristes vándalos que querían pertenecer a la mar,
puede que digamos hermosas palabras en público y alguien se crea que aún valemos algo,
fuimos y sólo seremos si nos aceptamos, lesos, trémulos, superados,
sé que en mí hubo alguien grande que soñaba con matarse y creía que haría el bien,
sé que luego esas mujeres me dijeron que una felación completa era de su agrado,
todos mentimos, todos seguimos, todos en pos de la máxima distinción,
el gran poeta, el gran iconoclasta salvando los muebles, el río que nos lleva,
volvamos atrás, miremos de veras, abramos las ventanas,
aire de otoño nos quite veinte años, el cadáver del verano sea loado,
éramos, y por eso somos, y a nadie que nos escuche engañaremos,
hubo una época de la mala hierba, y sólo de ella vendrán
sin más condición que el perdonarnos
los frutales demoniacos que aún hoy den lujo a nuestros
últimos
jardines.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Llorar.

No estaba preparado para vosotros porque ni el vino anula la verdad,/
a fin de cuentas sé que a más de algunos les amonto un carajo,/
al fin y a la postre eso ni siquiera quiere decir que no seamos amigos/
(estas pistas saduceas de aterrizajes de la amistad, tan llenas de pedruscos),/
yo estaba de pie ante el micrófono, yo me sentía arrodillado ante vuestra presencia,/
yo releyendo a la rastrera resistencia del antes, del odio, del mal que es todo nuestro,/
la guitarra blandiendo sus lamentos y yo contando las miradas,/
tenía miedo, tenía frío, los jueces del arte son de fallos implacables,/
pero nada de eso acabó importando,/
sabed que somos mierda y en mierda nos convertiremos./


Ser y querer ser no son la misma cosa,/
somos semidioses lesos cual Lobezno perdió su inmortalidad,/
yo me habito por mis monstruos y todos hemos cerramos nuestras puertas,/
y, vale, sé que no escribo mejor que nadie, pero esa noche logré lo fácil e imposible,/
diréis que fue otra feria de la alharaca y de contarnos entre los nuestros,/
pero/
dos adolescentes de mi sangre quejosos vinieron a escuchar fricadas,/
y hubo un momento en que vi llorar a Isi,/
no me lo quiso decir, pero sé que se dio cuenta,/
que comprendió que su padre le quiere como adora al Levante ennegrecido,/
Lucía corría en rachas de mangas mojadas por el golpe de un poema trino,/
las Tres Marías de la ola de Septiembre fueron menos que mis torpes versos,/
y resultó que el verbo "amar" se alzó en tremendas declinaciones,/
y de qué sirve ser un hombre si no recoges ciertas siembras,/
ved a vuestros hijos llorar y curtid la piel muerta de vuestro escudo,/
ver a vuestros hijos llorar será el motivo de los años que queden por doler,/
un solo poema, la cursi vehemencia del querer, pero la lágrima,/
la pátina del negro pincel que ilumine nuestros lienzos del horror,/
mi vida corriendo en otras venas, mis pies abiertos en canal que han andado tanto/
por algo,/
la evidencia de la muerte que cede al volumen brutal del sollozo feliz/
y del abrazo vero.//

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Tic tac.

Hoy me he olvidado hasta del contemplar,
hoy he fluido a la prisa y al dictado del reloj, mucho he visto
y nada he saboreado,
hoy, como tantos otros días, me he olvidado de que la cuenta sigue hacia atrás,
de que me sirve todo este esfuerzo, de qué.

Los cartones de leche y los zumos para mis hijos,
mi nueva tarjeta del Sabadell-CAM,
la gorra pija que he cambiado por otra para la testa de Lucía,
la minuta de los delitos y las sentencias escanciadas,
la educación religiosa de los cojones y las clases de paddle de los hijos del heavy,
la siesta pautada y seis poemas que pude leer antes del aviso de la alarma,
por qué, qué hemos hecho de nuestras vidas europeas, nos ha caído la noche
sin admirar los colores del cielo, nos ha amanecido maldiciendo la obscuridad
y las legañas, se ha obrado el milagro del tiempo y de los dones
pero nos hemos follado
al predicador.



No me asombro, no observo, sólo miro y corro,
las siete de la mañana no son horas, diréis, para la belleza,
pero bien pocas son las ocasiones en que no hay lucha cerrada aún al mediodía,
y sí, pasa rápido Cronos con sus bombas racimo de mierda temporalmente correcta,
descojonándose de nos por tirar a la ciénaga del sinsentido
lo que decían que nos traería nada menos
que la felicidad.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Inimputables..

Hay en esta ciudad rincones donde potan los alcohólicos,
hay mozas de hendida carne eslava que duermen su pobre precio a la noche,
hay desgracias que no son de nuestro interés, hay camas en el Jesús Abandonado,
hay rumanos viviendo en campamentos de los que seguro no debemos fiarnos,
los libros de Sartre siguen poblando las mesillas de noche,
cada familia es una cédula anarquista y a buen seguro vendrán las bombas vecinales,
hay barrios de buena estirpe donde son un incordio tantos moros.

Yo mismo guardo mi libreta de ahorros de las zarpas de la honestidad,
me tomo los vinos con tantos que me creen un gilipollas,
deambulamos al libre albedrío mientras nuestros niños
les roban los chicles a esos esclavos chinos,
hay quién dice que esto no puede cambiar porque mandan los de siempre,
hay escuelas de buenos y de malos, hay hospitales para que agonicen los enfermos,
nos jode el que se ha muerto porque nunca pide permiso en nuestra agenda,
en esta ciudad los tanatorios tienen Papas negros y nadie piensa ser el próximo,
somos unos cabrones que simplemente seguimos residiendo en esta tierra.

Hay un gélido aroma en las lustrosas terrazas de las tapas del mediodía,
huele a pobre y a derrota en los pasillos del Juzgado de Guardia,
hemos comprado el boleto de la Cruz Roja y hasta donado unos euros a Cáritas,
recogemos las mierdas de los perros pero vamos dejando un rastro séptico,
nada mejorará porque nada podemos hacer, eso es cierto,
seguir circulando por las avenidas mientras sus carteles
se van llenando de casas de putas y de señores malnacidos,
disimular nuestro enojo, apretarle el culo a la vida, a fin de cuentas
de todo este bodorrio ya se fueron los novios con la pasta
y los cálices de la iglesia están manando agua amarga.

Pues somos inocentes, como nuestros padres lo fueron,
Dios bien sabe que estos políticos tienen la culpa de todo.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Crímenes.

Me habéis traído a mis semejantes a los calabozos,
esta guerra hoy se centra en la procedencia de decretar la prisión,
es cierto, me decís, que han robado a pincho de cuchillo y que han violado a las niñas,
e indicios hay de ello más que sobrados.

Sé cuál es mi misión, y soy buen arcabucero,
nombre tras nombre se vacía la agenda de las miserias y triunfa la legalidad,
pero me pregunto qué sería de mí si siempre hubiese vivido en la Calle Gitanillas,
puede que mis dientes, hoy vacíos de otros vicios, fueran las enormes cuevas de la cocaína,
puede que mi padre hubiere pasado mis primeros juegos en el trullo,
o puede que ahora fuera el máximo regidor local de un digno municipio,
es difícil saberlo cuando todo lo has tenido al golpe de las olas que protegen,
Cabo de Palos, dinero en la cartera, pelos largos para ser observado, faros que guían
al terrible mediodía.

Sí, decenas de historias que contar pasaron ante mis ojos,
este galeno acostumbrado no puede quitarse esos costrones de desesperanza,
los parientes se agolpan a las rejas del aparcamiento maldiciendo mis carnes,
Autos que hacen sonar grilletes y furgonas de seres aterrados,
me dices, sí, que he de aplicar a todo esto un pensamiento holístico,
que existen el circulo negro y blanco, el crimen y el castigo, pero, pero, pero
en estas vidas regaladas estafamos al alma con la caridad de los céntimos sobrantes,
nuestras espaldas merecen muchos más latigazos que estos inmigrantes sin papeles,
es fácil seguir fingiendo que la igualdad es un logro de la sociedad moderna,
y vuelvo a casa de noche con un conocido sabor a mierda en la boca, pues algo
no ha ido bien,
en las altas instancias judiciales se reparte el botín de los políticos en cargos de alto nombre,
y en la trinchera nos separan en buenos y malos, y a fe mía que habrá alambradas,
sierras para las alas del que se atreva a hablar, a salirse de este guión de penitentes,
para ellos, para mí, para todos.


miércoles, 27 de noviembre de 2013

Tres.

No sois ningún error,
la bilogía no se ha conjurado en mi contra,
todos los días esclavo de vuestras idas y venidas,
coche que surca mis horas con taxista de lujo cabreado.

Pero no sois ningún error.
Yo sé que los zarzales tienen mi nombre,
y cómo desearía tentarme en ellos, zaherirme las rodillas y el futuro,
y no poder, no ser posible volver atrás, no ser pasto de mi mente incorrecta,
exigencias que planteáis sin hablar cuando me tapo con las sábanas,
no puedo cesar, no puedo fallar, no puedo ser débil, no puedo ser yo.

Mejor así, hijos míos,
una vida de entrega me coloca al lado de los mejores mamíferos,
os he enseñado a no creer en Dios y a perdonar al contrario,
y haréis lo que os salga de la polla con todo lo que os diga,
caminos divergentes pero alguien que te alumbre al colapso,
no sois una errata de mis genes, sois los dueños de este encefalograma odioso,
sois aquello que amo sin bonificaciones,
sois, y seréis, el último baluarte que defenderé de mis ataques.

Sois tres, y no sois míos, ajenos, vampíricos, cimarrones de ningún señor,
y es siempre, y es todo, y es por vosotros.

martes, 19 de noviembre de 2013

A la mar

Iremos a la mar.
Sí, el sábado iremos a la mar.
Trabajaremos en ordenadores al pasar los cormoranes.
Encenderemos nuestros calefactores y nos reiremos del otoño.
Bucearemos entre oleajes resfriados.

La mar vendrá a nosotros, a la noche.
La luna nueva será su atalaya y los nombres de los muertos su sonajero.
La mar recién nacida, la mar asesina de pescadores, la mar olvido de traidores.
La noche no podrá con la mar, empapadas de salitre sus obscuras prendas.

El domingo al ocaso será hora de marchar.
La mar se reirá de esta estúpida procesión del automóvil.
Sí, sabemos hacer exactamente eso que nos dicen.
La carretera nos indicará el camino del dolor, pero aceleraremos.
El carmesí de la tarde pronta distribuirá la sangre.

La mar un día se cobrará su venganza.
Inundará calendarios y décadas, y le sobrarán mareas.
Un lunes, algún día, queremos ir a la mar.
Pero en los mortuorios sólo tendremos coronas de flores térreas.

Derivas.

La deriva a veces no obedece a los timones,
la derrota en ocasiones se traza, mal nos pese, por lo que impera en lo más hondo,
escogemos el camino equivocado y resulta ser el que siempre anhelamos,
qué coño puedo yo decirte si todo es ruina y caos en esta armada desahuciada.

Barcos como sentinas navegables, mentiras a pares de bocas secas,
lloverá sobre el maldito de Coleridge, pero aún no, aún no,
en estas singladuras prefiero la ira, prefiero el odio,
hay un eco que resuena en los teléfonos y que se expresa en décadas carcomidas,
soy un pescador sin caña en las aguas revueltas de la inconsciencia.

No me arrepiento, no tengo miedo, no me doy pena,
sé de la cáscara macilenta en que envolvemos nuestros deseados frutos,
regir nuestra vida es una falaz conquista, la invasión del país del nadie y de la nada,
sólo quedará el olvido, la regia preeminencia de las escobas, la lustre que tape
de mí mismo
las capas de mierda que me unto para sentirme, efectivamente,
del todo humano.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Por qué.

Quisiera saber dónde radica este problema,
este imperio de sentidos tenebrosos que se ha adueñado de mi infancia,
el porqué me empeño en destruirme, el porqué no soy sino un acróstico de la tristeza,
quisiera saber por qué la melancolía va siempre al pairo de mi nave sin prácticos,
el por qué soy yo, y no soy otro mejor.

Es sábado, y yo debería ser feliz,
tantas almas están pendientes de un solo gesto de mi mano,
es sábado, y cuento a mis amigos por cientos, y el amor es como el Tambre en primavera,
el día es mío, y es día de ausencias que abaratan las tremendas presencias.

Por qué, por qué.
Reír al frío es aún posible, todos podemos caer y levantarnos,
no hay porqué cojones arrendarse,
de dónde he sacado, décadas ha, este sesgo trágico de la existencia.

No lo sé, pero veo a través de duendes muertos en mis ojos.
Yo sé que me engendraron, y sé que una mano fúnebre tocó a mi madre.
Temo no estar solo, temo que asentamos nuestras moradas sobre nuestros abrojos,
tengo miedo, los anuncios de la tele me hacen llorar, ahora la madrugada
llega como una nueva batalla para la piel ya desnuda,
por qué soy sólo yo, dónde está mi otrora otro, por qué este aura turbia,
por qué, por qué, por qué.



jueves, 14 de noviembre de 2013

Tú y yo.

Te dirás que no aprender de los errores es algo tan humano,
pero no tener nada que contar es de una sequedad desoladora,
día tras día, en este callado absolver y condenar,
en estas actividades de altísimo riesgo para el alma,
quisieras reinar sobre otras plazas pero creo que sigues rigiendo en tus viejos tronos
de playas vacías, de plazas desoladas.

El ábaco de los años es de una asquerosa uniformidad,
leyes ascendentes y canas a los postres, y que todo siga igual,
tú solo en las tardes en los que los demás hacen su vida sin saber que existes,
tú mencionándonos y cubriendo de indicios los actos que hemos dejado al paso,
tú cercenando nuestro futuro, tú abriendo nuestras puertas, tú repartiendo las hostias
bajo la protección de los púlpitos de Temis, tú tragando ese dolor
que sale de las alamedas donde los niños ya no juegan, de los meandros de la existencia
controlada, de la siempre malnacida voz de la conciencia.

Tú, aquel del que sentirse orgulloso, trabajador insaciable,
tú, saqueador de DNIs y fechas de nacimiento en tantos hechos probados,
te conozco bien, sé que querías llegar a ser útil, que dejaste la mar por estos eriales,
sé que en verano te hundes en el magma de tu imposibilidad de reaccionar,
tú, esbirro, repentista, agitador de códigos a las faldas de las bebidas acalóricas,
te tengo lástima, sí, porque te conozco bien, sé de tus rémoras y de tu incapacidad de amar.

Sé de tus rumbos, sé que te veías llegando a algún lugar,
reías antes de que tus egregias verjas se llenaran de sangre,
tocará callar porque en ningún Norte te conformas y te has estancado aquí,
junto a mí y deseando la horrenda separación de estos siameses
idénticos, sólo unidos
por un único nombre y un menguante corazón.



domingo, 10 de noviembre de 2013

Independència.

Banderas esteladas se agolpan en los balcones,
somos distintos, somos el mismo, puestos callejeros de independentistas,
pedir excusas por ser murciano, fáciles silogismos,
¿cómo querer si el amor depende de porcentajes de kilómetros de autovía,
cómo ver tu bandera a la cabeza del opresor y el ladrón,
y el fácil "en Murcia también estáis muy puteados", y el clamor del vino,
yo quiero ser uno de los vuestros pero nos separan estas razas
inexistentes.

Algo ha cambiado desde mi último viaje,
el odio se ha echado a las calles del Maresme,
me dices que en Intereconomía hablan pestes de vosotros,
te digo que en Onda Cero insultan vuestra inteligencia,
referéndums de varios nombres y carteras ministeriales,
yo sigo andando y me siento en casa, pero lo cierto es que me paráis
y no os intereso.

¿Dónde hemos marrado el tiro, dónde
empezó la distancia en los ricos y los pobres, dónde
el impuesto de la renta comenzó a hablar en otro idioma, porqué
si todos amamos y tememos y la tierra nos ha de cubrir
hemos de distinguirnos por nuestra insignia, por la desidia del callar,
dónde dejamos de decirnos la verdad?

No lo entiendo.
No quiero ser de vuestro movimiento.
No quiero ser de ningún bando, y quiero que me lo expliques.
No comprendo porqué soy un voto sobrante.
Hay una razón para todo esto, y me la has de alumbrar.
Pero soy del enemigo, en el bastión de la soberanía,
y en mi Magreb las balanzas fiscales lanzan cañonazos
de incomprensión.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Vilassar de Mar.

Hazlo, por favor...
Méntame al Río Turilla, al afluente del Taibilla,
dime de Vilassar de Mar, dime que sigue existiendo,
durmiendo a la montaña de los vinos de Alella,
háblame de Vilasar de Mar, y déjame morir...

Cuando te hieren, tu cuerpo tiene las plaquetas.
Cuando te sajan, tu carne tiene la jodida resiliencia. y es elástica,
y abraza al asesino que es una asesina en sus bordes sangrantes,
háblame de El Calar de la Santa, de su restaurante, dime cómo todo se muere,
cuéntame, hazlo, del nocturno sin luces y del acantilado mientras andas,
violento, cerdo, tú todo lo sabías, tú los juzgaste a todos, tú
contra los mudras certeros de la gnosis y el zen,
has muerto, zombie, predador, nueve (casi) años después,
duele, duele, te faltan los dientes para mezclar las hidras,
Río Turilla y Vilasar de Mar, los cuernos del empalado, os quiero, os sigo queriendo,
ningún escenario va a ser tu sanatorio, loco, puto, depresivo,
desmadrado, enorme, tú mismo.

Quisiera perdonar, pero no me lo merezco.
Una bandera tricolor en lo alto del mástil y cantar en catalán.
La querías, te quería, amabas los toros y respetabas a los castellanos,
vino el morlaco a las 01:00 a.m, sin otro aviso que el coño utilizado,
creías que ibas a morir y Satán te dio en la frente....
Las aguas del Río Turilla se helaron ese enero pasado,
la procesión de tus ojos muertos viernes tras viernes,
el horror tiene una forma y a veces tiene un nombre,
jodido arlequín, mañana de nuevo a Vilassar de Mar, y nadie que te arrope,
finge, calla, hay fantasmas entre El Sabinar y Nerpio, te han podido,
exorcismos y pasados contra la evidencia pétrea de tu mente sostenida
por los fármacos y las sedes del antaño.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Vacío y mañana.

Mañana muchos de los míos no estarán,
mañana tendré razones poderosas para la mentira,
mis tíos y primas siempre me han creído señor de los zarzales,
cómo os convenceré que las miserias que oiréis son sólo mías,
si en este nudismo interior voy a quedar palpable como el congrio de los pecios últimos,
cómo tratar de que mi desastrado sexo oral no invoque sus públicos
fracasos.

Tener miedo puede no ser suficiente,
el vino blanco puede ser el agua de esos esteros que se ahogan en la sal,
el nombre de todas las cosas es a veces guarro pero es siempre verdad,
y tengo miedo de perderos, y temo estar sólo en medio de una sala estéril,
sé bien que no soy un poeta y que hay quien me ha calificado de persona.

Siempre podré usar del velamen del consuelo...
Somos reos sin culpa alguna que quebrantan sus condenas,
somos los buzos guays de estas costas donde los espetones ya ni siquiera nos huyen,
los cumpleaños cibernéticos son un donaire de hipocresía,
quién nos quiere, quién me quiere, dónde nuestras alas negras, pesadas,
dónde los últimos recodos donde esconder nuestra amargura.

Mañana muchos de los míos sí estarán, y no les he de gustar,
quizás es que he confundido los códigos con los barros,
quizás es que sólo escribo mierda porque soy uno de sus ciertos componentes,
quizás en distinciones y exquisiteces hemos dejado la herida abierta
y ya a nadie le importan la palabra, la arteria que mana, la carne expuesta al hielo,
puede que mi único problema sea que agrimenso mi dolor en tahúllas
que acrezco y alimento, en mi avulsión desbocada, en mis cauces destructivos.

Puede que no sea el único que así lo sienta, pero esta soledad me abrasa.
Nadie va a venir a salvarme de mí ni a darme golpes de espalda.
Me pesa tanto el pasado que se me volvió silencio,
me persigue el niño que se perdió y ahora
me es tarde para este satánico juego de escondite de las plazoletas vacías
del arrepentido.

Los versos por delante y la mar despavorida...

lunes, 28 de octubre de 2013

Lou.

Sé bien que lo somos,
prisioneros de nosotros mismos hasta cobrarnos nuestras leyes,
nunca fuimos reos tan dispuestos a la condena que cuando nos callamos,
y de ti sólo hemos hablado cuando era tarde,
tú has reducido lo que eras a fracturas conminutas, a despieces evidentes,
no encuentro el camino a casa, Lou, ahora que tu guitarra me sabe a fúnebre,
los mitos se van y las radas del invierno se quedan, y todo,
todo es muerte en el algar.

Yo aún hablo, amo, acaricio,
la piel se me antoja trófica al saludo de otras dermis que ya no están,
fantasmas luchan por sus nombres contra nuestros seres quelonios,
de antifaces y de escudos hemos poblado las salas de estar, pero os digo,
os lo digo y me duele, es tarde,
los mitos se mueren y nadie los recordará, dadle tiempo a Dios
y Él solito se ocupará de acallar tantas canciones tristes,
de tantas madres a las que arrebatan a sus hijos,
de reducir Berlín a cenizas y los vinilos en la bilis de Belcebú,
nos la han jugado, Lou, tú has ido primero y todos
acabaremos siguiéndote.

Por eso no me toquéis la polla con eso de la eternidad,
aquí a nadie se le recuerda para siempre,
el pellejo será obra desmontada y el sucio bulevar el campo de los zombis,
ahora como histéricos le cantamos al hombre que habló de la magia y de la pérdida,
pero habremos de dejar caer sus banderas, y encontraremos otro petimetre, Lou,
en nuestras barcas siempre habrá polizones, admirados capitanes del desastre,
a fin de cuentas el horror está servido y el camposanto repleto,
y hoy será verdad que tus ladies siempre dan las buena noches, casi por última vez,
cuando tus posters ajados ni sirvan para encolar los váteres hediondos
de nuestros elevados reinos,
de estos tus últimos prostíbulos
donde la heroína sea la señora de la casa y las hienas de la muerte
sigan ladrándote en vano, sólo, sólo
de momento.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Vergüenza.

Dicen que el hombre es bueno por naturaleza.
Yo poco sé de eso, poco sé,
pero sí sé bien que estamos rodeados de cerdos egoístas, de piaras perfumadas,
que cada día se hace de noche para todos pero sólo pensamos en nuestro camastro,
que abundan las legiones del dinero y del poder, y que Dios hace tiempo se rindió,
sé que Dios ya no quiere cuentas con nosotros.

La muerte se ha instalado en las primeras residencias,
los niños agonizan de hambre y damos calderilla para el Domund,
los genocidas campan a sus anchas y tenemos misiones humanitarias,
los perros del hortelano se comen entre sí y contamos los sexos que libamos como éxitos,
sé que Dios hace tiempo que se arrancó las orejas, que se avergüenza
tras una hoja de parra de lo que el infortunio ha creado.

Dicen que el hombre es malo porque así lo hacen los demás.
Yo poco sé de eso, pero hace tiempo que mis perlas son las negras.
Yo veo que los animales asustados sólo enseñan sus defensas,
yo sé que los hombres asustados siempre encuentran la culpa en otro,
dicen que la amistad y el amor son pruebas de nuestra superioridad,
dicen que hemos construido máquinas horribles que no nos hacen falta.

Yo poco sé de nada.
Miro al Mediterráneo y veo una fosa común de inmigrantes,
de pateras naufragadas sin nombre ni ley cierta.
Observo los destellos del faro y me hacen daño en el alma.
Hay gentes optimistas, y me dicen agorero, triste, repetitivo.
Pero yo suelo ver a las mejores gentes en mis calabozos.
Creo que hay un Papa en Roma que se lleva las manos a la cabeza,
y sé que hemos evolucionado a la ablación del gen sobrante
de la vergüenza.



domingo, 20 de octubre de 2013

Hijos míos.

La rabia y la ansiedad son caballos tremendamente negros,
predominan en los coches en que los padres quieren abofetear a sus hijas,
campan cuando los siete días de la semana pertenecen al trabajo,
son siempre la negación de nosotros mismos.

Caer bajo sus recuas es el falsete de tanto inevitable,
pues todo tiene un tiempo y sólo estamos hechos de carne,
no te engañes, imbécil, las pastillas no te sacarán de esta,
de aquí sólo saldrás con las manos esclavas de los vientos.

Le necesitas, Sisebuto, lo necesitas.
Tiempo para ti, aunque sea tiempo de invierno.
Risas para ti, aunque haya que entablillarlas a los huesos rotos.
Que los demás hablen, que sus lenguas te azoten, que maldigan tu espalda.
Nada vale, Lisardo amado, la manta que cobije del frío de tu boca
a tus propios hijos.
Nada lo vale.

viernes, 18 de octubre de 2013

Corrupción.

Id
cerrando las manos, id clavando las uñas,
parid el dolor contra el sueño, contra el emisario de la Muerte,
alguien está desgranando contrataciones públicas y pronto nos veremos en ellas,
nos estamos pudriendo en las algias de la prevaricación, y creo en ello que hay algo
que nos pertenece.

Tomad alcoholes duros para domeñar los párpados,
invitaciones oficiales y propuestas económicas, expedientes
de grandes ingenierias para el estercolero, para la colección
cierta de los últimos mamíferos, de las últimas combinaciones del ADN
de los corruptos, de estas consecuciones de la naturaleza muerta y empedrada,
todo amañado para el mantenido imperio del hormigón de los amigos, sólo
de los amigos.

Llegará la hora de la verdad, mas todo se habrá olvidado.
La justicia pare hijos que antes de hablar ya calzan veinte años.
Esfuerzo en vano, el poemario de las firmas falsas en los atestados acusicas,
sí, íbamos a ser grandes por mérito y capacidad, dijimos, hoy hienas elegantes,
sordas filípicas de tantos que aseveran que sus medallas
las ganaron siempre limpiamente.


martes, 15 de octubre de 2013

Otoños.

Tengo miedo a otro año de otoños y equinoccios,
de distancias calculadas a los reproches de la mar,
tengo miedo de volver al imperio de las camisetas interiores,
me siento pequeño ante el avance del deber cumplido.

Sé que en breve los termómetros hablarán de funerales,
no habrá lugar para el vino y las risas en las plazas,
zánganos obedientes, produciremos, giraremos la rueda,
el invierno nos traerá la muerte ya anunciada de Cristo.

Otra vez en el trueque de lo esencial por lo necesario,
los amigos del verano callarán al otro lado de los teléfonos,
las agendas señorearán nuestras horas, carillones y encefalogramas alocados,
no podremos evitarlo, otra y otra paletada a la tierra removida
de nuestras propias tumbas.

sábado, 12 de octubre de 2013

O de la alegría.

He escrito un poema triste (cómo no),
era hermoso, era cierto, mas lo he borrado,
y es que la noche se me instala en los ventanales pero eso no es malo,
por ellos miraba Bukowsky pajeándose
al sentarse de las faldas de sus vecinas,
he dictado diez sentencias pero ya me he perdonado,
en horas tomaré unos vinos antes de ir al cine,
resulta, pues, que van a existir motivos para la alegría.

Sé que hay niños con cáncer y que me duele el alma,
sé que efluyen ríos de sangre del vomitorio de las plazas,
sí, sé bien que la depresión es un estado que se instala y que la prensa me miente,
pero (qué carajo) mi sombra aún ocupa un espacio en estas calles,
Alberto ha ido a la tienda pero sólo ha robado siete libros,
y hay gentes que saben que para sonreír hay que apretar mucho los dientes.

Otro día daré paso a las oligarquías del dolor.
Bien es sabido que tras las esquinas abundan asechanzas, que Satán
puebla los dormitorios de las cruces y las estampas de la Virgen.
Pero hoy resulta que tengo hijos y tengo techo y tengo polla que erosionar,
y de tantas alcuzas de miseria hoy voy a escoger la del Aceite
de Lorenzo.



Certidumbres frías.

Hoy sí quiero hablar de cómo me siento,
quiero contarle a alguien que hay certidumbres frías que se asientan tal el otoño,
que quisiera dejarlo de hacer, callarme por fin quién se ha comido las uvas,
que no importe que unos labren y otros sieguen, y que nada nos iguale
a los hombres y mujeres que van ladrando madrigales por las calles,
lobos escocidos a la mutación de sus dientes en palabras.

La escoria tiene un paso lento y firme,
la soledad rezuma por los ventanales a pesar de las pajas de Bukowsky
(ni las vecinas de trajes ceñidos podrán consolarnos, maestro),
el silencio se amontona en los bares a los gritos de las damas borrachas,
el dolor se instala en las camas de los hospitales de donde huyen las visitas,
te tienden la mano pero es corto el café, y las caras tienen forma de espaldas
y las espaldas ámbitos de traición.

Nada de esto que yo digo es nuevo...
Soy un gilipollas que no sabe trabajar para vivir, que no sabe siquiera escribir
para gozar, y no estoy solo, y eso no me hace sentir mejor:
los periódicos cada día nos inundan de mentiras, los prebostes se lustran los zapatos
con el sudor de sus iguales, sólo la sangre es de verdad, sólo la sangre,
y de esa hay riadas, efluentes de las puertas de tantas y tantas casas
de bien.

Diréis que estoy instalado en el inmundo pesimismo,
pero vos no habitáis el mundo de los platillos de las balanzas,
sé que existe el amor, y que el sol está ahí arriba y debería ser suficiente,
pero las tardes se me hacen iguales y hay acantilados a los pies distraídos,
caídas con nombres y apellidos y tartas de cumpleaños de las que no salir ilesos.


domingo, 6 de octubre de 2013

Santa Muerte.

Cada día hay que elegir,
a paso lento o a saltar, volar la rayuela directos al ocho o esta seguridad
cobarde, el seguir, continuar
ese camino del bosque donde no se aparean los cerdos,
cada día hay una opción y rara vez osamos.

La inútil permanencia es nuestra mejor aliada...
Tenemos leyes, tenemos ética, tenemos viales de insatisfacción,
todos queremos más pero nadie deja lo que tiene, camas
como refugios, leñas frente al invierno, zapatos de alta suela
y esas largas púas del tiempo agazapadas en la ruta.

Un día de estos voy a irme lejos, decís,
un día de estos voy a ser quien soy, sí,
un día de estos me voy a follar a mi vecina, sí,
cualquier día machacaré el despertador, cualquier día
saldré al campo o a la mar y gritaré, pues me prometieron la caza
y soy yo la presa, voy a romper el báculo con el que me arrastro,
voy a decir no y no y no y no.

Mientras tanto el dolor desparramado, agendas, calendarios,
sonrisas llenas del sarro de los débiles,
rutinas conocidas, dioses que den seguridad,
mientras tanto los ábacos y los sonidos ciertos
de nuestro letargo, tan hermano de la Santa Muerte.

Yo mismo consuelo mis días con estas palabras tales farsas,
dejando para nunca lo que jamás haré mañana,
en este agrio engaño de las televisiones del domingo,
en otra semana de fastos, nuestra marcha obediente,
el vuelo rasante, la pedrería sucia, la revolución, sí, sólo la justa,
la gran falacia en todos, pusilánimes, silentes,
estériles esclavos de estas nuestras almas
encalladas.

miércoles, 2 de octubre de 2013

La tarde y la muerte.

La tarde se resiste en mi despacho,
la tarde ancla sus garras azules y advierte que no siempre estará ahí,
los meretrices de los relojes se olvidan de que han de dejar de dar las horas,
algún día, algún día,
todo sigue igual y hemos recogido las migajas de las hormigas ciegas.

Mientras escribo mueren las personas rabiando,
curas grises dan la extremaunción antes de que el fuego se haga pasto, acobardados
los miembros y llorosos por poco tiempo los deudos,
mientras escribo los asesinos aman, los amantes asesinan y los políticos se creen dios.

La tarde cae, la noche sigue, resuelvo recursos de reforma y nada ha cambiado,
Escipión se folló a los cartagineses y todos pisamos encima,
los panteones funerarios cederán a la hierba que siempre crece sola,
si hay que obviar todo esto prefiero olvidarme del olvido,
si hay que cerrar los ojos Temis habrá de arrancármelos,
esa ciega fulana que sabe que en nuestra balanza sólo pesamos lo que odiamos.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Cansancio.

No son los años, no lo son, pero algo me pesa,
hay un cansancio que me cala las oquedades del alma,
hay un irremediable vagar de pasillos oficiales, hay unos botines desgastados
dando patadas en el culo de mi propia sombra...
me cuesta levantarme, habitante de las adelfas, víbora entre iguales.

La noche se desploma y hemos de sonreír, nadie
nos avisó de que esos mantenidos esfuerzos carecían de conservantes,
como jabatos empecinados hemos raído las costras de tantos árboles
y ahora el enemigo sigue nuestras huellas,
cañones recortados contra las sanguinolentas pezuñas.

Sí, me agota esta pelea que siempre pienso que no es la mía,
me ronda el hígado no sé qué licor corrosivo de despertadores y altas instancias,
y quisiera rendirme, darme a los pasos litorales, al solfeo de, por fin, mis propios
                                                         anómalos
                                                                        tiempos,
reconocerme en lo hundido, remedados los conceptos que creía mi roca firme,
ser por fin el promotor de estos mis edificios temblorosos,
caer, tumbarme, llamar en auxilio al viento frío y a la luz de los coños de los faros, decirme
que he perdido, admitir que tras los golpes crecieron hematomas, parar
o reventar.

jueves, 26 de septiembre de 2013

La teoría de la iluminación.

Yo no estoy nunca solo.
Yo tengo la música, bramando, varada, a proa y a popa.
Yo tengo a tanta gente a la que no merezco.
Yo hasta sé que todo esto es mentira, y que mis esfuerzos son vanos.

No decantar tanta evidencia es materia de cobardes.
Mejor quejarse, jodido Andrés, hasta de los gallumbos que te tapan el pijo.
Mejor que lo demás sea lo culpable, que mis dedos puedan señalar los oprobios,
que mi amor siga luchando por un mí mismo que se le niega.

Un tonto del nabo, eso es lo que eres.
Tú has cultivado pasas nocturnas pero has recogido uvas albares.
Te quejas porque tienes vida y vas a dejar de tenerla.
Qué será de ti cuando te invadan las últimas verdades.

Dios no existe, Andrés, no lo hace,
pero si existiera tú serías su Longino con tus clavazones de odio.
Darte vergüenza es sólo una escapatoria.
Ríe, coño, levanta de la mesa, cágate en todo, respira este ocaso del gran imbécil
que tan a hierro y año te has creado.


miércoles, 18 de septiembre de 2013

La Obra de Dios.

No soy tan poderoso como Dios.
Sé que sus claras palabras harán de mis hijos los suyos.
Poco puede el humano frente a la promesa de la eternidad,
la nomónica definición del pecado y del mal, el riego
determinado de las vetas más débiles del alma...
la Obra de Dios de nuevo comienza, horadando mis tres bases,
como cada septiembre.

Será por ello que os temo y a ratos os maldigo,
sesiones de estudio y clases de baile que preceden al oratorio,
equipos de fútbol masculino y siempre las niñas con las niñas,
esos pisos escondidos donde no se celebra a este padre vestido de negro,
esas jornadas de familia donde sólo caben los iguales.

Sé que algún día tocará perder, pero pienso morder todos vuestros cebos,
os he errado tantas veces que el incienso me huele siempre a miedo,
mientras tanto, deconstruyo cielos e infiernos y afirmo a mis hijos que sólo nos espera el no ser,
y temo que no me escuchen, pues el firme que ofrezco es un clavo afilado, un leño
sin acolchar y que nos da la hostia a la testa, la única hostia que yo mismo he conocido,
siempre el mármol y las cruces blancas contra la fauna cadavérica,
semejantes desventajas en esta partida de amarracos amañados.

Cuánto te temo, Obra de Dios, lagar de milagros y cilicios,
cómo convenceré a quien amo de que mi amor ha de morir.


viernes, 13 de septiembre de 2013

Pelopaja.

Entre tú y yo, me quedo contigo.
Tú, que das patadas a tus libros y cierras la obscura manga de las palabras.
Tú, que miras al atardecer y maldices a tu creador.
Tú, que manas excedentes de temor de niño y de lesiones de adulto.
Tú, que te emborrachas a la noche porque nada de esto tuvo nunca sentido.
Sí, entre tú y yo me quedo contigo.

Yo soy un náufrago que se agarró al último botarate,
yo soy un elenco de razones para sentirme orgulloso,
yo fui un necio que creyó que lo sabía todo, un lobo de ojos secos detrás del último árbol,
ando por los pasillos y saludo a los que me tienen asco, moro por las avenidas
y aún espero una mano en el hombro.

Tú ya sabes que la mano irá siempre a los huevos.
Pedir comprensión es el primer mandamiento de la debilidad.
A ti ya te importa un huevo esta inundación de la mugre, de la mierda
que nunca escampa.
Tú has entendido que este nunca será nuestro lugar.
Tú arrastras tu culo de hermosa áspid por ese mundo de humanos llenos.
Tú mandas postales y sigues cortándole tajos al frío.

Sí, tú ya nada esperas,
acaso que el rey de la informática siga haciendo sonar las músicas.
Sabes que el resto se tornará óxido y andaremos por sus filos
mientras yo voy recogiendo las razones del robín.
Preferirte no es una cuestión de matemática, el valor de sufrir no conoce de logaritmos,
tú caes en la zanja mientras yo tapo mis palmarios agujeros, y la verdad
es el fondo del pozo hondo, donde hemos depositado a tantos muertos,
donde por fin escribiremos los versos de la última razón,
páginas de alacranes que no tendrán piedad ni contigo
ni conmigo.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Llueve en Cabo de Palos.

Llueve en Cabo de Palos,
ha de hacerlo, pienso y, mal que nos pese,
el cielo tiene muchas formas de escupirnos su ansia, pero esta de hoy
es algo más que esa simbiosis entre la mar y las nubes en colores y nombres,
es pura nostalgia, es tristeza con el resabio del tiempo feliz, es cadmio
arrancado de sus últimas rocas.

Llueve en Cabo de Palos...
Las niñas pijas de cuerpos esbeltos y tetas pietras se marcharon, como siempre, a Madrid.
Decidme cómo llorarías si, siendo mar, les hubiérais lamido el coño todo Agosto,
visto su dulce ondear de cabelleras en las cenas de las risas junto al puerto,
contadme cómo sería si, de niños y de adultos, os prometieran su amor y. de pronto,
se alzaran estas plazas desoladas,
estas escaleras resbaladizas a la cala donde moran los fantasmas,
las últimas risas de los últimos polvos en Cala Medina.

Llueve en Cabo de Palos...
Acude el firmamento en socorro del océano acomplejado, sí,
se rebela el líquido elemento contra la evidencia de las persianas bajadas,
baldes de agua sucia se reparten en las puertas de los que aquí moramos, de agua negra,
de agua de últimas palabras y cenefas al tacto de las arañas,
de Septiembres de pubis ya no tan depilados y de cartas que no llegan, de marineros en paro
bajo las redes que siempre dejan hueco para la mentira.

Llueve en Cabo de Palos.
No es culpable la jodida Gota Fría, ni siquiera el Maestral, ni la soledad
de los espectros del borracho cuarentón y de su hijo en los altos saltos de Cala Reona,
llueve también dentro, hay galernas en el alma,
las discotecas vacías lamen el dolor de sus mármoles calados,
las últimas lecciones son siempre las mismas en este tajo pluvial...
llueve, y lo hace por tantos de nosotros, con cada gota una lesión
sin las plaquetas de la excusa y con el acre soniquete
de la tan repetida
traición.


jueves, 5 de septiembre de 2013

Despachos.

Si hemos de abusar de las letras habrá que pasear por sus calles,
orillear sus mares, ventear sus precipicios,
para tener algo que decir habrá que sentir el horror de tantos otros,
todo eso lo sé,y hoy mi pantalla sigue y sigue en blanco,
miro mis manos y las descubro llenas de azadas,
cavo y cavo bajo mis pies quietos sin hallar sino al hijo idiota de Sartre,
las piedras Sísifas me han ido chepando y las anclas salvadoras tornan en raíces esclavistas,
creedme, creedme si insisto, hemos naufragado a pesar de tantas leyes,
y desde los despachos oficiales parten las galernas mas poco horizonte se otea.

Por eso caigo, desciendo, en la ignominia de mis sensaciones,
pues son mis días un contemplar del odio de todos nosotros,
hermanos de familias encontradas, hijos de un Dios que se empeña en callar y callar,
una búsqueda de la mentira que acaba encontrándose,
y en este palacio los poetas son bufones, testificando el dolor de los vírgenes pechos magreados,
dando fe de los hematomas que sazonan todos los tactos,
heridas que poblarán las carnes de los días y de los que osen vivirlos.

Yo quise antaño seguir esta senda, y ahora acontece que termina en el Maelstrom,
Poe ya murió rabiando sus últimos centavos en aquel sucio arrabal advirtiéndonos,
los torbellinos no conducen a ninguna parte y las aguas más puras nos ahogan,
quisiera hoy hablaros de la tarde y del avefría que presencia cómo se acerca su tiempo,
narrar los nombres de las portezuelas y cómo hay manos cercenadas bajo sus aldabas,
pero quien vive para los demás pierde el brillo de sus propios apellidos,
y hoy soy hijo de la Nada, padre del vacío, y nada que contaros tengo, y me temo
que muchos somos putos Reyes Magos sin presentes, que ya sólo regalan el consuelo del insípido olvido,
extraviados todos
sin carbón siquiera que amonte en las capazas del amor y las arcas llenas de tantas,
de tantas
ausencias.

Ana.

Querría creer que tras lo que termina, algo comienza,
que el pensamiento positivo hará de mí una persona sin tanta ponzoña,
querría pensar que aún estoy a tiempo de modificar mi Natura,
y puede ser que el oleaje sea cosa del viento y que el frío sea hermano de la luz.

"Estamos aquí de paso", me decías esta tarde,
todo lo que tenemos es un montón de depósitos miserables,
como un alacrán al borde de las camas, acecha la Madre Muerte,
¿para qué preocuparnos por la tragedia de los seguros, últimos, ocasos?

Sabia es la savia que manan tus heridas, hermana,
te hiciste al espliego en medio de las terribles evidencias,
llegarán tiempos peores y hemos de gozar los que hoy corren
pero este jodido pésame se me resiste, y aún no es tiempo para llevarme coronas.

Mientras me quede aliento diré que estas mieles celestiales no mejoran el estiércol,
y estaréis conmigo en que nos engañamos con la matemática del que siempre resta,
con la indolencia del que ya sabe que maldecir será nuestro último refugio.


jueves, 29 de agosto de 2013

Postvacacional.

No voy a poder.
Hoy lo sé.
Ni haikús ni hostias van a cambiar la verdad.
Ya he dado todo lo que creía tener,
y he dado hasta todo lo que tengo.

Sería mejor dejarse caer en la cama sucia de la auto-complacencia,
hasta los "Rush" necesitaron unos meses de indulgencia propia,
el mar sigue sonando, pero todo ya atrona,
no seré todo lo bueno que vosotros esperábais.

Quiero decir que no me importa, pero me pisotearéis.
Quiero decir que no lo valgo, pero aún me mentiréis.
La soga tiene nudos marineros, y se deshacen con la tierra,
decidme la verdad: escribo mierda y soy mierda.

Levante y marcha.

Hoy la mar nos da sus máximas tempestades,
las olas del Levante nos llevan contra las rocas y nos dicen de su odio,
odio de madre violada, odio del que se va de nuevo, tras días de alianzas,
al camino en el que su trabajo será lo único importante.

Por eso la mar está enojada de espumas y algas arrancadas,
sus hijos no volverán hasta que la mano que todo lo manda disponga un jodido festivo,
empeñaremos nuestras hebras futiles en edificarnos esa fama de triunfadores ilesos,
pero algunas almas van a desmadejarse, y al final sólo nos quedará volver a los acantilados
implorando que retroceda el tiempo a los momentos en que, fatídicos, tantos,
nos equivocamos.

¿De qué valen mis promesas cuando mañana volveré a ser un peón de este juego sediento?
¿Podré reservar tajos de Cronos para los que me aman, podré
evitar la muerte por enfermedad, por enfermedad de ese virus de mí mismo?
Me siento, sí, me siento incapaz, tantos años he advertido que el tiempo lo medían las mareas
y, jodido idiota, he seguido en el cenagal de lo que se espera de mí,
en tantas incómodas autodestrucciones, en las putas normas de esos otros que imperan del orto
al caer, plañideras, de las últimas Lunas.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Mar de fin de agosto.

El mar siempre permanece.
Verano tras verano, nos perdona estos oprobios,
nuestros sistemáticos abandonos, nuestra ausencia insolente,
no torna en ácidas sus aguas al volver caprichoso de las galeras del estío.

Golpe tras golpe agrieta la costa del alma, y sabe que no nos pertenece,
conoce, mudo roer, que corromperá nuestras alacenas y enrobinará nuestras aldabas,
sabe que será el que quede cuando las cenizas obituarias desciendan a su lecho,
seremos alimentos de dobladas y dentones, y sin embargo insiste en callar nuestro destino.

Nunca mejor amigo ni más agrio consejero.
Nunca anhelado hasta que su ausencia va clamando por las calles.
Nunca madre más amada dio sus mortales orgasmos a sus hijos.
Nunca te pusimos nombre, pero sé que te llamas como se llama el viento
y la permanente espera.


martes, 20 de agosto de 2013

Budapest.

Tiene un algo otear Budapest desde el Mirador de Sisí,
la grandeza secular se concentra a orillas de un Danubio ya no tan azul,
el Palacio Real de Buda alberga las glorias de otras épocas magiares,
lo propio y lo robado a otros, las mil cabelleras de los malditos Otomanos
no rodaron en balde, pues fuimos grandes, y a estos turistas de mierda
les vamos a derrotar con la sola mirada a nuestros Bastiones,
el Bastión de los Pescadores que nunca calaron un magre.

Pero (siempre pero) se me antoja que debiera no guiarme por mi plano encandilado de monumentos,
pues al bajar a Pest y pasar los disco-pubs donde las putas de lujo disputan sus cócteles espesos y blancos,
sucede que los zíngaros siguen tratando de sisar carteras, y yo no creo que eso sea por vicio alguno,
ocurre que los arrabales siguen sucios, sus casas despellajadas, los caminos destartalados, pasa que el metropolitano
tiene vagones de vergüenza entre los cuerpos tirados al sueño junto al refugio interno de sus muros,
y algo me dice que la jodida Sisí no tuvo que ver nada de toda esa gran verdad,
y que estos húngaros erigieron en santos a sus reyes mientras su pueblo perdía piezas de su dentadura,
y siento temor de que poco de ello haya cambiado.

Se empeña el autor de mi guía en que me centre en el bulevar Andrássy,
que observe sus majestuosas construcciones y sus tiendas de Louis Vuitton y de Cartier,
y seguimos sus designios hasta el castillo romaní de la Plaza de los Héroes,
andamos como borregos y somos pellejos termales en los Baños Széchenyi,
pero nada ha evitado que de camino de ida y vuelta al aeropuerto hayamos visto Hungría,
y que en las banderas europeas se oculten los mercaderes peleando por los fondos de cohesión,
que en la gran hermana España se escandalicen tantos por la huida de las ayudas europeas,
que en los ojos de los camareros se oculte un cierto odio al que no tiene que hacer el goulash,
y no siento ya demasiado orgullo del dinero empleado en la visita a los museos opulentos,
ni toda la cultura resulta que reside en esos mentirosos cuadros.

Quizás otro viaje sea posible, pero me temo
que no he de tomar aviones para cenar con Jesucristo estos panes ácimos,
algo me dice que al otro lado de este puerto del Sur hay también húngaros que inmigraron al desprecio,
o incluso seres con nombre latino y nación traidora que no aparecen reseñados en nuestras jodidas
oficinas de información
turística.

martes, 13 de agosto de 2013

Me dijeron.

Me dijeron que podría con todo...
Me mintieron.

Debía de ocuparme de cada pleito como si fuera para mí el más importante,
no en vano las vidas que hacen eco entre sus páginas pendían de mis hilos,
debía de motivar siempre mis resoluciones, debía de dar siempre respuesta correcta,
debía de siempre sonreír, de nunca estresarme, de nunca darme por vencido,
ser la antítesis de la debilidad,
ser el equilibrio en mitad del ahogo repetido de los pecios de la legalidad,
¿y soy yo el único que se siente ante los tantos miles de pronto tan,
tan
incapaz?

Me dijeron que debería ser el mejor padre para mis hijos,
me decían que sus alas dependían de mi ejemplo recto,
había libros en los estantes de cómo educar y cómo amar,
y no leí sus páginas, y amé a matar y morir, y di algo más que mi sueldo y mi lágrima,
di incluso mi último efluente, mi casi inexistente
ser...
me dijeron que así serían grandes personas, y a veces pienso que lo son
incluso a pesar mío.

Me dijeron que nunca perdiera a mis amigos,
me dijeron que a veces sonaba la llamada en plena noche,
y resultó que mi sangre de pronto se dividió en tantos meandros,
insulas in flumine nata, terrenos sin banderas, distancias no esperadas,
de pronto ya no tengo a mis amigos, estoy a lo lejos, estoy al otro lado de la pesadilla
de su existencia,
y ya ni cojo el teléfono para recordarles que les quiero más que me odio a mí mismo.

Me dijeron que Dios estaría a mi lado,
me enseñaron los Mandamientos, y cuidadosamente los incumplí todos ellos,
se empeñaron en perdonarme, pero ese ejercicio siempre me supera,
me dijeron que Dios existiría, y yo me empeño en negarle,
si lo hubiera, habría hecho de mí lo más y lo mejor,
¿y soy yo el único que clama a la noche esperando una respuesta?

¿Estoy solo cuando me despierto y veo que la piedra quedará más allá de los días?
¿Soy el único que ha entendido que con cada error le hago daño a tantos,
estoy solo en esta tormenta de salivas repartidas, de incisiones abiertas, de naufragios
sin un solo armisticio?

Me dijeron que nunca me sentiría solo, solo, solo...
Sí, me mintieron.


domingo, 11 de agosto de 2013

El vacío.

Vacío.
Como un tremendo dominio de palabras baldías, así,
hueco como el hombre que va apuntando los porqués
sin otra razón que el abandonarse a la noche,
vacuo como el mensaje del que dice la verdad, su jodida verdad,
seco como el pistilo del inesperado
almorejo
en el jardín de nuestra vida supuesta.

Nos cubrimos de eventos y cicatrizaciones,
mas llegan las vacaciones y todo se nos vuelve para adentro,
despertadores y programas de opinión dominaron tantas albas,
relojes y agendas señorearon a pedradas que hallaron nuestras frentes,
el madrigal de la noche se perdió entre todas esas obligaciones que dijiste
fundamentales...

Tú me señalas pero no creo que me veas,
yo te busco entre tus hechos pero ocultas miembros invisibles.
Soy capaz de hablarte de cualquier tema,
fluye la palabra como aguas residuales, preponderantes,
pero mi cursi panoplia no esconderá lo romo de mis armas,
vacío, sí, séptico en mis lagunas cristalinas, acre en mis labios de aguamala,
bienintencionado pero absurdo, y aterrorizado ante este
(quizás)
consuelo de tontos.

martes, 6 de agosto de 2013

Akelarres y Agosto.

Lo he intentado (y quién no), año tras año,/
he tratado de vivir conforme a vuestras normas,/
sabía que por esa senda no habría lobos/
ni tendría que explicar cada jirón de mis ropas,/
en verdad me he esforzado y he seguido las señales,/
bodas y anillos, libros de familia y trajes de cristianar,/
hijos que sean el porqué de mis padres,/
mas yo no creé este esmegma opaco y agrio que me invade la alacena,/
ni elegí este sonar de las almas, sin otra música que el alarido y el húmedo cantar,/
traicionero,/
de las medusas.//

Supe que eran bien hallados los que atendían las campanas de la diaria Misa,/
que eran bien intencionados los que creían en las normas rectas y en los premios ciertos,/
os envidié, y bien de niño me enseñaron vuestras evidentes ventajas,/
y sin embargo, me diréis que como todo idiota,/
como todo niño pijo sin otra causa que su supuesto hecho diferencial,/
he levado mis tropas entre el barro de esas babosas que vomitáis,/
en las siempre nutridas tabernas del escepticismo.//

Por eso todo se hace cuesta abajo, acantilado y ceguera,/
el Bien y el Mal confusos como la guadaña y el hambre,/
una sola mujer para un solo hombre, una respuesta para cada enigma, un clavo/
si pisas fuera del encaje de Camariñas que hemos puesto a tus pies,/
una herida como una mentira si empiezas a preguntarte capulladas.//

En estas tumbas litorales he inscrito hace décadas mi nombre, pero nunca me he marchado,/
mis años viajeros nunca se han llevado al chico del arpón y la rascasa,/
ando por La Barra de mi Cabo de Palos y todos miran a un extraño espécimen,/
todos sabéis de mi cuarto de derrota, y yo sé que todos somos iguales,/
nos duele bien adentro y nuestros postres saben a negro,/
sí, y sin embargo, no podremos compartir la mesa.//

Todos miramos la mar pero muy pocos creemos que andaremos sobre ella,/
a las cenas del estío la luz del faro ya no encandila pescadores sino ciertas transacciones comerciales,/
sabéis que os estáis follando a vuestro esposo pensando en su mejor amigo/
y que en las comidas de trabajo derramáis el alioli en la putas de los hoteles,/
en este camino no habrá lobos, pero sí hay recodos de vergonzosos silencios,/
sobres de caldero negro que sólo blanquean los gusanos del secreto,/
coches de puta madre que acallen las conciencias y las envidias.//

Me debería ser más sencillo.../
téngase en cuenta que aprobé una oposición y se me supone un tipo muy respetable,/
mis hijos han decidido comprar su ropa en Bershka y mi apellido dicen que es de los "buenos",/
pero hay ovejas blancas que luego resultan carneros,/
y en el altar de los aquelarres los novicios hacen dádivas más que generosas/
y ocultan sus caras a la alquimia de las clases sociales.//

Somos, sí, hermanos peleados por la misma herencia,/
somos albaceas de lo poquísimo con los bolsillos llenos de jodidas piedras,/
tirando a dar, libres de culpas, ilesos sólo/
por momentos./
Que sean las vuestras siempre las primeras./

lunes, 5 de agosto de 2013

Blanqueados, pero aún no sepulcros.

De lo negro ya dijimos bastante.../

No todo lo he hecho mal en esta puta vida,/
resulta que hay personas que me han querido de verdad, incluso a su pesar,/
y con escaso mérito he criado tres hijos que alimentan mi apellido y mi sonrisa,/
he errado cien veces en mi trabajo y a tantos puedo haber jodido de largo,/
pero algo me hace pensar que mis aciertos se han de contar por varios miles,/
y a fin de cuentas cae la noche y cierro los ojos y las estantiguas van cediendo en sus números,/
y aún no se ha horadado mi alma hasta hacerme odiar a mis egregios semejantes./

Sé que he hecho daño, sé que he mentido./
No se me ha olvidado que todo lo empeñé por un labio que nunca me había besado,/
que en las chatarrerías de la existencia se almonedan mis más preciados logros,/
sé que decís de mí que soy un loco, un falucho a la deriva, un cimarrón sin amos en su busca,/
huido de las grandes ciudades amuralladas de las vidas conformistas,/
pero también he regalado todo lo mío a los que me han pedido una estancia en mi choza,/
nada me he reservado, y casi todo lo he contado con la boca ensangrentada,/
bien sé que no conservo mi oro de más quilates, pero debajo de mi baño pobre, ya desconchado,/
aún hay metal de escasa cuantía para darme de bruces en los muros de esos a los que quiero,/
para pelarme los cojones contra quien se atreva a negar que quien ama acaso pierde, mas quien siempre gana/
sólo celebra sus victorias con el séquito de sus sedientas/
sanguijuelas./


sábado, 3 de agosto de 2013

Agosto.

Cada día que ha pasado ha conformado un año,
un nuevo año que he perdido en los arrabales de mi propia vida,
sin atreverme a bucear esos ríos de puercas riberas, sin osar atravesar la muralla de mi odio,
qué somos, quién soy, por qué me huyo, por qué dependo tanto de vuestra jodida
aprobación.

Quizás si soy un gran juez las gentes van a quererme, pensé,
                                  (pero yo no me querré),
quizás si soy un gran tipo se me abrirán las puertas de piedra de los corazones, quizás,
puede que mis sonrisas os hayan hecho pensar que dentro se almacena la siega de la felicidad,
pero lo cierto es que en las tardes y las noches de todos estos meses he perdido mi partida
contra los cenicientos tomos de la vernácula verdad
que tanto de los otros pidieron y a la postre todos despreciaron.

Os lo dije, el necio emperrado en su lucha sin conquistas,
el imbécil sin báculo en que apoyarse ha dictado ochocientas nuevas sentencias,
ha proseado decenas de autos de prisión revolviendo las pavesas de las lágrimas,
enhorabuena, pues, por las noches que no has amado, por los versos que no has escrito,
sufriendo día tras día por el retraso de los tiempos en la respuesta al pueblo soberano.

Has vuelto a hacerlo, Carrillo.
Ha tornado el estío y tú mismo te has agostado.
Reirás hoy con los poetas a la fácil fragilidad de la botella de vino,
y nada va a cambiar, todo esto es tu amarga farsa lenta,
decidió el Alto Señor de Madrid que este era tu camino pues lees los documentos y tipificas las conductas,
mas se acercó la mierda, y sólo pude decir mierda,
tuve miedo, y tengo tanto miedo, y a ratos odio estas fortalezas que he levantado,
a ratos me pierdo en mis bajos submarinos de la noche y la brújula obscura,
ya no podía más, y fue el invierno, y sin embargo pude aún más,
y ya no quería más, y abril me asoló, y no quería ni quiero ni querré,
seguir, seguir, para qué, bogar empecinado cuando la verdad yace en las anclas,
mía ni la mano en el desgarro, mías la leyenda y la derrota, la cruz última
del camposanto del que ya escaparon todas las ánimas.

lunes, 29 de julio de 2013

Tú de nuevo.

Me estoy haciendo viejo, Loli,/
tiene que ser eso.../

Me siento ante el teclado y me he cansado de advertir que todo será silencio,/
me siento gilipollas desgranando las declinaciones del negror, pues de nada nos sirve,/
Satán se mofa de mis esfuerzos por negar su evidencia, sus indicios más que racionales,/
y la señora de la guadaña no vendrá más tarde cuanto más la mentemos./

Debe ser cosa de esta estúpida edad del otoño que se anuncia,/
dicen que me estoy arrugando y que tú misma tienes patas de gallo,/
mi báscula no acierta a la aritmética del sustraer y tú ya hasta me has visto llorar,/
sabes de la ansiedad y los antidepresivos, ya no me adorna la coraza del elfo,/
el enano de Tolkien sólo sabe cavar en la piedra, y me miras con mi cincel raído,/
sin atinar a horadar nada que se parezca a un cobijo,/
hay que joderse, Loli, no vine en caballo blanco sino arrastrando eslabones/
como décadas,/
y tú ni siquiera te burlas de mí./

Esta miseria no me priva de cagarme en Dios con cierta soltura,/
con ese orgullo del apóstata que pedirá Confesión,/
de mirar la carne de la otra mujer y creerme que aún lo valgo,/
pero me asusto más que antes, porque pasa que te anhelo hasta delante de la botella de vino,/
y es que tuve ya la edad de Jesucristo y aún no he logrado resucitar,/
tiene que ser, pues, este acervo acerbo que proporcionan los fracasos como años,
o que me das masajes en los pies mientras me consumo a los teclados,/
o debe ser que tú lo vales más que nadie lo hizo, cuarentona, barriobajera,/
maravillosa./

No sé cómo empezará mañana ese tiempo en que durante un mes viva sólo de mi vida,/
me da miedo dejar mi púlpito y este confesionario de la hez cercana y del sermón último,/
pero me aterra ver que esa vida no la quiero sin tu risa a los ortos,/
sin tus ojos al otro lado de las copas de Rueda,/
sin tu nadar de pato torpe contra la ola del Maestral.../

No me digas que no, pues, que conozco las señales,/
ya no es momento de andarse con hostias y ni tú crees en los "siempres",/
me hago viejo, me duele el calendario, varios colores ya adornan los pelos de mis huevos,/
me macero a tiempo lento, Loli, mas aún me cuesta el veredicto que se empeña mes a mes,/
y me resisto, pero a ratos hasta balbuceo la palabra "amor"./


domingo, 28 de julio de 2013

Por fin la derrota.

No siempre seguir es una muestra de inteligencia,/
no siempre perder es un escenario reprobable,/
hay dolor, hay mucho dolor, en las rodillas edematosas del nunca rendirse,/
a veces hay que mirar atrás y llorar a vela partida,/
a aguacero abierto./

Cuajos hace la sangre si se la deja fluir, lo sé,/
los cuellos de los degollados desafiaron la húmeda noche y dejaron su lúgubre plastilina roja al alba,/
la sangre fue un improperio a la vista de todos, una señal cierta del mal que nos hacemos,/
y a veces se debe dejar manar, pues a ratos duele más la sutura que la mentira,/
y así,/
parad, deteneos, confesad que tenéis miedo, agria aria de cantores castrados,/
miradme a los ojos y decidme que hemos llegado lejos y no queríamos estas victorias,/
queríamos una mano contra la obscuridad y un dulce guitarrazo al silencio,/
no queríamos ser perfectos, mas lo fuimos, y por ello cederemos, jirones soberbios,/
todos caeremos./

Me acodo, pues, en el rellano de mi última proeza,/
me aquieto, me rindo, mis golpes certeros han hallado, honderos ávidos,/
mi propio y desmantelado/
estandarte./

jueves, 25 de julio de 2013

Mis próximas merecidas vacaciones.

"Ava Inferi" cantan a la tarde,
tremendos guitarrazos de dolor como el sino de las montañas,
cantan y no cejan sus melódicos aciertos, pues todo será erosión,
"Ava Inferi" cantan a la tarde, y busco voces de consuelo en la canícula.

Desdecirnos de tantas supuestas verdades es nuestro último remanente,
hemos poseído con tacón alto y poder absoluto, los botellines justos de cerveza
nos abrieron las acequias de la crítica, de todo hemos sabido, yo mismo
me creí grande, y hemos cabalgado a lomos de caballos nauseabundos,
pero aquí adentro somos los pubis impúberes de unos niños destronados.

No quisimos ser distintos, fuimos más allá, quisimos ser únicos,
pero zánganos y clones insistieron en trabajar nuestro magma helado,
y quedamos mereciendo nuestros éxitos, y entre tantos títulos
ocurrió que los sellos oficiales fueron los tintes que asentaron nuestra mierda,
que nuestro nombre en los rotativos tuvo un sesgo inequívoco a obituario,
y nada, nada de esto estaba previsto.

Íbamos a triunfar por mérito y capacidad,
pero el deber cumplido vino sin otro premio que el escalpelo hábil,
ahora las hormigas se empeñan en demostrarnos que siempre fue verano,
y de qué nos servirá indagar entre impertinencias, encalar las ventanas que den luces y vistas
a esta evidencia tantas veces negada.

"Ava Inferi" le están cantando a la tarde.
Quiero coger mi coche y echarme a llorar a los caminos.
Va a pasar otro año como guionista del dolor ajeno,
obrero incansable de este mausoleo del ciego y del cobarde
que decís llamar vida.


Imelda.

Tantas veces pretendí penetrarte de espejos y de pollas...

Recuerdo mis diecisiete años, y tus doce en la cala embarrada,
el Levante de Septiembre había convertido nuestro baño en un orgasmo de olas,
tu pelo de tirabuzones rubios y tu culo de pretensión futura,
cómo te quise en esa tierna adolescencia, cuando yo no era un hombre, cómo te lo dije,
mi Seiscientos matrícula de Alicante se despeñaba por Los Maristas de Cartagena,
a la salida de tu clase, un melenudo mucho mayor te proponía su vida,
su vida de estudiante universitario y de leyendas de letras,
dejó el pendón muy bajo y el castillo desguarnecido, te quería,
o ese creía, sólo a ti, ni tan siquiera a sí,
pero no te atreviste, no.

Fue un  "no" y otro "no" a la espalda dura del bar "Tortuga",
Cartagena miraba con horror mis fracasos de penitente sin hachote,
jugábamos a amantes tarde tras tarde, y yo no sabía sino de tus ojos,
ni siquiera tus senos ni tu culo de membrillo azucarado, ni siquiera tus labios de deseo callado,
nada me diste y todo me ofrecías,
así pasaron los años, y al cabo me fui, en pos de otras carnes más sencillas, de otros
lugares donde me pajeaban acaso y podía hundir mi yugo derrotado en la miel para el asno
y en la entrepierna...
me fui, y sólo yo ignoraba cuánto me querías, sólo yo
me mentí al decirme que mi amor sería para siempre.

La vida nos cobra aquello que nos regalamos, la vida
es una hija de puta que nos devuelve la pelota.
Llegaron mis treinta y muchos divorciados, y con tres versos y cuatro llamadas
habías seguido esperando,
desde Escocia te escribía poemas libres de espera y compromiso, la Royal Mail
siempre compañera, desde Turso te mandé una flauta y desde Inverness una bufanda,
y libre de todo menos de mí, te llamé,
nada había cambiado y hay membranas que se forjan en once mil misas
                                         (puto Dios, qué le hiciste),
pero ya la vecindad de la adultez aderezó el cazón en la Casa del Pescador,
y cayeron tus labios y tu lengua que nadie habían probado
en redes prohibidas que palangres ya decenas habían recogido,
tus tetas de amapola se abrieron por primera vez a unos dedos ya jartos de carnaza,
metí mis manos hasta donde llegaron más allá de tu falda, y no,
lo que se cobra el tiempo no es limpio ni es digno,
tú habías permanecido veinte años entre la doncella y la última comunión,
yo era poco menos que un cerdo entretenido en mis carencias.

Recuerdo una noche, Imelda, recuerdo una noche...
Cabo de Palos hace cuatro años nos recibió al Maestral callado, y cenamos en el Miramar,
te habías rendido, y tu himen iba a ser mi baluarte,
habías enfriado vino blanco, jodido consentido, con esos cubitos de pérdida en el maletero de tu coche,
pero yo ya me había ido hace meses a quien fuera de mayor resultancia,
tú todo lo empeñaste, toallas mullidas para la noche de Mayo y la luna llena,
bajamos a la cala y escogimos armamento,
bragas aéreas y mis últimos botines, veinticinco años después
desnudos contra la realidad de los erizos y los congrios de la noche,
no pude, Imelda, no pude,
unos milímetros de ser que sólo por Dios habías guardado,
qué jodido cabrón haría de Satanás en esta berbena,
yo dejé de quererte, Imelda, dejé de hacerlo, en algún momento
esas las décadas faltaron a la promesa que hice y que tanto repetí,
y quién soy yo para quitarle a Yhavé la llave vaginal de la ternura,
de la pureza,
de la estúpida entrega del yo y del todo,
acuérdate, Imelda, no pude contra ti, soy una mierda pero aún calzo lágrimas,
tú dándote al martirio de quien ya se abrasaba, yo a lenguetazos recorriendo tus limbos,
allí te dejé con el cubo del Albariño y esos fluidos que tanto auguraban,
pecar es posible cuando la siembra nos place, pecar es pecado cuando hay un nombre y hace daño,
lo que guardaste tantos domingos de veintenas no seré yo quién me lo lleve,
lo que los treinta y tantos vieron galopar no quise para mis caballerizas de rocines muertos,
yo dejé de quererte, Imelda, y no me merecías,
falso capitán de tus veleros de mascarones negros,
mi último acto de honor fue reconocerte entre las olas,
diosa de agua que aún amaba, hombre que mercadeó sus tridentes
en débiles corales de otros coños volanderos y otros gemidos que al final callaron,
corrí escalinata arriba, corrí cala arriba a la plaza de nunca jamás,
perseguido por mí mismo, sin otra ropa ni excusa que ofrecer
que el tremendo odio que dejé a la orilla de aquel mar, de ese nuestro mar que siempre mentará
mis últimas mentiras y mis postreras faltas.