Company of Wolves

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Bark at the Moon

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Antonio y Ángel.

Espero más errores.
Hoy lo he visto claro, cristalino como décadas.
Yo no soy, yo no seré.
Yo soy todo lo que he sido, y me he equivocado.
Quiero ser sin que el pasado prepondere.
Los gilipollas del Zen te han dicho que tu mundo es tuyo.
Hacemos yoga kundalini y nos sentimos libres.
Pobres zánganos de otras guerras, pobres.

Yo no tengo derecho a llamarme otra cosa.
Yo soy Andrés Carrillo de las Heras, y soy un niño pijo.
Yo iba con los hippies comiendo salchichas crudas en busca de la realidad.
Eran tiempos en que aún todos éramos omnívoros.
Yo ni tuve los cojones de presentarme ante mi Tribunal de Oposición con mi melena,
recuerdo que la corté mientras lloraba y mi padre me abrazaba con esos ojos de saber,
y desde entonces ha sabido lo que es el dolor y el sacrificio,
y me he atrevido a leer con Antonio y Ángel cuando soy su limpiabotas,
y no soy nada hoy y recuerdo que me perdí en el Interail en Grecia,
recuerdo cómo de fácil me fue ir a pedir un salvoconducto a la Embajada,
cagando perdí en aquel hostal de juventud todos nuestros documentos,
sé que me acosté con muchas chicas pero no me las follé,
las Maristas me habían enseñado que mi cuerpo era mi templo,
las tocaba una tetilla y escribía a casa desde Nueva Escocia,
gilipollas, estulto, gilipollas.

Por eso esta noche vengo a pedir perdón.
Me he creído algo y todo lo fuimos antes, y el pasado es el santo y seña.
Vamos descendiendo, Antonio, Ángel, esa es la única verdad,
bajando el monte de Sísifo y que le den por culo a la piedra.
Éramos grandes, teníamos miedo, sufríamos por amor, dónde
dónde coño quedó el amor, que nos hicieron estos sofás y estas noches de invierno.
Tengo miedo, quizás nuestra sangre ha terciado en la puja,
quizás ya no somos esos tristes vándalos que querían pertenecer a la mar,
puede que digamos hermosas palabras en público y alguien se crea que aún valemos algo,
fuimos y sólo seremos si nos aceptamos, lesos, trémulos, superados,
sé que en mí hubo alguien grande que soñaba con matarse y creía que haría el bien,
sé que luego esas mujeres me dijeron que una felación completa era de su agrado,
todos mentimos, todos seguimos, todos en pos de la máxima distinción,
el gran poeta, el gran iconoclasta salvando los muebles, el río que nos lleva,
volvamos atrás, miremos de veras, abramos las ventanas,
aire de otoño nos quite veinte años, el cadáver del verano sea loado,
éramos, y por eso somos, y a nadie que nos escuche engañaremos,
hubo una época de la mala hierba, y sólo de ella vendrán
sin más condición que el perdonarnos
los frutales demoniacos que aún hoy den lujo a nuestros
últimos
jardines.

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