Company of Wolves

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Bark at the Moon

miércoles, 18 de septiembre de 2013

La Obra de Dios.

No soy tan poderoso como Dios.
Sé que sus claras palabras harán de mis hijos los suyos.
Poco puede el humano frente a la promesa de la eternidad,
la nomónica definición del pecado y del mal, el riego
determinado de las vetas más débiles del alma...
la Obra de Dios de nuevo comienza, horadando mis tres bases,
como cada septiembre.

Será por ello que os temo y a ratos os maldigo,
sesiones de estudio y clases de baile que preceden al oratorio,
equipos de fútbol masculino y siempre las niñas con las niñas,
esos pisos escondidos donde no se celebra a este padre vestido de negro,
esas jornadas de familia donde sólo caben los iguales.

Sé que algún día tocará perder, pero pienso morder todos vuestros cebos,
os he errado tantas veces que el incienso me huele siempre a miedo,
mientras tanto, deconstruyo cielos e infiernos y afirmo a mis hijos que sólo nos espera el no ser,
y temo que no me escuchen, pues el firme que ofrezco es un clavo afilado, un leño
sin acolchar y que nos da la hostia a la testa, la única hostia que yo mismo he conocido,
siempre el mármol y las cruces blancas contra la fauna cadavérica,
semejantes desventajas en esta partida de amarracos amañados.

Cuánto te temo, Obra de Dios, lagar de milagros y cilicios,
cómo convenceré a quien amo de que mi amor ha de morir.


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