Company of Wolves

Company of Wolves
Bark at the Moon

martes, 21 de diciembre de 2010

Eivissa.

Siempre acudo a destiempo,
cuando las piscinas verdearon y los imbornales se anegaron,
regreso a la ciudad de las ínsulas antañas,
solo (con y sin acento), sobre las playas del gris en el que se agolpan las algas,
al eco de mis pies aislados en los pasadizos
del permanentemente
                                       h
                                     o   u
                                   c        e
                                    castillo.

Blandiendo armas, fotografías de soportales, balaustradas,
                                   baluartes de piedra vella y ansia vermella,
rindo iconos a la arqueología de mi amor,
en parca compañía, con el único argumento de mis botines
veinteañeros,
presa fácil mi mirada de estos viejos hippies del anhelado
invierno.

Es por ello que acudí, insistente, al solsticio,
al único lugar que me vio feliz,
a Ses Salines, donde mi pene era un aparte,
una incógnita indebida en el coito de los ya
                      no-amantes,
y de nuevo todo fue lo mismo,
amigos al abrigo, cenáculos de vides, quedas tortillas de Norte,
Santa Agnes del mar, elevada Corona sobre el frío y la muerte,
                        (sí, siempre hablo de la muerte)
Punta Galera ya no cree en Shiva, estudiantes
magreando sus sexos como troneras y torreones, bajo el éxtasis
                                     onanista
de Santa Llucía...

Por eso todo me suena a salmo repetido,
al alma reiterada que se reencarna en vida, a los cabellos de una pútrida yegua,
a cuanto aquí sigue, entre los lisos adoquines,
en las ventanas fantasmales de Dalt Vila, balconadas
al paso orfebre de los meses, la Catedral de Misas Negras
como años sin labio,
                         y mi mandara contará
                                  sárta aicah,    
pues alguien me querrá libando entre su vello público,
y nadaré desnudo contra la roca de los últimos filos,
que hoy es tu nombre el que susurro contra el helor de las plazas,
que quede (¡Crom!) en los adarves y se aferre a las murallas,
                                   (boga o vete),
o acaso, pitiüsa, osa a la galerna, duérmete, aterrada,
en
     el culto arcano
                            al siempre
                          
                                            (sí, para siempre
                                                           me parece mucho tiempo).
                                          

            

                                  

martes, 14 de diciembre de 2010

Fue no.

Qué pocos saben qué tremendo grupo, qué epidérmica sensibilidad, se esconde tras el nombre de la consabida cajetilla de tabaco. Desde mi tierna adolescencia, escucharles era trasladarme más allá de mi Cabo de Palos, further up my unimportant existence, al otro lado de lo que existe y deja de ser con sólo unas notas de vieja matemática... rítmica.


Y hoy sólo puedo refugiarme de nuevo en ellos, en la flauta de Latimer, en ese ser aéreo, concebido por encima de estas latitudes en las que nos empeñamos, que destila su "Air Born", del mítico (para la inmensa minoría) "Moonmadness", esa locura de luna que parieron en 1976, allá por cuando incluso el amor que hoy destilo era sólo un proyecto de vida: hoy, que de un solo zarpazo comunicativo, que de un garfio de SMS la vida me ha vuelto a anclar a lo terreno, a la misérima realidad de lo terrestre, de lo cotidiano, de lo posible y finalmente improbable, sólo quiero volver a soñar que he de volar, que algún día, algún día, nacido que fui en la mar, he de volver a la presencia del último refugio, del aire en el que todos nacimos y del que todos fuimos, otrora, desterrados.

Sea, pues.

http://www.youtube.com/watch?v=FGYMwKxls6s&feature=related

domingo, 12 de diciembre de 2010

Del odio.

Escóndeme, tápame de noches y divorcios, llévame...
antes de que se acerque ese que me cerca, antes de que la amenaza se haga verbo,
ocúltame donde nada duela, llévame a la rada junto al rompeolas de la misma
inexistencia.
Por Dios, por el puto Dios, por su jodida barba ciégame,
cierra mi boca,
arranca mis dientes,
escápame a otras certezas, que ya no quiero ser yo, que ya caen las lágrimas como sangran los ortos,
sal, perro, sal de ti, muérdeme, sí, fauce nunca suficiente, voraz sobre la mano que te da de comer,
córtame hasta mutarme, macedonia de coños y pasados, sájame como ese semen que largo ha huyó,
que mis tres escarapelas se han hecho escalopendras,
que no deseo mi senda y que añoro la nada, que Sartre sea la vomitada guinda de los finales.
Date prisa, pues, y capa los visillos,
que aquí ya acrece el odio, que hay un confín de sierra y sangre,
que serán menos los fines de semana
(me dicen),
que erramos como ménsulas del ras y de la mugre, que campan en mis tierras
sacramentos
terribles del pasado,
que lejos no es suficiente, que grietas no nos apartaron, que antes del desdén
sólo ansiaré del vino blanco
el dulce corte liberador de su roja botella
rota.

martes, 7 de diciembre de 2010

De galaxias e invasiones.

Es de madrugada cuando vuelvo de tus manos,
de tus estirpes de risa fría y sed de otoño,
son "Arch Enemy" mis solos compañeros, cuando con tu olor en ciernes cruzo la verja del cementerio,
se ha hecho tarde en nuestra redención de las quimeras,
en este andar contra el perfil de lo grotesco, en alzar banderas que dijeron imposibles
tras los alcázares inmóviles de las noches de tus huestes
¿negras?

Los relojes callan secretos de rojo alquitrán, las sogas
que aprietan los cuerpos deslazados de tantos (ya, largos, numéricos) destinos,
en estas pertenencias, una estufa de vientre y una cama de lentas palabras táctiles,
y aún sueño, y mis orfebres preparan pollas,
esmeraldas de enseñas blancas,
rasgando de las telas viejas las arrugas, y niegan resistencias y estructuras,
y me cuentas esos cadmios de otro dolor, ese último proyecto de paletas y guadañas,
y quiero,
y vuelvo,
y me persigue la nueva alborada, y en las ruedas sigue suspirando el grito del Death Metal,
quedo gemido de cercanía que no es presencia,
arista ensangrentada contra esta espalda de tus vientos.
 

martes, 30 de noviembre de 2010

San Andrés.

La cruz o la espada...
Hoy tendremos que optar, que quemar las alas o abrirnos en canal,
será la última cruzada que entregar a la fe del sistémico, del pecador, del herrero
horrendo,
será hoy cuando el amor sea como el anzuelo, será el arcángel el que elija el aguarrás
para brindar.

Guerreros, sí, sicarios
de la más alta autoridad, id en mi nombre mas no sed yo,
Santo, larga abominación de las hostias alambradas,
hoy será de nuevo el perfil de la locura el que afile vuestras sirlas,
hoy el color será de nácar herrumboso, de cielo arrasado,
y no querré otra victoria que el pasado de la púa y el áspid,
pues hoy de nuevo el fiel dudará entre Asmodeus y el hombre, el ser esperado, el perfecto hijo de mil putas,
y querré creer, y ansiaré desear, y sólo me quedarán tus manos de torpe dibujante,
hoy,
en el día de la duda y la hermandad del cieno.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

De las cosas que duelen hoy he dado cuenta de todas. Me duele la distancia, y he sido el que va más allá de las colinas y el que se esconde tras las últimas simas, el testaferro de las puñetas y el último vocal de lo que algunos han nombrado la injusticia. Me afrenta el sinsabor, y sólo he definido mi sentido del gusto ante esas lágrimas de hombre, tan escogidas como provocadas por mi daga oral, que me han vertido esta mañana. Abomino el castigo, y he sancionado, por doquiera, censurado, pesado en mis balanzas, rebanado del pasado lo más amargo y lo que (todos) embalsamamos en nuestros recuerdos.
Y en todo ello no me reconozco: no me gusta lo que soy, muchos son ya los días que no me veo en estas pieles. Yo quiero querer, y la yel que vierto es tan verde como la muerte de la misma esperanza. Yo quiero vivir, y suelo ser la guadaña de tantos que pasan por mis páramos. Para ser justo, hay que empezar con uno mismo. Y de mi íntimo compañero sólo tengo aprecio de sus decapitados huevos.
Todo quizás para nada, para la galería, para los grandes nombres, para el don y la leyenda... dedicación exclusiva, mareas de mierda que consumen los años y engañan a los duendes de lo único que es cierto y es el postrero apresto: el calendario.
Adiós, Andrés, adiós.

viernes, 27 de agosto de 2010

En noches como esta.

Es en estas tórridas noches de verano, ya entregado a los brazos ampollosos de la jurisdicción, con los dedos enredados como los fallos de mis sentencias, con los gritos de os que van y vienen mientras yo quedo (y quiero quedar), es cuando me doy más cuenta de lo sólo que estoy, de lo único que me estoy fraguando.

Cuántos, cuántos amigos, cuántos desconocidos conocidos con los que intercambio palabras, versos, gestos de felicidad subacuática, cuellos opíparos ante las guitarras desmelenadas, cuántos sois, y qué lejos estáis todos... Porque quizás en lo único en lo que encuentre consuelo, compañía, sentido, lanzas a las que arrojarme como un águila aburrida de los cielos, es en aquello que tanto he denostado: aquello que llaman amor, sentir, aquella enfermedad del alma que te hace estar perdido y ser hallado, que te da un camino y una inflamable esperanza, que te lleva al disparate con gozo, que te acierta a errar sin otra justificación que unos cambios químicos y unos ojos.

Nada de eso tengo; maldita catalana a la que nada reprocho (poco se puede hacer de mí, certum est), creo que tus cimitarras, tus últimos zarpazos, me quitaron a esos cruzados que antes se iban de farra con cualquier cruzada que les saliera al paso, que tenían loca cabeza y alba repentina. No me ha vuelto el amor tras Vilassar de Mar, y no puedo culparte, pues hasta a ti dejé de quererte: me espantó el dolor, se me quebraron los juncos como espinas dorsales, caí al suelo y lloré cadmio y azufre... Me hice fuerte, me dicen; mas no, me volví débil, tan enfermo de miedos que no controlo que he enterrado a mi progenie, a lo único que tenía para ofreceros, una mesa sin esquinas, un palacio sin ventanas, un alma dispuesta a perder, a bajar, a morder lodo y cagar herrumbes, me perdí a mí.

Y el resto son cabos, amarrados, ajados y bien dispuestos, pero a la deriva. Quiero enamoriscarme, quiero volver a sentir que algo en algún ser era más valioso que mi puta serenidad, pero creo que me falta un gajo, que me cercené algo de algún hipotálamo... ¿Hasta cuándo, si ni Dios existe? ¿Dónde estás, que te busco y te rehuyo? ¿Necesito un golpe al sentir, un impacto redundante como el de esa hembra de carne fría de cala, para perder esta amnesia, esta ausencia de mi ser? ¿Cuánto más el puto sexo, las risas de macramé a la orilla de una cena, las pollas como remedios para los gritos de la insensata?

Vuelve, doquiera, quienquiera, hazme daño, arráncame... pero vuelve.

domingo, 8 de agosto de 2010

Mi primer pecio.

Un barco hundido es su ser muerto, es la historia en metal retorcido de un fracaso, de todos nuestros inevitables errores.


Caes y caes por la maroma, la luz acompañante, el Dios deseante... y su silueta, que de pronto siento como un pobre cadáver, hermoso de nudibranquios y bancos de predadores y predados, pero todo fauna cadavérica. Casi setenta metros de eslora fallecida, de anclas corrompidas por la ingesta de la sal, de cuartos de baño por cuyas tazas ahora muerden los congrios... Algo me he perdido, desde luego; ¿puede haber belleza (y es hermoso) en la última sentina de unos pocos?; ¿este ataúd varado, barlovado hacia la arena donde ni liban las platijas, es algo digno de visita, es un ser emergido, renacido, objeto de adoración náutica, es que de ese último sueño negro tiene otras traviesas que el sol ennegrecido?

No lo comprendo... He levantado muchos cadáveres, y la carne pierde el alma, un intangible se va que nunca vuelve y que antes estuvo. ¿Somos barcos, pecios de ignorancia zafia, somos el origen de algo en este nuestro naufragio?
He de pensar, sí.

La superabundancia del terror.

Contemplar día tras día, viernes a viernes, las carteleras de nuestros cines no puede sino llevarme a una conclusión: seguimos en el Pleistoceno. Tenemos miedo, pánico, pavor, a pensar, a indagar en nosotros mismos, a tener que sentir aquello que resulte de nuestro pensamiento, a observar en vez de ver, a escuchar en puesto de oír, a ser, en definitiva, en vez de estar.


Sí, la muerte, el final, la fauna cadavérica, todo eso que huele al azufre de los levantamientos de cadáver y la descomposición sigue teniendo un éxito arrollador en nuestros cines, porque de ese modo trivializamos, personajillos de alambre hasta que ceda, el horror que aquélla primera nos produce ("The Horror, The Horror", del "Heart of Darkness" de nuestro Conrad). Hemos pasado del gurú, del brujo de la tribu cavernaria, pintando con colores de tierra amuletos para recoger nuestro espíritu a su partida, invocando dioses y naturalezas para tapar el profundo dolor de la ausencia del que se fue (y nadie conozco que haya vuelto) y el tremendo terror de sabernos en lista de espera a la nada, por el/la uniformado/a señor/a que nos da la entrada para el mundo del más allá, para asirnos a ese clavo ardiendo de hora y media y salir reconfortados de que el existir, como el amor, es para siempre. Y dijo Bunbury que "para siempre/ me parece mucho tiempo".

Por eso, morralla tras morralla en los cines. Género de terror para adolescentes, para maduros sin complejos, para apasionados del mismo (como yo) que lo ingerimos con espanto hasta hallar una perla de por medio que trata el tema con respeto, profesionalidad y ninguna alegría, en fin, circo y vino para todos. Mas en el país de los excrementos, propios y foráneos, hay algunas perlas negras (véase, nuestro Balagueró)... de ello quizás hablaré otro día, superado este primer "tema" de este progresivo blog.

¿¿¿Lapidemos a los corruptos jueces???

Al hilo de


http://www.elpais.com/articulo/revista/agosto/jueces/suben/banquillo/elpeputec/20100726elpepirdv_2/Tes


Se me ocurre decir que de "la corrupción de la justicia, la prevaricación y el abuso del poder público" hay bastante menos en el sistema judicial español que lo que muchos, como por ejemplo el señalado Ernesto, creen.
La mayoría de nosotros (sí, soy juez, y me honro en ello) somos esforzados (muy esforzados) productores de sentencias y autos, que emplean mayoritariamente su tiempo (del libre muy poco les queda tras ello), roban su espacio a su familia y a sus propias personas para tratar de aplicar la ley lo mejor que saben y pueden y que no se colapse un sistema en el quel al año, y a un Juzgado de Instrucción cualquiera de Murcia, entran la friolera de cerca de 10.000 asuntos.
Lo triste de la noticia es que no incida en lo que es la lacra auténtica de nuestro justicia moderna, de la que son, principalmente (al margen de una parte de los jueces), responsables los partidos políticos, entre ellos significativamente (con otro que se adivinará) uno de los sostenidos históricamente por el medio de comunicación que publica la noticia tan "alegre" y "fresca" como propia del estío (y de las medias verdades): esa enfermedad, que se nos come por los pies y que tratamos de parar unos cuantos que puede que estemos en más de una "lista negra" y ya hemos renunciado a lo que se llama "carrera político-judicial" sin rubor alguno por algunos "compañeros", no es otra que la POLITIZACIÓN DE LA JUSTICIA: mientras a nuestros representantes y a los/as Magistrados/as de las más altas instituciones del supuesto tercer poder (e independiente) del Estado los elijan los partitócratas, mejor que Montesquieu siga en su tumba limándose sus huesos, que devendría cenizas al segundo de ver el actual espectáculo.