Company of Wolves

Company of Wolves
Bark at the Moon

jueves, 25 de julio de 2013

Ella.

Cada mañana y algunas tardes, volumen y mirada
se dan cita en tu mesa de proba funcionaria, leyenda de eficacia
contra el mal de tantos modernos cutres espadachines.
Yo me estrello contra la realidad de tus pequeños senos,
turgentes al otro lado de esa rebeca que sajaría a mordiscos,
me enfrento a la evidencia de su vello casi dorado, en el sudor
del ensueño y el adivinar de las formas al otro lado de los pantalones.

Me digo que todo esto no ha de ser,
que la sonrisa es de eficacia y de comprensión al rey que aún manda en sus tropas,
me digo que en las noches de guardia hay páramos por recorrer entre las habitaciones,
y consulto, autómata, las mil imprecaciones de mi código disciplinario,
pero todo es en vano...
hay miradas que queman el esparto y derriten la tinta exudada de los bolígrafos,
los sellos de copia se ensanchan al tacto de tus dedos
y de nuevo rozo tu mano detrás del ratón que nos dé el poder informático,
y quien fuera noche para acurrucar tus desnudeces,
quién trajera sonajeros para bailar negras danzas sobre tu coño de seda,
quién tuviera el poder de ser libre siquiera en un sueño de carne y conmixión,
quién mandara a tomar por culo las altas instituciones del Derecho Romano y, definitivamente,
metiera la polla donde tiene la olla...

Nunca me gustó el refranero y esto me traerá un prostatismo,
pero como eficaz leguleyo bebo y trago algo más que coca-cola por botes
y te digo que escribas, y escribes, mientras fluyen los Autos de prisión en tu salvaje calma,
entre la galerna que respira entre esos pezones que, Dios, mordería en sus clavazones
como la dentellada del más mortal, doliente
y voluntario
anzuelo.

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