Company of Wolves

Company of Wolves
Bark at the Moon

lunes, 24 de diciembre de 2012

Que le den mucho por el culo a la putísima Navidad.

No seré yo quien os desee Feliz Felicidad,
sí, pastores al redil, como disimulando estos acúmulos del dolor,
obviando los garfios de tantas Nochebuenas pasadas,
feliz falacia, lubricando a buen seguro la permanente insatisfacción,
los orgasmos de buenas intenciones y palabras sordas.

Hablemos, en contra, de La Muerte,
de la mayúscula ausencia presente en cada latir de bares y versos,
ocupémonos de los llantos de entre los calabozos,
de los niños bonitos con la cara cortada a la penumbra ebria de Las Atalayas,
de las borrachas apaleadas en el Jardín de Floridablanca, murcianos,
hablemos
de las catorceañeras desvirgadas que no conocen el Islam ni otra cosa que la prisa,
de los mendicantes ladrones de prebendas y de los indigentes que arrancan nuestro cobre
(el cobre de todos los españoles, sí, estos extraños zíngaros que vinieron
al rastro del preciado tercer premio),
de los sucios jueces que se han alimentado con el culo bien puesto de la cantante de idiomas,
tratemos por un momento del padre que golpeó a su hijo con la cizalla, de la carne abierta y el perdón,
indiquemos
con esmero que no cantamos villancicos a los inmigrantes que internamos en el CIE,
que las gordas fueron excluidas del proceso de selección,
que un leguleyo ha pactado la tercera condena y nadie ha salido del Mercado de Jerusalén,
que las niñas bien han vuelto a conseguir robas unas braguitas del Primark,
que los hostias volaron como panes cuando Mohammed llegó al madrugar de Hatifa,
digamos la puta verdad aunque sea solo por una sola puta vez,
metámonos el turrón y el cava por el orto,
digamos, insisto, que hablemos de La Muerte.

Alguien tiene que acallar el silbo y colmar la nieve del belén con tanta lefa roja,
alguien ha de sincerarse contra la oficial mentira, y mostrar que somos
ingenieros
de las rendijas carenadas
del odio,
alguien, y no veo su número, tiene que ser el que diga que el apocalipsis sí ha llegado,
que los cuatro jinetes campan por nuestras mesas y que el catalán y el sevillano se odian,
y se muere doquiera por banderas,
y detrás de las banderas hay seres codiciosos, Presidentes y Ministros,
y detrás de esos poderosos hay gentes ricas de vísceras maceradas en oro y en mirra negra,
que al otro lado de la mesa no vamos a sentar a los pobres de mierda,
y nosotros no somos, ninguno, ni un ápice mejores.

Cuajos de pena es lo único que siento al reír de lo humano
y prefiero el corte frío del agua del invierno,
hoy las casas se inundan de sierras romas y mensajes regios,
pero al final de las filas hay un enano con un dedo levantado
preguntándonos quién coño firmará la cuenta cuando acabe la masacre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario