Company of Wolves

Company of Wolves
Bark at the Moon

martes, 31 de diciembre de 2013

Mandala.

Tengo un mandala encima de mi mesa,
un mandala que corta con sus perfectas aristas,
un mandala que ha violado las últimas leyes geométricas,
la vida iba a ser un círculo y no, y no
este poliedro neonato de sangres resabiadas.

Poco puedo esperar cuando he decidido hacer mi sola voluntad,
Rabelais no me avisó de que en Thelema también yacía el horror,
tengo un mandala que representa este universo de mordiscos repartidos,
inculto, egoísta, engreído hijo de puta, todo ello en mí y en todos
vosotros.

Necesitaremos Normas este año que comienza, pero veo
El Camino de Lao-Tsé empedrado en libros del Opus Dei,
gobernantes que nos digan que todo saldrá bien y que nada sin el pueblo,
en Cataluña se acabará la ira y nosotros dejaremos de odiar,
en las estaciones de Metro dejarán de dormir los que no vencieron en la justa,
no miraremos al moro como si fuera hijo de Camus,
sabremos que hay que perdonar setenta veces setenta,
necesitaremos Leyes que nos digan que el peso se doblará,
que somos bueyes de afilado yugo en esta siembra del mentir ajeno.

Querer, querer aunque la carcoma insista,
hay un mandala en mi mesa deforme por mis logros dolosos,
Jesucristo está sangrando pero dice el atestado que los rumanos le han robado los clavos,
los reyes han sabido postrarse al Vellocino de Oro, los burócratas
reparten los documentos como nombres a los pies del fauno,
y vas a decir "basta" un día, cuando creas que nada amontas contra la marea
sediciosa
que arrambla tus rocas negras contra tus cantos rodados.

Hay un mandala en mi mesa y un miedo seco en mis manos.
Hay un orbe de lamentos ahí afuera y sigo, y seguimos, lamiéndonos sólo
nuestro pijo.



domingo, 29 de diciembre de 2013

Awaken.

Despierto.
Y aún cabalgo.
Todavía me odian.
Aún maldigo cuando llevo a mis hijos
a la jodida Misa de Domingo....

Sé que fueron tantas decisiones incorrectas,
sé que pagamos por ellas día a día.
Aún me arrastro al trabajo y triunfo con el mal retribuido.
Los que mandan a la sombra allí me han condenado.
Me cago en todo, pero aún me levanto al grito de Cronos.

Tenía sólo veinticuatro años.
Pensaba que el amor lo podía todo.
Resultó que no lo pudo, y ahora llevo al pairo su estupor.
Los norays se quedaron sin chalupas a las que convencer.
Todos, todos, nos hemos hecho a la mar entre libros
de princesas muertas, de navegaciones
extraviadas.

Despierto.
Y aún navego.
Las gaviotas rajan los velámenes, horrorizadas.
Pero silban las drizas, y mientras Eolo insista
emproaré a tus últimas islas
de la esperanza.

sábado, 28 de diciembre de 2013

La aritmética del amor.

Antes en mis memorias yo no era el tenedor del acero,
antes no tenía explicaciones que ofrecer, antes mis tripas
eran las únicas derramadas
por los suelos,
antes era más el dolor de otros que mi propia codicia.

Qué ha pasado, qué ha pasado,
donde marré la derrota, dónde mis recuerdos límpidos,
dónde mis lesiones eritematosas, dónde el lamerme las heridas,
antes en mis memorias había un sendero cierto por el que deben vagar
los buenos hombres.

Neil Jordan ya me extravió a los diecisiete años,
mejor lobo y nocturno que en compañía de los humanos,
qué fue de aquel que lloraba en Madrid con mirada hacia el sudeste,
cómo he llegado hasta aquí,
cuándo he almacenado en este hogar kisch estos instrumentos de tortura,
cómo poder escuchar a Pink Floyd y no sentirme avergonzado.

La vida no es circular, pero nos devolverá las hostias.
Como a los estultos, ayer sólo el orgullo me sostenía,
como los hijos de puta, hoy me cobro mis triunfos en esa aritmética
más que dudosa
                           del amor.

Conciencia.

Este peso del pasado no se hace más liviano,
el pasado que se enreda en las raíces de todas las cosas,
el pasado reciente y tu sencilla autodestrucción,
negarse a uno mismo para pasar a convertirse en escoria.

Esta jodido gravamen no tiene cláusulas techo y se cotiza al alza,
esta hipoteca sobre tu alma lleva ya tremendas noches de impagados,
la ejecución judicial no te hará deshacerme de sus intereses a muy largo plazo,
estas anclas del pasado son sólo la morada de tus satánicos mejillones.

Todo ha salido mal de un tiempo a esta parte,
intentaste cambiar y resultó que tu enemigo te acechaba,
tu enemigo tiene tu nombre y tu cara y tu jodida avaricia por la felicidad,
casi todas las normas rotas y para qué, para qué,
se ha derramado el dolor por las pocas compuertas que creías aseguradas.

Así que enhorabuena, buen chaval,
que follar y engañar siempre fueron palabras muy humanas,
que te creías poco y has conseguido el milagro de los peces muertos,
shusis terribles a la mesa y tu último seppuku, el de los cobardes,
el del que abre el vientre del desprevenido en nombre de la propia
salvación.

Te sobran capas de honestidad, te dijeron.
Cuando te sobren capas de mierda nada habrá pasado.
Siempre quedará la impostura cibernética, tu postrero dominio,
el ancho rango del mundo nuevo
detrás de cada teclado y de cada ratón.

martes, 24 de diciembre de 2013

Creo.

No creo en Dios.
No sé si creo en Jesucristo,
si se inventaron al enemigo catalán porqué no idear un Jesucristo.
No creo en la bondad de los hombres.
Pero sí creo en que no me merezco a mis hijos.

Creo que soy tan odioso como mágico,
creo que aún mis padres darían su vida por mí,
creo que el Viento Norte agita las persianas de tantas casas vacías,
y sé que hay gentes en las putas calles de las ciudades,
no creo en la fidelidad del amor de tantos veraneantes,
no creo que la plazoleta de Cala Flores se vuelva a poblar de coches en invierno,
no creo que nos hayamos dicho la verdad,
quiero creerlo, pero no lo creo.

Decidle a la Navidad que hay gente muriendo esta noche.
Decidle que recoja el espumillón
porque hay familias hostiándose esta noche,
porque veo contratos administrativos llenos de oprobios,
porque los cónyuges se follaron a sus amantes y llegaron tocando las zambombas,
decidle a Dios que no nazca porque yo sé que lo van a matar,
decidle que no le necesitan los humanos que tienen Facebook.

Sí, yo creo en la Navidad,
sí, yo adoro los Villancicos.
Creo en el líquido orgasmo de las tarjetas de crédito.
Creo en las viandas de animales troceados en las mesas de los ricos.
Creo en el mensaje de Su Majestad y creo que hay quien se lo dicta.
Creo que toca jugar a ser digno de tanto en tanto.
Creo que disimular que nos importamos no nos hará mal,
es sólo una vez al año,
y besarnos y reírnos y cantar en la Misa del Gallo, sí,
es sólo una vez al año,
y de agoreros y falsos poetas y jodidos fedatarios de lo obscuro
ya tuvimos bastante.

Sí, habrá guerras y habrá yonquis,
la muerte será mañana la señora de la casa.
Pero no nos jodas la noche en que disimulemos, sinceros,
ser probos cristianos y echar dos euros al cesto.
Que es Navidad, leche, y Dios ha nacido al solsticio del invierno,
y sé que en Confesión blanquearemos ese podrido sarro
que se nos va amontonado en estos cumpleaños del dolor ajeno
en los pliegues más ocultos de las almas.



domingo, 22 de diciembre de 2013

Por qué.

Cómo ha sido.
Cómo, con qué,
espina,
roza,
cómo te he hecho tanto daño,
dice mi psiquiatra que me sobran capas de honestidad,
puto mentiroso,
marcharse, irse de uno mismo,
no hay norma que nos limite,
matacán de tus propios perros.

Lo siento,
de nada sirve lamentarse,
cómo, quién me habita, qué he hecho,
qué hacemos cuando nadie nos mira,
de dónde hemos sacado esta triple moral,
tres o cientos, olas de lija y diente,
antes era mejor mi propia sangre, ahora herir, doblar, caer
o ser caído,
me han mentido y miento,
me han zaherido y bramo, he sido yo sólo,
nadie a quien culpar.

Mitra.
Obispos negros pueblan nuestras misas.
Miedo, tanto miedo.
La moral resulta que es un trozo de mierda.
Me enseñaron a no hacer llorar.
Llantos, llantos como efigies,
nombres como lágrimas, heridas inciso-contusas, sables como nombres,
no era este el viaje, no era este el camino,
calmas de enero y futuro, mentir,
callar,
hostias a siniestro,
siempre a los otros,
fantasma, egoísta, ladrón, gran hombre,
quién, don Andrés, quien,
efebo de simples leyes y sencillas
y pequeñas
muertes.

Despedidas, tanto odio, tal dolor, asco, me das asco,
Navidades de besos falsos y buzos
de vómito
ahogado.

Por qúe, por qué, por qué.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Antonio y Ángel.

Espero más errores.
Hoy lo he visto claro, cristalino como décadas.
Yo no soy, yo no seré.
Yo soy todo lo que he sido, y me he equivocado.
Quiero ser sin que el pasado prepondere.
Los gilipollas del Zen te han dicho que tu mundo es tuyo.
Hacemos yoga kundalini y nos sentimos libres.
Pobres zánganos de otras guerras, pobres.

Yo no tengo derecho a llamarme otra cosa.
Yo soy Andrés Carrillo de las Heras, y soy un niño pijo.
Yo iba con los hippies comiendo salchichas crudas en busca de la realidad.
Eran tiempos en que aún todos éramos omnívoros.
Yo ni tuve los cojones de presentarme ante mi Tribunal de Oposición con mi melena,
recuerdo que la corté mientras lloraba y mi padre me abrazaba con esos ojos de saber,
y desde entonces ha sabido lo que es el dolor y el sacrificio,
y me he atrevido a leer con Antonio y Ángel cuando soy su limpiabotas,
y no soy nada hoy y recuerdo que me perdí en el Interail en Grecia,
recuerdo cómo de fácil me fue ir a pedir un salvoconducto a la Embajada,
cagando perdí en aquel hostal de juventud todos nuestros documentos,
sé que me acosté con muchas chicas pero no me las follé,
las Maristas me habían enseñado que mi cuerpo era mi templo,
las tocaba una tetilla y escribía a casa desde Nueva Escocia,
gilipollas, estulto, gilipollas.

Por eso esta noche vengo a pedir perdón.
Me he creído algo y todo lo fuimos antes, y el pasado es el santo y seña.
Vamos descendiendo, Antonio, Ángel, esa es la única verdad,
bajando el monte de Sísifo y que le den por culo a la piedra.
Éramos grandes, teníamos miedo, sufríamos por amor, dónde
dónde coño quedó el amor, que nos hicieron estos sofás y estas noches de invierno.
Tengo miedo, quizás nuestra sangre ha terciado en la puja,
quizás ya no somos esos tristes vándalos que querían pertenecer a la mar,
puede que digamos hermosas palabras en público y alguien se crea que aún valemos algo,
fuimos y sólo seremos si nos aceptamos, lesos, trémulos, superados,
sé que en mí hubo alguien grande que soñaba con matarse y creía que haría el bien,
sé que luego esas mujeres me dijeron que una felación completa era de su agrado,
todos mentimos, todos seguimos, todos en pos de la máxima distinción,
el gran poeta, el gran iconoclasta salvando los muebles, el río que nos lleva,
volvamos atrás, miremos de veras, abramos las ventanas,
aire de otoño nos quite veinte años, el cadáver del verano sea loado,
éramos, y por eso somos, y a nadie que nos escuche engañaremos,
hubo una época de la mala hierba, y sólo de ella vendrán
sin más condición que el perdonarnos
los frutales demoniacos que aún hoy den lujo a nuestros
últimos
jardines.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Llorar.

No estaba preparado para vosotros porque ni el vino anula la verdad,/
a fin de cuentas sé que a más de algunos les amonto un carajo,/
al fin y a la postre eso ni siquiera quiere decir que no seamos amigos/
(estas pistas saduceas de aterrizajes de la amistad, tan llenas de pedruscos),/
yo estaba de pie ante el micrófono, yo me sentía arrodillado ante vuestra presencia,/
yo releyendo a la rastrera resistencia del antes, del odio, del mal que es todo nuestro,/
la guitarra blandiendo sus lamentos y yo contando las miradas,/
tenía miedo, tenía frío, los jueces del arte son de fallos implacables,/
pero nada de eso acabó importando,/
sabed que somos mierda y en mierda nos convertiremos./


Ser y querer ser no son la misma cosa,/
somos semidioses lesos cual Lobezno perdió su inmortalidad,/
yo me habito por mis monstruos y todos hemos cerramos nuestras puertas,/
y, vale, sé que no escribo mejor que nadie, pero esa noche logré lo fácil e imposible,/
diréis que fue otra feria de la alharaca y de contarnos entre los nuestros,/
pero/
dos adolescentes de mi sangre quejosos vinieron a escuchar fricadas,/
y hubo un momento en que vi llorar a Isi,/
no me lo quiso decir, pero sé que se dio cuenta,/
que comprendió que su padre le quiere como adora al Levante ennegrecido,/
Lucía corría en rachas de mangas mojadas por el golpe de un poema trino,/
las Tres Marías de la ola de Septiembre fueron menos que mis torpes versos,/
y resultó que el verbo "amar" se alzó en tremendas declinaciones,/
y de qué sirve ser un hombre si no recoges ciertas siembras,/
ved a vuestros hijos llorar y curtid la piel muerta de vuestro escudo,/
ver a vuestros hijos llorar será el motivo de los años que queden por doler,/
un solo poema, la cursi vehemencia del querer, pero la lágrima,/
la pátina del negro pincel que ilumine nuestros lienzos del horror,/
mi vida corriendo en otras venas, mis pies abiertos en canal que han andado tanto/
por algo,/
la evidencia de la muerte que cede al volumen brutal del sollozo feliz/
y del abrazo vero.//

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Tic tac.

Hoy me he olvidado hasta del contemplar,
hoy he fluido a la prisa y al dictado del reloj, mucho he visto
y nada he saboreado,
hoy, como tantos otros días, me he olvidado de que la cuenta sigue hacia atrás,
de que me sirve todo este esfuerzo, de qué.

Los cartones de leche y los zumos para mis hijos,
mi nueva tarjeta del Sabadell-CAM,
la gorra pija que he cambiado por otra para la testa de Lucía,
la minuta de los delitos y las sentencias escanciadas,
la educación religiosa de los cojones y las clases de paddle de los hijos del heavy,
la siesta pautada y seis poemas que pude leer antes del aviso de la alarma,
por qué, qué hemos hecho de nuestras vidas europeas, nos ha caído la noche
sin admirar los colores del cielo, nos ha amanecido maldiciendo la obscuridad
y las legañas, se ha obrado el milagro del tiempo y de los dones
pero nos hemos follado
al predicador.



No me asombro, no observo, sólo miro y corro,
las siete de la mañana no son horas, diréis, para la belleza,
pero bien pocas son las ocasiones en que no hay lucha cerrada aún al mediodía,
y sí, pasa rápido Cronos con sus bombas racimo de mierda temporalmente correcta,
descojonándose de nos por tirar a la ciénaga del sinsentido
lo que decían que nos traería nada menos
que la felicidad.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Inimputables..

Hay en esta ciudad rincones donde potan los alcohólicos,
hay mozas de hendida carne eslava que duermen su pobre precio a la noche,
hay desgracias que no son de nuestro interés, hay camas en el Jesús Abandonado,
hay rumanos viviendo en campamentos de los que seguro no debemos fiarnos,
los libros de Sartre siguen poblando las mesillas de noche,
cada familia es una cédula anarquista y a buen seguro vendrán las bombas vecinales,
hay barrios de buena estirpe donde son un incordio tantos moros.

Yo mismo guardo mi libreta de ahorros de las zarpas de la honestidad,
me tomo los vinos con tantos que me creen un gilipollas,
deambulamos al libre albedrío mientras nuestros niños
les roban los chicles a esos esclavos chinos,
hay quién dice que esto no puede cambiar porque mandan los de siempre,
hay escuelas de buenos y de malos, hay hospitales para que agonicen los enfermos,
nos jode el que se ha muerto porque nunca pide permiso en nuestra agenda,
en esta ciudad los tanatorios tienen Papas negros y nadie piensa ser el próximo,
somos unos cabrones que simplemente seguimos residiendo en esta tierra.

Hay un gélido aroma en las lustrosas terrazas de las tapas del mediodía,
huele a pobre y a derrota en los pasillos del Juzgado de Guardia,
hemos comprado el boleto de la Cruz Roja y hasta donado unos euros a Cáritas,
recogemos las mierdas de los perros pero vamos dejando un rastro séptico,
nada mejorará porque nada podemos hacer, eso es cierto,
seguir circulando por las avenidas mientras sus carteles
se van llenando de casas de putas y de señores malnacidos,
disimular nuestro enojo, apretarle el culo a la vida, a fin de cuentas
de todo este bodorrio ya se fueron los novios con la pasta
y los cálices de la iglesia están manando agua amarga.

Pues somos inocentes, como nuestros padres lo fueron,
Dios bien sabe que estos políticos tienen la culpa de todo.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Crímenes.

Me habéis traído a mis semejantes a los calabozos,
esta guerra hoy se centra en la procedencia de decretar la prisión,
es cierto, me decís, que han robado a pincho de cuchillo y que han violado a las niñas,
e indicios hay de ello más que sobrados.

Sé cuál es mi misión, y soy buen arcabucero,
nombre tras nombre se vacía la agenda de las miserias y triunfa la legalidad,
pero me pregunto qué sería de mí si siempre hubiese vivido en la Calle Gitanillas,
puede que mis dientes, hoy vacíos de otros vicios, fueran las enormes cuevas de la cocaína,
puede que mi padre hubiere pasado mis primeros juegos en el trullo,
o puede que ahora fuera el máximo regidor local de un digno municipio,
es difícil saberlo cuando todo lo has tenido al golpe de las olas que protegen,
Cabo de Palos, dinero en la cartera, pelos largos para ser observado, faros que guían
al terrible mediodía.

Sí, decenas de historias que contar pasaron ante mis ojos,
este galeno acostumbrado no puede quitarse esos costrones de desesperanza,
los parientes se agolpan a las rejas del aparcamiento maldiciendo mis carnes,
Autos que hacen sonar grilletes y furgonas de seres aterrados,
me dices, sí, que he de aplicar a todo esto un pensamiento holístico,
que existen el circulo negro y blanco, el crimen y el castigo, pero, pero, pero
en estas vidas regaladas estafamos al alma con la caridad de los céntimos sobrantes,
nuestras espaldas merecen muchos más latigazos que estos inmigrantes sin papeles,
es fácil seguir fingiendo que la igualdad es un logro de la sociedad moderna,
y vuelvo a casa de noche con un conocido sabor a mierda en la boca, pues algo
no ha ido bien,
en las altas instancias judiciales se reparte el botín de los políticos en cargos de alto nombre,
y en la trinchera nos separan en buenos y malos, y a fe mía que habrá alambradas,
sierras para las alas del que se atreva a hablar, a salirse de este guión de penitentes,
para ellos, para mí, para todos.