Company of Wolves

Company of Wolves
Bark at the Moon

lunes, 30 de septiembre de 2013

Cansancio.

No son los años, no lo son, pero algo me pesa,
hay un cansancio que me cala las oquedades del alma,
hay un irremediable vagar de pasillos oficiales, hay unos botines desgastados
dando patadas en el culo de mi propia sombra...
me cuesta levantarme, habitante de las adelfas, víbora entre iguales.

La noche se desploma y hemos de sonreír, nadie
nos avisó de que esos mantenidos esfuerzos carecían de conservantes,
como jabatos empecinados hemos raído las costras de tantos árboles
y ahora el enemigo sigue nuestras huellas,
cañones recortados contra las sanguinolentas pezuñas.

Sí, me agota esta pelea que siempre pienso que no es la mía,
me ronda el hígado no sé qué licor corrosivo de despertadores y altas instancias,
y quisiera rendirme, darme a los pasos litorales, al solfeo de, por fin, mis propios
                                                         anómalos
                                                                        tiempos,
reconocerme en lo hundido, remedados los conceptos que creía mi roca firme,
ser por fin el promotor de estos mis edificios temblorosos,
caer, tumbarme, llamar en auxilio al viento frío y a la luz de los coños de los faros, decirme
que he perdido, admitir que tras los golpes crecieron hematomas, parar
o reventar.

jueves, 26 de septiembre de 2013

La teoría de la iluminación.

Yo no estoy nunca solo.
Yo tengo la música, bramando, varada, a proa y a popa.
Yo tengo a tanta gente a la que no merezco.
Yo hasta sé que todo esto es mentira, y que mis esfuerzos son vanos.

No decantar tanta evidencia es materia de cobardes.
Mejor quejarse, jodido Andrés, hasta de los gallumbos que te tapan el pijo.
Mejor que lo demás sea lo culpable, que mis dedos puedan señalar los oprobios,
que mi amor siga luchando por un mí mismo que se le niega.

Un tonto del nabo, eso es lo que eres.
Tú has cultivado pasas nocturnas pero has recogido uvas albares.
Te quejas porque tienes vida y vas a dejar de tenerla.
Qué será de ti cuando te invadan las últimas verdades.

Dios no existe, Andrés, no lo hace,
pero si existiera tú serías su Longino con tus clavazones de odio.
Darte vergüenza es sólo una escapatoria.
Ríe, coño, levanta de la mesa, cágate en todo, respira este ocaso del gran imbécil
que tan a hierro y año te has creado.


miércoles, 18 de septiembre de 2013

La Obra de Dios.

No soy tan poderoso como Dios.
Sé que sus claras palabras harán de mis hijos los suyos.
Poco puede el humano frente a la promesa de la eternidad,
la nomónica definición del pecado y del mal, el riego
determinado de las vetas más débiles del alma...
la Obra de Dios de nuevo comienza, horadando mis tres bases,
como cada septiembre.

Será por ello que os temo y a ratos os maldigo,
sesiones de estudio y clases de baile que preceden al oratorio,
equipos de fútbol masculino y siempre las niñas con las niñas,
esos pisos escondidos donde no se celebra a este padre vestido de negro,
esas jornadas de familia donde sólo caben los iguales.

Sé que algún día tocará perder, pero pienso morder todos vuestros cebos,
os he errado tantas veces que el incienso me huele siempre a miedo,
mientras tanto, deconstruyo cielos e infiernos y afirmo a mis hijos que sólo nos espera el no ser,
y temo que no me escuchen, pues el firme que ofrezco es un clavo afilado, un leño
sin acolchar y que nos da la hostia a la testa, la única hostia que yo mismo he conocido,
siempre el mármol y las cruces blancas contra la fauna cadavérica,
semejantes desventajas en esta partida de amarracos amañados.

Cuánto te temo, Obra de Dios, lagar de milagros y cilicios,
cómo convenceré a quien amo de que mi amor ha de morir.


viernes, 13 de septiembre de 2013

Pelopaja.

Entre tú y yo, me quedo contigo.
Tú, que das patadas a tus libros y cierras la obscura manga de las palabras.
Tú, que miras al atardecer y maldices a tu creador.
Tú, que manas excedentes de temor de niño y de lesiones de adulto.
Tú, que te emborrachas a la noche porque nada de esto tuvo nunca sentido.
Sí, entre tú y yo me quedo contigo.

Yo soy un náufrago que se agarró al último botarate,
yo soy un elenco de razones para sentirme orgulloso,
yo fui un necio que creyó que lo sabía todo, un lobo de ojos secos detrás del último árbol,
ando por los pasillos y saludo a los que me tienen asco, moro por las avenidas
y aún espero una mano en el hombro.

Tú ya sabes que la mano irá siempre a los huevos.
Pedir comprensión es el primer mandamiento de la debilidad.
A ti ya te importa un huevo esta inundación de la mugre, de la mierda
que nunca escampa.
Tú has entendido que este nunca será nuestro lugar.
Tú arrastras tu culo de hermosa áspid por ese mundo de humanos llenos.
Tú mandas postales y sigues cortándole tajos al frío.

Sí, tú ya nada esperas,
acaso que el rey de la informática siga haciendo sonar las músicas.
Sabes que el resto se tornará óxido y andaremos por sus filos
mientras yo voy recogiendo las razones del robín.
Preferirte no es una cuestión de matemática, el valor de sufrir no conoce de logaritmos,
tú caes en la zanja mientras yo tapo mis palmarios agujeros, y la verdad
es el fondo del pozo hondo, donde hemos depositado a tantos muertos,
donde por fin escribiremos los versos de la última razón,
páginas de alacranes que no tendrán piedad ni contigo
ni conmigo.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Llueve en Cabo de Palos.

Llueve en Cabo de Palos,
ha de hacerlo, pienso y, mal que nos pese,
el cielo tiene muchas formas de escupirnos su ansia, pero esta de hoy
es algo más que esa simbiosis entre la mar y las nubes en colores y nombres,
es pura nostalgia, es tristeza con el resabio del tiempo feliz, es cadmio
arrancado de sus últimas rocas.

Llueve en Cabo de Palos...
Las niñas pijas de cuerpos esbeltos y tetas pietras se marcharon, como siempre, a Madrid.
Decidme cómo llorarías si, siendo mar, les hubiérais lamido el coño todo Agosto,
visto su dulce ondear de cabelleras en las cenas de las risas junto al puerto,
contadme cómo sería si, de niños y de adultos, os prometieran su amor y. de pronto,
se alzaran estas plazas desoladas,
estas escaleras resbaladizas a la cala donde moran los fantasmas,
las últimas risas de los últimos polvos en Cala Medina.

Llueve en Cabo de Palos...
Acude el firmamento en socorro del océano acomplejado, sí,
se rebela el líquido elemento contra la evidencia de las persianas bajadas,
baldes de agua sucia se reparten en las puertas de los que aquí moramos, de agua negra,
de agua de últimas palabras y cenefas al tacto de las arañas,
de Septiembres de pubis ya no tan depilados y de cartas que no llegan, de marineros en paro
bajo las redes que siempre dejan hueco para la mentira.

Llueve en Cabo de Palos.
No es culpable la jodida Gota Fría, ni siquiera el Maestral, ni la soledad
de los espectros del borracho cuarentón y de su hijo en los altos saltos de Cala Reona,
llueve también dentro, hay galernas en el alma,
las discotecas vacías lamen el dolor de sus mármoles calados,
las últimas lecciones son siempre las mismas en este tajo pluvial...
llueve, y lo hace por tantos de nosotros, con cada gota una lesión
sin las plaquetas de la excusa y con el acre soniquete
de la tan repetida
traición.


jueves, 5 de septiembre de 2013

Despachos.

Si hemos de abusar de las letras habrá que pasear por sus calles,
orillear sus mares, ventear sus precipicios,
para tener algo que decir habrá que sentir el horror de tantos otros,
todo eso lo sé,y hoy mi pantalla sigue y sigue en blanco,
miro mis manos y las descubro llenas de azadas,
cavo y cavo bajo mis pies quietos sin hallar sino al hijo idiota de Sartre,
las piedras Sísifas me han ido chepando y las anclas salvadoras tornan en raíces esclavistas,
creedme, creedme si insisto, hemos naufragado a pesar de tantas leyes,
y desde los despachos oficiales parten las galernas mas poco horizonte se otea.

Por eso caigo, desciendo, en la ignominia de mis sensaciones,
pues son mis días un contemplar del odio de todos nosotros,
hermanos de familias encontradas, hijos de un Dios que se empeña en callar y callar,
una búsqueda de la mentira que acaba encontrándose,
y en este palacio los poetas son bufones, testificando el dolor de los vírgenes pechos magreados,
dando fe de los hematomas que sazonan todos los tactos,
heridas que poblarán las carnes de los días y de los que osen vivirlos.

Yo quise antaño seguir esta senda, y ahora acontece que termina en el Maelstrom,
Poe ya murió rabiando sus últimos centavos en aquel sucio arrabal advirtiéndonos,
los torbellinos no conducen a ninguna parte y las aguas más puras nos ahogan,
quisiera hoy hablaros de la tarde y del avefría que presencia cómo se acerca su tiempo,
narrar los nombres de las portezuelas y cómo hay manos cercenadas bajo sus aldabas,
pero quien vive para los demás pierde el brillo de sus propios apellidos,
y hoy soy hijo de la Nada, padre del vacío, y nada que contaros tengo, y me temo
que muchos somos putos Reyes Magos sin presentes, que ya sólo regalan el consuelo del insípido olvido,
extraviados todos
sin carbón siquiera que amonte en las capazas del amor y las arcas llenas de tantas,
de tantas
ausencias.

Ana.

Querría creer que tras lo que termina, algo comienza,
que el pensamiento positivo hará de mí una persona sin tanta ponzoña,
querría pensar que aún estoy a tiempo de modificar mi Natura,
y puede ser que el oleaje sea cosa del viento y que el frío sea hermano de la luz.

"Estamos aquí de paso", me decías esta tarde,
todo lo que tenemos es un montón de depósitos miserables,
como un alacrán al borde de las camas, acecha la Madre Muerte,
¿para qué preocuparnos por la tragedia de los seguros, últimos, ocasos?

Sabia es la savia que manan tus heridas, hermana,
te hiciste al espliego en medio de las terribles evidencias,
llegarán tiempos peores y hemos de gozar los que hoy corren
pero este jodido pésame se me resiste, y aún no es tiempo para llevarme coronas.

Mientras me quede aliento diré que estas mieles celestiales no mejoran el estiércol,
y estaréis conmigo en que nos engañamos con la matemática del que siempre resta,
con la indolencia del que ya sabe que maldecir será nuestro último refugio.