Company of Wolves

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Bark at the Moon

viernes, 23 de diciembre de 2011

Negra Navidad.

No creo...
No creo que nadie naciera en un portal,
ni siquiera se me antoja que ningún mago borracho viera una estrella fugaz,
no puedo creer que unos pastores hicieran otra cosa que cagarse en la noche fría de sus señoritos
                                       (y, si acaso, follarse a sus ovejas),
no creo que el invierno pariera dioses, ni que hubiera sino odio en el alma de los hombres,
no, lo siento, y me temo
que los fariseos simplemente han cambiado túnicas por sotanas,
que las luces y las bolas purpurinas solo ocultan rabias secas,
que queremos, deseamos, pero somos los Herodes de los nuestros,
y no creo, no creo, que nada tengamos que celebrar.

Acaso que alguien se va a atrever a decir un "te amo" (malditas palabras),
acaso que alguien mentirá mientras afila la lija de su sexo,
acaso que, como cada perro, nos lamemos el cipote mientras el otro resbala, acantilado,
acaso que al caer del vino descubriremos que valemos lo que rompemos,
o acaso nada...
felicidad, sí, nuestro deseo de papel de envolver (y mientras no nos jodan),
mientras no me pidas que alargue la mano o te abra mi carne repartida,
fiestas, sí, la del semen que anhela el secar de las lágrimas para encerar las caras,
escorrentías de limas falsas que abrirán las celdas donde debimos quedarnos, reos
inanes,
condenados ya a vagar sin entender, mientras de sonrisas
desdentadas
cargamos las alitas sucias, cuadernos emplumados de derrota,
de tanto ángel
caído.

5 comentarios:

  1. Me gusta cuanto dices y lo comparto por completo. Negra Navidad, sí. Lo demás es impura y puta hipocresía. Un abrazo, poeta togado. Y, por favor, sigue siendo tú.

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  2. Pues yo sí pienso decir "te amo". Pero no porque sea navidad. Porque mis alitas limpias me elevan más allá de unas fechas mentirosas. Por llevarte la contraria, hombre.

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  3. Antonio, las togas no hacen a los hombres. Ni las palabras, querido amigo. Los hacen sus propias obras. Y en las tuyas siempre he encontrado la mirra más preciada, siempre una sonrisa, un abrazo e incluso una buena bebida acodado en un bar. Seas loado.

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  4. Yo también "te amo", Pilar. Y si me llevas la contraria (cosa que es casi insana costumbre en ti), es que, sin revelarte en ese nombre incógnito, eres mi Pilar, la dama norteña de hermosas piernas y mejores escritos. No me lleves la contra. Llévame, mejor, al huerto.

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  5. Hola!

    Disculpa mi atrevimiento. Hace un tiempo, como triste, pero esperanzada conclusión de una entrada, creo que la primera (te confieso que me impactó tu blog cuando lo descubrí hace semanas, es tan “diferente”….), escribías esto: "Vuelve, doquiera, quienquiera, hazme daño, arráncame... pero vuelve”.Era una invocación desgarrada, pero creo que también una forma de sentirse vivo.

    De una manera “distinta” Raquel Lanseros, en su poema Invocación, lo describe así:

    Que no crezca jamás en mis entrañas
    esa calma aparente llamada escepticismo.
    Huya yo del resabio,
    del cinismo,
    de la imparcialidad de hombros encogidos.
    …………………………………………………………..

    Todos sentimos alguna vez (o varias) en nuestra carne las punzadas del fracaso personal, el desencanto, y las agonías del desamor.... Pero yo coincido con Pilar, siempre he creído que no hay que dejar de soñar con volver a pronunciar y escuchar esas "malditas palabras”, por muchas veces que tengamos que caer y comernos el fango (hasta Raquel ha confesado en alguna ocasión que a veces se ha sentido traidora del espíritu de Invocación). Porque siempre te vuelves a levantar, tarde o temprano, y tal vez la vida se compadece y te ofrece algo que, por efímero que sea, no querrías cambiar por nada en el mundo.

    Buena suerte.

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