Company of Wolves

Company of Wolves
Bark at the Moon

miércoles, 23 de julio de 2014

Pasados.

Debió haber un tiempo en que éramos algo más,
una época en que no estuviéramos siempre
siendo medidos,
catalogados,
indagados,
dulces momentos en que pudiéramos ser nosotros sin otro temor
que el quemar de las heridas, que el riesgo de la honestidad,
debimos ser jóvenes y acaso debimos ser hermosos.

Y cómo hacer que esas arenas arriben a esta costa de los muertos,
que Las Negras vuelvan a ver tetas y pijos entre sus calas hippiosas,
cuándo aceptaremos que no somos tan de puta madre como nos dijeron,
cómo sonreiremos al comprobar que el mayor pecado
fue el de nuestro propio olvido.

No soporto esta estructura de la gran mentira, quiero
volver atrás, a los castillos sin mazmorras, a los lares sin cimientos.
No me ayuda la autocomplacencia.
Me hacen daño los halagos y esas taimadas cartas 
de presentación.
Quiero empezar sin un nombre, sin un lugar el que aspirar,
sin otra arma que las manos ya arrugadas y el corazón cicatricial
pero aún vivo.

jueves, 17 de julio de 2014

Mentir.

Hoy he degustado la palabra miedo.
Hoy he declinado el verbo mentir.
Sé que todos lo hacemos tras estas barandillas del dolor.
Sé que todos nos daremos la espalda algún día.

La soledad es esencia de caminos sin salida, de cruces
de vía muerta y tren descarrillado, el silencio es urdimbre
de brazos de macramé deshilachado, de tactos que asquean a los cirros
de la noche, de penes que no debieron penetrar los barracones
vacíos hasta de la ausencia, de tarjetas de crédito que compran
lacónicas
un trozo de tiempo en medio de ninguna parte.

No me importa admitirlo, he sido yo.
Yo el que ha tensado las cuerdas del violín de los suicidas.
Yo el que ha destrozado los sujetadores en el balcón de lo prohibido.
Yo el que blandió el alfange que atravesó al amigo.
Nada de lo que dije fue cierto, nada
salvo que las metamorfosis del horror son certeras, que es fácil
levar el ancla enfermiza y abandonar el puerto de la comodidad
judeocristiana.

martes, 15 de julio de 2014

Liras.

De cómo soy no puedo hallar explicación.
Sé que no soy lira, pero me sé clavo,
púa, daga, hostia,
me sé obscuro como los nombres de Legión,
prefiero potar con Sartre que cantar con Jodorowsky,
y hace tiempo que conozco que Dios nos desertó
y que "te quiero" ha pasado a no significar
absolutamente nada.

A nadie he de agradar con mis sucios cantos.
Nadie comprenderá por qué me afirmo en la senda de la errata,
por qué mi luna es roja y mi mar temible y mi cama una roza
vieja y abierta,
y hay noches de estío en que sé que estoy de más,
hay vacíos en las botellas de cerveza que no llenan las risas,
la luz insiste en instalarse sobre la paz de los campos y los poetas
maceran en mentiras los amargos licores de la hermosura,
pero esta tarde yo valoro la invalidez de esta niña de veinte años
que no comprende aún cómo acabó con su carne retorcida sobre la carretera del verano,
y hay un clamar de todos los números, y el dolor se me antoja una cuenta de alfileres,
y estoy solo frente al baremo de la miseria y de las fracturas lumbares.

Miro por estos ojos y las banderas se vuelven astas.
Me dicen que los grandes hombres han conseguido el equilibrio.
Y dónde mi saciedad, dónde al fin bajaré los brazos,
dónde el verso que troque en alegría toda esta angustia,
cuándo una vida sin columnas de osteosíntesis y una noche
sin el terror
al día siguiente.