Company of Wolves

Company of Wolves
Bark at the Moon

sábado, 14 de junio de 2014

Esclavismos.

De nuevo se repite la regla del mercado.
Tienes siete kebabs y esclavizas a los tuyos,
a tus hermanos venidos desde la polvorienta Asia.
En este mundo mejor, en estos turnos de catorce horas,
de siete días a la semana a cambio de comida y un rincón para dormir,
pero no nos equivoquemos, estos no son tus empleados,
la Inspección de Trabajo sólo te encuentra a ti dado de alta,
estos están allí como tantos paisanos, les ha traído un cliente
para tomar esas jodidas tortitas
que repartes con carne cortada al rito de Mahoma y coca-colas sin que siquiera
se te caiga la cara de vergüenza,
y es que tú nunca emplearías a gentes ilegalmente,
lo que hicieron contigo no lo repetirías a los tuyos.

Por eso cuando el cuchillo corta la mano ha sido un accidente doméstico,
la Seguridad Social es un invento de apoltronados occidentales,
y hay que sonreír aunque tanta mierda se oculte entre los dientes,
por ello si el negocio va mal todo el mundo va a la puta calle,
a pedir por vigilar los coches de los ricos,
les dijiste que este era el paraíso de las oportunidades, el lugar donde empezar,
y ahora tus valientes les parten la cara si a alguno se le ocurre mentar la palabra salario,
y las noches y los festivos saludan vuestra permanente apertura con ojos vidriosos,
que estas pieles paquistaníes no conocen del llorar, que son peores
el desierto y los coches-bomba, que eres el papá grande y generoso que les das ropas
y les dejas comer de tus migajas.

Años trabajando y al final sólo las nóminas del odio,
prometiste esos contratos con los que se alcanzarían los documentos oficiales,
ahora vendes a tres mil euros el poder aspirar a poner la jeta en un NIE,
son estos asquerosos españoles que no entienden del éxito del empresario,
y aunque el juez te cierre los negocios siempre tendrás testaferros aterrados,
y yo no creo que Alá te vaya a llevar con sus setenta huríes aunque pises las mezquitas,
aunque sí estoy seguro que te has ganado a pulso, día tras día, Kebab a Kebab,
el título que da nombre y habilita al siempre digno ser humano.

1 comentario:

  1. Durante años, junto a mi casa, en un bajo, decenas de chinos trabajaban de sol a luna. Puertas cerradas a cal y canto. La puerta principal con mirilla. Nochevieja y mirabas... las luces seguían encendidas en el lateral. Dormían posiblemente debajo de la maquina de coser que movían todo el día a cambio de comida, de alojamiento. La policía actuó en varias ocasiones, pero inexplicamente a los dos días, todo seguía igual. Recientemente otro lugar igual fue objeto de noticia en Murcia. La realidad es que es el patrón se repite por doquier. Españoles en fabricas clandestinas de conservas en la Huerta de Murcia. Kebabs sin apenas higiene. Y la pregunta... Dónde están los que deben velar por evitar eso?. Dónde están los inspectores de Trabajo que envían citaciones para que vayan a sus lujosos despachos a perfilar las inspecciones. Dónde están los que tienen que velar por el cumplimiento de la ley y miran para otro lado. Por qué exigir el cumplimiento de la ley a veces se convierte en una pesadilla en un mundo donde el caos organizado finalmente se apodera como la hiedra de las personas y las convierte en aceptantes de una realidad burda, absurda e insufrible? Quizás los del kebabs sean una cabeza de alfiler en un mar de estulticia.

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