Company of Wolves

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Bark at the Moon

jueves, 5 de junio de 2014

Putas.

El negocio parece bastante sencillo.
Les cobras a esas pobres chicas dos euros por quince minutos de cama.
Si se exceden en el servicio, la sanción es de cinco euros.
Ellas se quedan con el resto y con todo el asco, tú simplemente
eres un jodido empresario y has alquilado un piso en el Barrio del Carmen.

En tu libreta de anotaciones hay más de veinte nombres de mujeres,
más de veinte tumbas abiertas a las pollas de la gentuza más despreciable,
vas anotando sus oprobios diarios, sus enlaces de novia negra en tus malditas páginas,
y a fin de cuentas luego lo podrás negar todo porque te dirán que tienes derecho
a mentir.

Yo no entiendo una parte de todo esto.
No acabo de comprender cómo te acuestas por la noche y no revientas.
Hay algo extraño en tu serenidad mientras te aferras contra lo evidente,
tu tranquilidad de bigardo que sabe dónde están y quiénes con sus hijos,
tu seguridad en que nadie se irá de la lengua o perderá
algo más que la vida que ya se les fue, algo más que sus noches de parásitos sociales
y de hombres que merecen ser colgados por los mismísimos cojones.

No lo puedo concebir.
Esa calaña que se ha repartido siete veces hoy a Hafiza,
esa sinfonía de condones moribundos que les cobras y consigues de la Cruz Roja,
ese agarrar los pechos y apretar las ingles en el último estertor,
quién es más cabrón, tú o quienes te pagan la farlopa,
no me entra en la cabeza que se esté violando a las gentes que no tienen otro camino,
que en las Rondas de Murcia la publicidad imperante sea la de los prostíbulos,
que nunca hagamos nada y nos riamos cuando hablamos de las putas,
lo veo diariamente y creo que los alacranes son bondadosos,
que la escoria que somos tiene tantas capas como las cebollas secas
que ya no lloran de tanto haberlo hecho.

Será que me estoy haciendo viejo.
Será que el dolor tiene forma forma de mujer y voz de seda rasgada, será
que el abandono tiene documentos de identidad extranjeros
y carne macerada al bendito sol de España,
será que somos unos hijos de puta bien occidentalizados.
Tiene que ser eso, sí, y es horrible
que no exista Dios para meteros por el culo un bate de béisbol por toda la merecida
eternidad.

2 comentarios:

  1. Reflexión en voz alta, Sr. de la Orden, con la contundencia característica y desgarro expresivo. La maldad nos envuelve hasta extasiar las mentes. La explotación humana pervive per secula seculorum. Las escenas se repiten a lo largo del globo terráqueo.La "escoria que somos tiene tantas capas como las cebollas secas que ya no lloran de tanto haberlo hecho" . Es duro ser espectador de la realidad y verla como una película lejana, pese que a veces esté sucediendo pared con pared, calle con calle, barrio con barrio donde aun tenemos la osadía de salir a respirar el aire fresco de la mañana.

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  2. Gracias por tus palabras, Joaquín. Desde luego, los lobos son más piadosos que lo que nosotros somos con nuestros semejantes. Lo llevo mal. qué duda cabe. Y de ahí estas vomiteras.

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