Lo diré en sólo dos minutos,/
es un don vergonzante tener el pie sobre la arena,/
el pecho bajo el cielo y el clavo enrobinado del sol libertario,/
la vida se descuelga y nosotros con nuestros cencerros,/
la ola prosigue y no acertamos en su desalojo./
Y poder acompañar a la muerte en su retirada de cada hora,/
y ceder la mortaja a la mandrágora y a su cuerpo sepulto..../
Tener suerte es materia de idiotas, pero hoy estamos vivos,/
y casi podremos alcanzar una sonrisa,/
una tregua de ansiados silencios,/
el silbar de los alfanges contra la niebla de la rabia y el odio./
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