No te lo perdono.
Ni tu maldita Capilla Sixtina siquiera durará para siempre,
y cómo yo voy a leer todos los libros y a lamer todos los rocíos,
a abrir los ojos cada nueva mañana en otro nuevo de los páramos
que cayeron de tus manos,
qué nos va a quedar de tantas ansias salvo morir rabiando,
o ese consuelo de los fedatarios que prefieren pensar que esto no
tendrá un final,
no, no te lo puedo perdonar.
¿Porqué coño no hiciste de mí un bonobo,
un animal peludo que se pajeara viendo pasar sus días, con la
dulce,
con la hermosísima
ignorancia de que cada día serán menos los juegos de manos?
¿Quién te doy permiso para darme conciencia de este ser?
¿Qué monstruo has engendrado, Prometeo insatisfecho,
paria de la física cuántica y ladrón de los últimos hadrones?
No puedo resignarme.
Miro la mar y sé que estará allá cuando me haya ido.
Huelo la mierda y sé que permanecerá más allá de este mundo.
He venido aquí para alimentarme y cagar, para reír al atardecer
de los amigos que también son carne contingente.
Era mejor la nada precedente.
Más dulce el olvido antes que el jodido recuerdo.
No te perdono, no, y ni bramarte, ni clavarte en la palabra “hijo
de puta”
es un consuelo,
no, no me será suficiente con odiarte.
Absolutamente genial tu forma de rebelarte contra NADA, Si es que existiese ese dios (no se me alcanza) sería un cabrón o un cachondo entregandonos libertad y mismidad para mearse viendo como somos incapaces de hacernos con su mecanismo. Mucho daño debimos hacerle para castigarnos de esta mala manera. Menos mal que contamos con agudos como tú que son capaces de desenmascarar la chanza. Que te escuche el común no es asunto tuyo. Yo si te escucho.
ResponderEliminarTe echaba de menos, Pedro. Sé que son tiempos revueltos (casi todos lo son), y no habrá Dios que nos libere del yugo del dolor. Quizás, sólo quizás, lo que nos duele nos hace más fuertes, pero desde luego es lo único que nos hace seguir vivos. Gracias por tus palabras, amigo.
ResponderEliminarNi bramarte, ni clavarte en la palabra...
ResponderEliminarPero que bueno eres jodido, mi beso.
Improperios y expresión chulesca en un buen relato.
ResponderEliminarSaludos, y enhorabuena por la estética del blog.
Te sigo.
Gracias, Jorge. Y jodidamente buena eres tú, reina de Cehegín.
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