Hoy no tengo nada sobre lo que escribir.
Hoy soy el afortunado que sabe que su vida no es suya,
y empero se enreda en los sargazos de sus días metódicos y repetidos,
nada nuevo bajo el sol, amigos,
no quiero a buena parte de la gente que usa mi nombre,
no me resigno al triunfo del mal cuando el mal vive en mis chozas,
le pido al dios en quien no creo que venga a levantarme de la siesta,
y me cago en el dios en el que creo por habernos dado la conciencia,
nada nuevo, en verdad, siempre esta permanencia del deseo, ya
tan
deshilachado.
Rebeliones que observo, poetas sociales con razones para la ignorancia,
manos llenas de monedas que callan bocas tan llenas de mierda cual soflamas,
todo en una ruleta apática de lo que ha sido y seguirá siendo,
nada sobre lo que escribir, todo lo mismo, la jodida luna, el sucio mar, la triste ventisca
de los años,
cuéntame, María Teresa, cuéntame tú
cómo has hecho para seguir latiendo entre esta escoria
que nos puebla, nos domeña, nos alumbra,
años y años cerrando el peso de las anclas que nos hagan encallar en el silencio,
barcos al pairo del dolor y sin embargo tu sonrisa, tus dedos de madre creadora sobre el tiempo,
tu ingente persistencia,
tu misterio de alegre muñidora a pesar de mordiscos tan agrios,
tu sangre de arrabales que no ha yacido en la desesperanza,
tu mirada osada contra tanto piano que se ha ido acallando...
No lo entiendo, no, y quizás por ello
al fin y al cabo sí que exista algo sobre lo que escribir.
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