Otra vez...
Al llegar la convivencia sólo conviví conmigo,
pasos de procesión pagana, penitente de marmóleas sonrisas,
y me hago suavemente poco, y me disuelvo, receloso
testigo de tanta ausente presencia,
y huir, y correr, y gritar.
Recuerdo de pronto que no compré las putas pilas AA,
tan sencillo hubiere sido al pasar de galletas y zumos,
como madre soltera me olvidé de los orgasmos, y tal rapaz
es el tiempo, arena toda
extendida en los velorios presuntos de la prevaricación administrativa,
y compruebo que en mi morar sigue oliendo a ti,
que varados los cítricos efluvios de mi dosificador
(esas dos putas pilas AA, hadas de pomelo para mi hogar-despacho,
catas agrias, levas de naranjo, huertos funerales,
tardes de primavera de mi cama-sarcófago, sueños húmedos)
sigue un olor a sal vieja en los documentos penales, en las postales de mi antaño amante,
y entre este lamento voltaico sigo aquí,
regalando mi apariencia al labio y la impostura,
repostero empeñado en el cuajar del desamor,
queriendo lo que no tengo y teniendo lo que no quiero, y no quiero
nunca, hostia, nunca más
quererte,
mercaderes del vino y la Viagra,
almoneda de las pollas que quedaron al pairo
de tus derivas.
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