Quiero cambiar.
No quiero ser yo.
La tristeza que no sea mi vereda.
Sabor agrio que salga de mis dedos.
Quiero correr.
Kilómetros hacia el Norte en mi coche de alfileres.
Escuchar esos gritos, los de las guitarras, los del extraño habitante.
Volar, subir, estamparse contra la verdad.
Dejadame, por favor.
Debo huir, quiero mudar mis dientes por piedras,
no sentir, dejadme, rendir mis banderas,
vacío, quedar hueco, loas del ciego, cantos al sordo.
Otro, sí.
Un nuevo áspid para el campo helado.
Ni nombres ni lágrimas,
barlovar a la boria, blanca, nívea
(o muerta).
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