No rozar, tocar pero ensuciar,
no sentir, reir pero perder,
cada lenta hora que vivimos debajo de las notas del péndulo
tal la caída y la yedra que invaden los últimos
faros
de las presencias.
Salta, pues, al vacío de las inexistencias,
a los hoteles poblados de la sílfide violada,
de la colcha fracasada,
regalo palabras mas sólo cubro nuestras vías de agua,
el sentido es un arcano que ni siquiera
concedo
a tus labios.
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