Sé bien
que un plato de cazón en adobo puede ser el todo,
el mundo dispuesto en los barriles de "El Pinchoso", cuando
el sol abarca el anchurón de los brazos, y tus ojos de terciopelo
dudan de quién es a quien hoy tienes delante,
sé bien que a eso se limita el vivir,
que el viento nunca ha espantado a los pantanales,
y lo sé porque hay un trazo de pintura verde en los esquifes,
porque el llorar puede ser el abridero de las almas,
porque hoy empieza el resto de este dudar y tropezar,
porque a la tarde los bancos de calamar celebran sus autos de fe,
porque hoy mis relapsos pasos serán sentenciados a las Normas
del setenta veces siete
y de esta marea que, por fin, a veces,
cesa
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