Hoy me he olvidado hasta del contemplar,
hoy he fluido a la prisa y al dictado del reloj, mucho he visto
y nada he saboreado,
hoy, como tantos otros días, me he olvidado de que la cuenta sigue hacia atrás,
de que me sirve todo este esfuerzo, de qué.
Los cartones de leche y los zumos para mis hijos,
mi nueva tarjeta del Sabadell-CAM,
la gorra pija que he cambiado por otra para la testa de Lucía,
la minuta de los delitos y las sentencias escanciadas,
la educación religiosa de los cojones y las clases de paddle de los hijos del heavy,
la siesta pautada y seis poemas que pude leer antes del aviso de la alarma,
por qué, qué hemos hecho de nuestras vidas europeas, nos ha caído la noche
sin admirar los colores del cielo, nos ha amanecido maldiciendo la obscuridad
y las legañas, se ha obrado el milagro del tiempo y de los dones
pero nos hemos follado
al predicador.
No me asombro, no observo, sólo miro y corro,
las siete de la mañana no son horas, diréis, para la belleza,
pero bien pocas son las ocasiones en que no hay lucha cerrada aún al mediodía,
y sí, pasa rápido Cronos con sus bombas racimo de mierda temporalmente correcta,
descojonándose de nos por tirar a la ciénaga del sinsentido
lo que decían que nos traería nada menos
que la felicidad.
Siempre que te leo o te escucho siento escalofríos, primo. Eres bestial.
ResponderEliminarEnhorabuena por ese poemazo! Te quiero.
El amor es mutuo, prima. El amor, que puede más que el tiempo.
ResponderEliminarQuerido Andres buscamos siempre fuera lo que no hayamos dentro.Solo es cuestión de volver la vista.Un abrazo.
ResponderEliminarYo cuando miro dentro no veo grandes cosas, Antonia. Ojalá tuviera esos dones para poder gozar de la vida hacia el interior. Mis monstruos me habitan. Un besazo, Antonia.
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