Dice Freud que no he superado mi etapa sádico-anal,/
como niña contra sus heces, me insisto,/
me penetro,/
me descubro,/
agujeros, simas contra la mayor obscuridad, el receptor hueco, mohoso, de mis dedos,/
y dice Freud que mi sucio padre es el culpable de estos placeres de nena guarra que ahora me trae la tarde,/
pero Freud era un judío que no sabía de mis dobles/
aminículos de profundo/
cárnico/
látex.
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