Company of Wolves

Company of Wolves
Bark at the Moon

martes, 26 de agosto de 2014

La Galera.

Hoy he nadado a La Galera,
Isidoro en los veinte pescó a su sotavento,
Andrés en los treinta besó a Cornelia a su sombra,
mar de Lebeche calma para Isidoro
en los cincuenta al bucear en su cueva,
Andrés mozo en los ochenta la miraba,
oía su voz al olear, su largo pesar salino,
Isidoro en los dos mil se arrojó al mar desde sus saltos.

Todo esto ha sucedido.
La Galera seguirá al pasar de nuestros espectros.
Sigo siendo ese mozo que no entendía el porqué y el adiós.
Hoy os recuerdo, hoy sé que os tengo,
et de profundis clamati.
Dónde, dónde habéis ido.

lunes, 25 de agosto de 2014

Pecados.

Se me antoja que debo padecer de la vista,
claramente las conchas no se están llenando de cadáveres,
ni los coños de las muchachas se echan las cartas para adivinar quién los lamerá,
después de las tardes el orto de la luna no debería producirme tanta desazón,
y es difícil colegir que detrás de agosto deban de rumiar los alacranes
(al menos necesariamente).

Todo esto conlleva una cierta misión de deshumanización,
resulta que yo soy sólo yo porque prefiero darme golpes en las ingles
antes que entrar a Misa Dominical a rezarle a ese que me hizo tan raro,
me abruma que mis congéneres se rían mientras sabemos que nos acabará comiendo el miedo,
y como resulta que no soy monógamo soy un montón de estiércol bienaventurado,
y como calzo largos pelos la gente me contempla con desconfianza,
debo pues ser un hippy pijo que vende ropajes orientales y gana un dineral,
o quizás un embajador de esas repúblicas de mierda del amor libre que siempre cobra tributos,
son tantas las preguntas que voy a dejar esto de la escritura 
(dirán tantos que con buen criterio)
para pasar a hacer tratados acerca de los vasos que zaherirán a las muñecas,
acerca de las muñecas que sorben líquidos seminales en las discotecas de neón,
en relación con los zahoríes togados que son tan ignorantes como para lapidar a los demás,
sobre las calas de la Nochebuena donde Jesucristo perdió el gorro mas no la inevitable soledad,
y callaré de una jodida vez y trataré de decirme que sólo soy fruto de la muerte en los palangres,
que querré a tantos como sepan darme un buen jetazo a tiempo y un empujón al tajo de la vida,
al fin y al cabo somos lo que callamos y nuestras ganaderías muestran cuernos abundantes,
ego te absolvo a peccatis tuis,
sí, egos encaramados, básculas que dictan las Normas de la beldad, rapaces trajeadas,
y cuántos capazos de temor hay en una sonrisa, y cuántos errores capitales
se acumulan en el sarro de las almas.






lunes, 18 de agosto de 2014

Taiji.

Mar de rojo.
De rojo sangre.
La imagen que no puede ser real.
Dicen que no hay gentuza tan grande en este mundo,
decís que de algo han de comer vuestros hijos.
Pero ahí están las lanzas, los machetes, los arpones,
la bahía de la muerte, los presos
de la costa, la saña y el indefenso, y sigue, cada año,
la matanza, sin otra excusa, de nuevo y pronto
la masacre del buen hermano azul
varado en vuestra alevosía, en nuestra vergüenza callada de pertenecer
a la misma especie.

Pescado a la mesa de los japoneses,
pescado fresco, de dolor reciente, del horror
como el mejor de los sabores.
Cetáceos con el rictus de la risa, niños que aplauden
en los espectáculos de los acuarios, predadores,
somos predadores sin piedad, los guardianes
de esas almas despiezadas en Taiji, aletas, vísceras,
y empieza septiembre con el bramar oceánico,
con los gritos de espanto de la playa y el réquiem
del verano, con el alarido anulado
de nuestra pasmosa indiferencia.

Qué más hemos de ver, qué más
nos diréis que es un suceso inevitable,
quién más morirá destripado en esas playas,
soldados desconocidos de vuestra puta guerra, quién más,
cuántas veces más, hasta teñir
de  razón
a esta omnívora cúspide del espanto
y la cadena alimenticia.

miércoles, 13 de agosto de 2014

Barquichuelas.

Hay delante mar de Lebeche,
hay dentro costras queloides,
ropas usadas, años pasados,
no entiendo dónde estuvo el error pero este no era el lugar,
ni esta voz remanente era lo esperado, ni estos calendarios
iban a controlar los pocos pasos que ya pudiera dar.
Y está delante el mismo Lebeche, esquizofrénico
contra las mismas rocas.

Miro la pantalla y no puedo decir otra cosa,
este no era el momento, este no iba a ser yo,
antes la ilusión nadaba cada día hasta la Isla del Mero,
antes la luna de agosto rielaba tras el rolar de los vientos,
no luché por esta escena, no viví para este maldito
CONFORMISMO,
para añorar esas extintas barbacoas, para sucumbir a lo evidente,
a que nada hemos podido cambiar y a las pupilas dilatadas
como último refugio
de nuestras barquichuelas
decadentes.



miércoles, 6 de agosto de 2014

Marillion.

Seis meses tenías,
alguien te dejó tirado en la puta calle, y dicen
que molestabas a los vecinos,
dos años fue tu condena en el Centro de Zoonosis,
entre el olor a Zotal y a muerte, en esa jaula
con otros siete animales hacinados al azar de las visitas
caprichosas.

Hoy iluminas el sol que me alumbra por las mañanas,
hoy mordisqueas mis pies en la cama y das sentido al trabajo
en mi salón, hoy señoreas la noche y tienes nombre de viento,
de felino acechando a las culebras, de fidelidad que apabulla
al sentido humano de las palabras,
eres cadena rota, eres el maullido contra el silencio, eres
la razón de que hable solo, el motivo
de que entre estos muros haya brotado la sonrisa.


Te nominé en honor a una música extinta, y dicen
mis hijos que solfeas con tu largo rabo
el verbo agradecer,
mas yo sé quién debe dar las gracias, sé
que has llenado de pelos mis camisetas negras y de calor
las mazmorras de las almas ancladas
a la mar, como tú, abandonada.

domingo, 3 de agosto de 2014

Acantilado y cincuenta.

No te engañe el Lebeche, no,
bramando tras el acantilado, décadas sin número,
rabiando sobre las olas contra la carne de los niños,
no te equivoques, no lo hagas,
esta piel ya no es la que adobaba el sol,
estas melenas ya comienzan al otro lado del olvido,
mareas, alcuzas secas, balcones al vendaval,
no te está hablando a ti, le habla a los nómadas del nuevo tiempo,
a los que saben de sobra que eres viejo y que llegó la época
siempre traicionera
de las guitarras y las noches de luna empapada.

No añores el Levante, no lo hagas,
las piedras de las calas desplazadas por las prisas
de esa mar horrorizada por las lemurias de septiembre,
nada esperes,
pescadores ahogados saben de los faluchos por los que singla la muerte,
redes de arrastre y las presas que hoy tienen nombres y apellidos,
no ansíes el Levante, nunca fue nuestro,
piensa en el antes y atérrate al después, comprende
de la insignificancia del instante, de la impertinencia del existir,
quema incienso a los únicos dioses que siempre
te han devuelto su desdén misericorde,
reza tu plegaria pelágica a la segura canción postrera
de los vientos.