Company of Wolves

Company of Wolves
Bark at the Moon

lunes, 30 de junio de 2014

A salvo.

Estoy a salvo.
Los mandos del televisor y del DVD me protegen
a la noche.
Los procedimientos penales mantienen mi mente ocupada
en lo accesorio.
No tengo porqué pensar.
No tendré que analizar que esta tarde el cielo por fin abrió su tristeza.
La rambla de aguas lodosas se llevará otro trozo de mi tiempo,
nada pasará, nada se atreverá a ser novedoso.
Y yo estoy a salvo.
La botella de Coca-Cola me alimenta, los "Paradise Lost" siguen sonando,
demostrando que estuvimos hechos para la obscuridad.
Las lámparas se encienden, el odio por mí mismo equivoca sus llaves,
llegará pronto la uva para colmar las copas de poderosas razones.
Nada he de temer.
He pagado mi hipoteca y estos muros aún sostienen la farsa

Cazón.

Sé bien
que un plato de cazón en adobo puede ser el todo,
el mundo dispuesto en los barriles de "El Pinchoso", cuando
el sol abarca el anchurón de los brazos, y tus ojos de terciopelo
dudan de quién es a quien hoy tienes delante,
sé bien que a eso se limita el vivir,
que el viento nunca ha espantado a los pantanales,
y lo sé porque hay un trazo de pintura verde en los esquifes,
porque el llorar puede ser el abridero de las almas,
porque hoy empieza el resto de este dudar y tropezar,
porque a la tarde los bancos de calamar celebran sus autos de fe,
porque hoy mis relapsos pasos serán sentenciados a las Normas
del setenta veces siete
y de esta marea que, por fin, a veces,
cesa

NO ME RECONOZCO.

No me reconozco.
Mis venas cada vez más marcadas, mis arrugas señoreando
estas músicas que son el último tratado contra la depresión,
han pasado los años y sólo he anhelado lo que no tenía,
han pasado lustros de miedo, de rencor ante las inevitables sanciones,
los colapsos de la vida cuando caen las hojas de la tarde, disimula,
disimula,
este día será como tantos otros y tus amigos te han desertado
a tu solo ejemplo.

Llenemos nuestros anaqueles de souvenirs, de libros que saqueamos,
cerremos las cortinas antes de que la noche nos vea en estas desnudas
realidades, la piel caída de Newton y la pira en la que aún no ardemos,
todo se andará, la parca no nos olvidará, los cementerios perderán las cruces,
sigo cagándome en Dios por su macabra broma,
y no muevo estas costumbres que me llevarán a la gloria.




No importa.

No importa, de veras, no importa.
El verano viene pariendo tanto dolor, se tumba sobre los andrajos
de tanto pasado pleno de tatuajes olvidados,
el estío nuevo se bate esta tarde en truenos, y mientras
la vida de los otros sigue ocurriendo, los "IQ" celebran
su amplia minoría, su derrota sinfónica que pocos seguirán,
y por fin lo aceptas, gritas
que vencer es ceder, que todo era grande
antes de la época de las piscinas,
que tantos temarios y tantos procesamientos no han ayudado,
y no, no tiene importancia,
contar de nuevo hacia atrás y apartar de las manos los alfanjes,
saltar sobre las lozas del amor y tirar la báscula por la puta ventana,
retornar a Cabo de Palos y llorar ante las persianas echadas,
todo puede volver pues todo lo has perdido, meticuloso como dicen
has sido en la destrucción de todo lo que trajera alguna luz,
siquiera
el último y tardío fulgir de las cuadernas al sol que se oculta.
No es el final, Andrés, no lo es.
Dios no existe y sin embargo su bondad aún nos dará nuevos días
sobre los que volver a sembrar y equivocarnos.

sábado, 21 de junio de 2014

Mudra.

Algo ha salido mal respecto a lo previsto.
En mis camisetas encuentras la estrella de Baphomet,
los sábados por la mañana me sorprenden escuchando a Black Sabbath,
su doom metal aparece como la última verdad de esta trama,
miro la cara a los cantantes muertos y se me antojan seres tan dulces,
algo se ha quebrado en estos desvíos secos del derrotero inicial.

Creo que fue cuando comprobé el significado real
de términos tan respetables como mérito y capacidad,
creo que fue cuando a mi amigo le quitó aquel político los frutos de su esfuerzo,
sí, aquella tarde en que llamó el gran jodedor para decirnos que éramos magníficos,
que debíamos seguir partiéndonos la polla en la vanguardia,
creo que fue cuando supe que este baluarte lo habían construido los hombres
y que todo se terminaría cayendo.

Mientras tanto, sigamos haciendo daño a los nuestros.
Todavía tenemos a quien nos ama y podemos tratarle como una mierda.
Todo lo que otrora perdonamos nos lo acabaremos cobrando.
Y los psicólogos asertan que esta visión sesgada es obra de nuestra debilidad, 
de nuestra consciente y egoísta senda, de nuestra fácil huida hacia la desmotivación.
Y digo yo que qúe coño sabrá nadie del dolor que se hace fuerte 
tras las cristaleras.

De nuevo y de nuevo, querido Iommi.
El nuevo mudra ha de ser, por fuerza, el auténtico.
El dedo medio extendido y mirarnos, fijamente,
al espejo.

Venid.

Venid.
Prometo ocultaros la verdad.
Seremos amigos al sur envenenado,
al caer de las bragas sin un solo beso.
No cabrá ni la muerte en los aljibes, nunca al albor 
os arrepentiréis

Before the rain.

Esto que siento escuchándoos...

La verdad es sustractora, 
la presencia es de hoy y sólo de hoy,
un día menos, siempre un día menos,
y qué hacer por asiros, qué pinzas apretar contra vuestro vuelo,
cómo os nominaré, cómo haré por recordaros cuando todo se haya ido,
qué llanto de bajo y guitarra doom, qué lamento de última sirena...

Lo habéis entendido mejor que nadie.
Antes de la lluvia estuvo el petricor, tras la avalancha
sólo la desolación.
Qué hacer para que nunca os vayáis,
cómo lograr que siempre sea domingo,
cómo alejar a la jodida muerte que dices que da sentido a todo esto.


sábado, 14 de junio de 2014

Esclavismos.

De nuevo se repite la regla del mercado.
Tienes siete kebabs y esclavizas a los tuyos,
a tus hermanos venidos desde la polvorienta Asia.
En este mundo mejor, en estos turnos de catorce horas,
de siete días a la semana a cambio de comida y un rincón para dormir,
pero no nos equivoquemos, estos no son tus empleados,
la Inspección de Trabajo sólo te encuentra a ti dado de alta,
estos están allí como tantos paisanos, les ha traído un cliente
para tomar esas jodidas tortitas
que repartes con carne cortada al rito de Mahoma y coca-colas sin que siquiera
se te caiga la cara de vergüenza,
y es que tú nunca emplearías a gentes ilegalmente,
lo que hicieron contigo no lo repetirías a los tuyos.

Por eso cuando el cuchillo corta la mano ha sido un accidente doméstico,
la Seguridad Social es un invento de apoltronados occidentales,
y hay que sonreír aunque tanta mierda se oculte entre los dientes,
por ello si el negocio va mal todo el mundo va a la puta calle,
a pedir por vigilar los coches de los ricos,
les dijiste que este era el paraíso de las oportunidades, el lugar donde empezar,
y ahora tus valientes les parten la cara si a alguno se le ocurre mentar la palabra salario,
y las noches y los festivos saludan vuestra permanente apertura con ojos vidriosos,
que estas pieles paquistaníes no conocen del llorar, que son peores
el desierto y los coches-bomba, que eres el papá grande y generoso que les das ropas
y les dejas comer de tus migajas.

Años trabajando y al final sólo las nóminas del odio,
prometiste esos contratos con los que se alcanzarían los documentos oficiales,
ahora vendes a tres mil euros el poder aspirar a poner la jeta en un NIE,
son estos asquerosos españoles que no entienden del éxito del empresario,
y aunque el juez te cierre los negocios siempre tendrás testaferros aterrados,
y yo no creo que Alá te vaya a llevar con sus setenta huríes aunque pises las mezquitas,
aunque sí estoy seguro que te has ganado a pulso, día tras día, Kebab a Kebab,
el título que da nombre y habilita al siempre digno ser humano.

Domingo.

No tengas miedo.
El domingo vuelve aunque la baraja sea de espadas.
La mar no se irá ni siquiera al caer de tu tiempo.
Es el Día del Señor aunque el Buen Amo haya muerto.

Sal de donde estés y di tus nombres propios.
Hoy reiremos y seremos sombras de nosotros mismos.
Ten fe, ya es tiempo de velar al invierno en sus plazas.
Sé sed, sé piel a gangrena abierta, sé verso sin heridas,
sé mentira aunque las mentiras duelan.

jueves, 5 de junio de 2014

Putas.

El negocio parece bastante sencillo.
Les cobras a esas pobres chicas dos euros por quince minutos de cama.
Si se exceden en el servicio, la sanción es de cinco euros.
Ellas se quedan con el resto y con todo el asco, tú simplemente
eres un jodido empresario y has alquilado un piso en el Barrio del Carmen.

En tu libreta de anotaciones hay más de veinte nombres de mujeres,
más de veinte tumbas abiertas a las pollas de la gentuza más despreciable,
vas anotando sus oprobios diarios, sus enlaces de novia negra en tus malditas páginas,
y a fin de cuentas luego lo podrás negar todo porque te dirán que tienes derecho
a mentir.

Yo no entiendo una parte de todo esto.
No acabo de comprender cómo te acuestas por la noche y no revientas.
Hay algo extraño en tu serenidad mientras te aferras contra lo evidente,
tu tranquilidad de bigardo que sabe dónde están y quiénes con sus hijos,
tu seguridad en que nadie se irá de la lengua o perderá
algo más que la vida que ya se les fue, algo más que sus noches de parásitos sociales
y de hombres que merecen ser colgados por los mismísimos cojones.

No lo puedo concebir.
Esa calaña que se ha repartido siete veces hoy a Hafiza,
esa sinfonía de condones moribundos que les cobras y consigues de la Cruz Roja,
ese agarrar los pechos y apretar las ingles en el último estertor,
quién es más cabrón, tú o quienes te pagan la farlopa,
no me entra en la cabeza que se esté violando a las gentes que no tienen otro camino,
que en las Rondas de Murcia la publicidad imperante sea la de los prostíbulos,
que nunca hagamos nada y nos riamos cuando hablamos de las putas,
lo veo diariamente y creo que los alacranes son bondadosos,
que la escoria que somos tiene tantas capas como las cebollas secas
que ya no lloran de tanto haberlo hecho.

Será que me estoy haciendo viejo.
Será que el dolor tiene forma forma de mujer y voz de seda rasgada, será
que el abandono tiene documentos de identidad extranjeros
y carne macerada al bendito sol de España,
será que somos unos hijos de puta bien occidentalizados.
Tiene que ser eso, sí, y es horrible
que no exista Dios para meteros por el culo un bate de béisbol por toda la merecida
eternidad.

martes, 3 de junio de 2014

Últimamente.

Últimamente me duele.
Escribo y compruebo que me vive algo deforme,
algo horrible que depreda en las reglas de medir,
lo que no sé explicar y rasga la palabra miedo.

Intento hablar de la mar, de los jirones de la lluvia.
Pero hace un tiempo que todo el verbo es ceniza, que la cima
del éxito tiene cadáveres sin enterrar,
que valoro mi dolor por la cuenta del "me gusta",
que añoro que vuestra opinión me importe un pijo.

Puede que simplemente ya os lo haya dicho todo.
Puede que, al fin y al cabo, esté muriendo en esta estulta lucha
contra mis propias curias negras.
Las amuras de mis naves como flancos indefensos.
A quién le importa, joder, a quién le importa.