Company of Wolves

Company of Wolves
Bark at the Moon

sábado, 22 de febrero de 2014

Amistad.

Encontrar entre los labios los que supuren la verdad,
nombrar de entre los brazos los que recorrerán distancias,
andar por las calles y no desconfiar del desigual,
ni siquiera Jesucristo podía ver dentro de las almas.

Yo aún no he aprendido de este gnomónico arco de los relojes de sol,
sé que hay astros obscuros y mares en los que espera Leviatán,
el dolor a veces viste de hermano y la muerte se ceba en las sonrisas,
quiero lameros, quiero palparos, impúdico, por dentro, debo
recoger esta colada raída
que nos vista de la acaso innecesaria gema
de la amistad.

Tanto daño nos han hechos esas lisonjas que escondían las pócimas,
los invitados a la mesa que sólo deseaban tus titulaciones oficiales,
mas tanta luz se ha colado por las rendijas de estas cales y estos cantos, tantísimas
manos que, en silencio, han levantado sus muros frente a tus puertas cerradas,
todo por protegerte de las costras pustulares de la maldita
sabiduría.

Sí,
vendrán saltos de fe y habrá ángeles negros que recojan
tu vuelo.

martes, 18 de febrero de 2014

El hábito.

Nos hemos habituado al horror,
Kurtz no es tan impresionante río arriba de la nada,
es sólo la muerte de los miles y el llanto de los todos,
el odio y la raza generan sinergias indudables, y vivimos dentro de nuestros mundos,
niños protegidos por fronteras, por leyes, a salvo de los idiotas
que pretendan pensar que todo pudo ser de otro modo.

Probablemente sea cierto que el esfuerzo tiene su recompensa,
mas cada día veo a emperrados luchadores rendir sus cabezas al alfanje,
incluso temo que no siempre la distribución de los panes haya sido limpia,
y mañana os condenaré conforme a las leyes de los hombres,
seré inflexible pues para ello me pagáis,
pero hay grajos negros custodiando las estadísticas, lentejas de pobre
y racimos de hermanos sin papeles en los picos de esta Campana de Gauss,
somos todos iguales, sí, aunque a ratos se me antoja
que todas esas doctas frases son una grandísima mierda,
y mientras tanto la verdad que rezuman los atestados va adoptando
forma de congénere, y seamos sensatos, el reparto de lo escaso
siempre deja sus migajas en los mismos lagares.

Decidme, pues, que el pesimismo es mi compañero de cama,
que estoy equivocado y hay mareas de esperanza,
que la justicia se administra
en nombre de este pueblo que nunca, nunca jamás
se equivoca.

viernes, 14 de febrero de 2014

Débiles.

Todo se ha ido al carajo.
Me dicen que me estoy volviendo un blando,
un carenado mástil de pailebote burgués que sólo sabe hablar del amor,
un puto cursi.

Qué cojones sabrán ellos.
Fui yo el que estudié seis años en Madrid por respeto a mis padres,
que no se dijera del chaval de provincias que no podría con las dos carreras,
yo sé lo que es el amor,
yo pasé llorando el verano del 1983 en las rocas debajo de El Mosqui,
sí, ella me había cambiado como un cromo, y no abrigaba interés por su coño,
eso era demasiado veraz para hacerse presente,
yo sólo la había besado...

Venían las olas.
Siguen llegando.
Dicen que soy un roto porque cumplí cuarenta y seis años,
porque no me queda espíritu para mandarlo todo a la mierda,
para bajear en la depresión y seguir mirando a las olas llegar,
decidme que tengo que ser una persona equilibrada,
decidme que no tengo que pensar que no cumpliré otro tanto,
mis trajes sólo ocultan la hebra desconsolada de un hombre que perdió su sitio,
dónde estoy, porqué lo sigo haciendo, por qué
trato de ser perfecto, y casi lo consigo, en este mundo
que tiene mis días contados.

Yo prefiero que las olas sigan llegando,
yo no quiero verlas, pues me despellejaría contra los acantilados,
quiero quitarme aquello de lo que me he vestido, mis amigos
venían a verme, lloraba y verseaba, cursi,
lúcido,
tremendo,
ella me había dejado y nada más importaba.

Ahora los teléfonos suenan y la delincuencia económica puebla mis costas,
no soy Chinaski pero no veré la salida salvo en el vino,
decidme que no podré soportarlo, yo no soy un poeta, yo soy
un cacho de carne sin ojos, soy un enfermo del alma, ella me dejó, sí,
las cartas han ondeado en bastos y hay quien me quiere comer la polla,
hay quien cree que he perdido eso que nació conmigo, la dulce derrota,
el mar del otro lado,
la voz gutural del invierno que siempre vence, siempre llora,
quiero volver, quiero perder, retroceder a la carne viva, clamar que no fue suficiente
iros, pues, a la mierda,
aún mojo las teclas del portátil mientras escribo,
no es semen su nutriente, sino mis lágrimas,
tengo miedo porque sé lo que me espera,
medallas, palmadas, moriré antes de rendir,
un gilipollas, como vosotros, como los que simuláis que esto no duele,
ella me dejó y me enseñó el envés de la vida,
ella me dejó y me dijo que nada de esto estaba controlado,
que vengan las olas, que inunden los campos, que reclamen su territorio,
él no importa, yo no existo, Tánatos será nuestro dios, será por fin
cierto,
que vengan las olas, que pueda hincar mi rodilla, por fin,
que alguien sepa que soy del todo humano, que soy del todo erróneo,
hay que decir polla y coño y puta y mierda para que nos hagan caso,
poetas, altos baluartes,
poetas, pútridas cárnicas,
yo soy de bilis, yo soy del viento, y el viento ha muerto,
el viento yace en las alas ensangrentadas de las gaviotas,
llegará el día, y quiero decir cómo me llamo,
la casamatas abiertas, los cañones recortados, la savia última, la herida,
herencias mientras reímos y mármol mientras andamos...

ella me dejó, y aún hoy ríe por la sal de los adarves.

jueves, 13 de febrero de 2014

Desconocido.

He comprado jarapas y colchas de vivos colores,
cubrir mesas y sofás ha pasado a ser una obsesión,
tapar el suelo que pisé por primera vez hace tantos años ya,
retirar de mi memoria las muestras mobiliarias de la victoria,
el imperio de Ikea que me recibió cuando decidí ser grande y solo,
he transformado este piso en el mortuorio abigarrado de mis recuerdos.

Almaceno libros y flores ajadas que se me regalaron,
conservo nombres y postales y fotografías de tiempos peores,
me he vuelto ordenado y hasta me cambio de ropa interior,
soy un perfecto gilipollas que lleva una vida inmácula,
pago mis rentas, actualizo mis pensiones, tengo una agenda
para no olvidarme de estas señales de mi tanatomorfosis.

Sólo dedico al consuelo de estas palabras minutos aislados,
he dejado de gozar con mi pelo largo y mis anillos,
mis hijos crecen y adoran a su padre,
el metal extremo me está jodiendo el oído izquierdo,
me gustaría saber quiénes son, a la quiebra, mis amigos,
no creo en el amor y sin embargo amo y elijo y hasta río.

Dónde, dónde cojones he extraviado el camino,
quién me convenció de que un día para mí era un día perdido,
quién llenó mis anaqueles de farmacias milagrosas,
dónde quedó ese mozalbete que lloraba viendo a Neil Jordan.

De dónde mana el silencio que me puebla cuando tú
no estás.

domingo, 9 de febrero de 2014

Mercenarios.

Llegará ese día.
Os pediré perdón por la ira y la memoria,
por tantas palabras guardadas entre sucios algodones,
por devolver el odio con desprecio, por cada vez
que no he sonreído, por cada noche que no me he amado,
tantas son las razones para la penitencia.

No siempre soy quien quisiera seros,
me mora un habitante que tiene mil disfraces,
cómo se encuentra el alma entre estos baúles de deshechos,
quién nos llama por nuestro nombre al final de la jornada.

Seré humilde, y aún habré triunfado.
El último abrazo no será el que haga caer las ropas.
Seré torpe, seré lego, seré el que aprenda de vuestra derrota,
la mar tendrá mil caras y los faros aún guiarán la sal
de los besos, sin embargo, ciertos.

jueves, 6 de febrero de 2014

Inferior.

Hoy otra vez sólo escucho a Michael Nyman,
sus notas agónicas en el papel helado de la media tarde,
en la lectura pausada de todos los males del hombre,
en el orto que se vence a babor mientras zozobra la chalupa,
mi chalupa,
las manos sin armas y las velas sin viento.

Creo que me he pedido logros en demasía,
me arramblo a las puertas de las iglesias y maldigo,
no puede existir quién ha hecho de mí este desecho,
y nadie reparte culpas mejor que el jodido hacedor ciego,
que yo mismo.

Van pasando los meses, y sé que voy a fracasar,
me empeño contra la costa de mi propia aporía, me resisto
a admitir que a la caída cesarán los labios de las buenas intenciones,
vendrán los golpes de la ira, la uva podrida y el cardo en la sien, la afirmación
por fin
de que nadie se hizo para medir a nadie,
hablarán de mí como del hombre que no se calzó por los pies,
pero aún hoy toda esta farsa me sostiene, y nado
y nado
a salvo de la ropa que cubra la vergüenza del que se creyó más y fue
maravillosamente
inferior.

sábado, 1 de febrero de 2014

Añoranzas.

No estaba previsto.
No íbamos a envejecer.
Íbamos a ser felices, éramos hermosos.
El crespinillo no habría de manchar nuestras ropas.
En ese barco nunca íbamos a tener que partir.

No sé cuando todo se hundió, pero sé que hoy somos
pecios innombrables, navegaciones abortadas, sierras
certeras.
Debió ser cuándo creímos que esta vida era toda nuestra.
Tuvo que ser cuando, verano y barbacoa, respiramos y el Lebeche fue
perfecto.

Por eso os ruego que volvamos.
Aún no es tarde para secar nuestra pus.
Como niños, regaremos Cala Flores de sangrías derramadas y nos bañaremos desnudos,
no importará la estación, pues el frío nunca fue el enemigo pero hoy
hasta el Jaloque trae poliedros de hielo y sangre y nos hemos faltado al respeto,
olvidándonos, cesando en esas risas telefónicas que nunca se debieron interrumpir,
dejándonos ir como adultos al mundo de la soledad que atrona.

Debería de estar a nuestro alcance.
Yo tiraré los pleitos a un lado y vosotros simplemente
me perdonaréis.