Company of Wolves

Company of Wolves
Bark at the Moon

viernes, 14 de febrero de 2014

Débiles.

Todo se ha ido al carajo.
Me dicen que me estoy volviendo un blando,
un carenado mástil de pailebote burgués que sólo sabe hablar del amor,
un puto cursi.

Qué cojones sabrán ellos.
Fui yo el que estudié seis años en Madrid por respeto a mis padres,
que no se dijera del chaval de provincias que no podría con las dos carreras,
yo sé lo que es el amor,
yo pasé llorando el verano del 1983 en las rocas debajo de El Mosqui,
sí, ella me había cambiado como un cromo, y no abrigaba interés por su coño,
eso era demasiado veraz para hacerse presente,
yo sólo la había besado...

Venían las olas.
Siguen llegando.
Dicen que soy un roto porque cumplí cuarenta y seis años,
porque no me queda espíritu para mandarlo todo a la mierda,
para bajear en la depresión y seguir mirando a las olas llegar,
decidme que tengo que ser una persona equilibrada,
decidme que no tengo que pensar que no cumpliré otro tanto,
mis trajes sólo ocultan la hebra desconsolada de un hombre que perdió su sitio,
dónde estoy, porqué lo sigo haciendo, por qué
trato de ser perfecto, y casi lo consigo, en este mundo
que tiene mis días contados.

Yo prefiero que las olas sigan llegando,
yo no quiero verlas, pues me despellejaría contra los acantilados,
quiero quitarme aquello de lo que me he vestido, mis amigos
venían a verme, lloraba y verseaba, cursi,
lúcido,
tremendo,
ella me había dejado y nada más importaba.

Ahora los teléfonos suenan y la delincuencia económica puebla mis costas,
no soy Chinaski pero no veré la salida salvo en el vino,
decidme que no podré soportarlo, yo no soy un poeta, yo soy
un cacho de carne sin ojos, soy un enfermo del alma, ella me dejó, sí,
las cartas han ondeado en bastos y hay quien me quiere comer la polla,
hay quien cree que he perdido eso que nació conmigo, la dulce derrota,
el mar del otro lado,
la voz gutural del invierno que siempre vence, siempre llora,
quiero volver, quiero perder, retroceder a la carne viva, clamar que no fue suficiente
iros, pues, a la mierda,
aún mojo las teclas del portátil mientras escribo,
no es semen su nutriente, sino mis lágrimas,
tengo miedo porque sé lo que me espera,
medallas, palmadas, moriré antes de rendir,
un gilipollas, como vosotros, como los que simuláis que esto no duele,
ella me dejó y me enseñó el envés de la vida,
ella me dejó y me dijo que nada de esto estaba controlado,
que vengan las olas, que inunden los campos, que reclamen su territorio,
él no importa, yo no existo, Tánatos será nuestro dios, será por fin
cierto,
que vengan las olas, que pueda hincar mi rodilla, por fin,
que alguien sepa que soy del todo humano, que soy del todo erróneo,
hay que decir polla y coño y puta y mierda para que nos hagan caso,
poetas, altos baluartes,
poetas, pútridas cárnicas,
yo soy de bilis, yo soy del viento, y el viento ha muerto,
el viento yace en las alas ensangrentadas de las gaviotas,
llegará el día, y quiero decir cómo me llamo,
la casamatas abiertas, los cañones recortados, la savia última, la herida,
herencias mientras reímos y mármol mientras andamos...

ella me dejó, y aún hoy ríe por la sal de los adarves.

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