Company of Wolves

Company of Wolves
Bark at the Moon

lunes, 28 de octubre de 2013

Lou.

Sé bien que lo somos,
prisioneros de nosotros mismos hasta cobrarnos nuestras leyes,
nunca fuimos reos tan dispuestos a la condena que cuando nos callamos,
y de ti sólo hemos hablado cuando era tarde,
tú has reducido lo que eras a fracturas conminutas, a despieces evidentes,
no encuentro el camino a casa, Lou, ahora que tu guitarra me sabe a fúnebre,
los mitos se van y las radas del invierno se quedan, y todo,
todo es muerte en el algar.

Yo aún hablo, amo, acaricio,
la piel se me antoja trófica al saludo de otras dermis que ya no están,
fantasmas luchan por sus nombres contra nuestros seres quelonios,
de antifaces y de escudos hemos poblado las salas de estar, pero os digo,
os lo digo y me duele, es tarde,
los mitos se mueren y nadie los recordará, dadle tiempo a Dios
y Él solito se ocupará de acallar tantas canciones tristes,
de tantas madres a las que arrebatan a sus hijos,
de reducir Berlín a cenizas y los vinilos en la bilis de Belcebú,
nos la han jugado, Lou, tú has ido primero y todos
acabaremos siguiéndote.

Por eso no me toquéis la polla con eso de la eternidad,
aquí a nadie se le recuerda para siempre,
el pellejo será obra desmontada y el sucio bulevar el campo de los zombis,
ahora como histéricos le cantamos al hombre que habló de la magia y de la pérdida,
pero habremos de dejar caer sus banderas, y encontraremos otro petimetre, Lou,
en nuestras barcas siempre habrá polizones, admirados capitanes del desastre,
a fin de cuentas el horror está servido y el camposanto repleto,
y hoy será verdad que tus ladies siempre dan las buena noches, casi por última vez,
cuando tus posters ajados ni sirvan para encolar los váteres hediondos
de nuestros elevados reinos,
de estos tus últimos prostíbulos
donde la heroína sea la señora de la casa y las hienas de la muerte
sigan ladrándote en vano, sólo, sólo
de momento.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Vergüenza.

Dicen que el hombre es bueno por naturaleza.
Yo poco sé de eso, poco sé,
pero sí sé bien que estamos rodeados de cerdos egoístas, de piaras perfumadas,
que cada día se hace de noche para todos pero sólo pensamos en nuestro camastro,
que abundan las legiones del dinero y del poder, y que Dios hace tiempo se rindió,
sé que Dios ya no quiere cuentas con nosotros.

La muerte se ha instalado en las primeras residencias,
los niños agonizan de hambre y damos calderilla para el Domund,
los genocidas campan a sus anchas y tenemos misiones humanitarias,
los perros del hortelano se comen entre sí y contamos los sexos que libamos como éxitos,
sé que Dios hace tiempo que se arrancó las orejas, que se avergüenza
tras una hoja de parra de lo que el infortunio ha creado.

Dicen que el hombre es malo porque así lo hacen los demás.
Yo poco sé de eso, pero hace tiempo que mis perlas son las negras.
Yo veo que los animales asustados sólo enseñan sus defensas,
yo sé que los hombres asustados siempre encuentran la culpa en otro,
dicen que la amistad y el amor son pruebas de nuestra superioridad,
dicen que hemos construido máquinas horribles que no nos hacen falta.

Yo poco sé de nada.
Miro al Mediterráneo y veo una fosa común de inmigrantes,
de pateras naufragadas sin nombre ni ley cierta.
Observo los destellos del faro y me hacen daño en el alma.
Hay gentes optimistas, y me dicen agorero, triste, repetitivo.
Pero yo suelo ver a las mejores gentes en mis calabozos.
Creo que hay un Papa en Roma que se lleva las manos a la cabeza,
y sé que hemos evolucionado a la ablación del gen sobrante
de la vergüenza.



domingo, 20 de octubre de 2013

Hijos míos.

La rabia y la ansiedad son caballos tremendamente negros,
predominan en los coches en que los padres quieren abofetear a sus hijas,
campan cuando los siete días de la semana pertenecen al trabajo,
son siempre la negación de nosotros mismos.

Caer bajo sus recuas es el falsete de tanto inevitable,
pues todo tiene un tiempo y sólo estamos hechos de carne,
no te engañes, imbécil, las pastillas no te sacarán de esta,
de aquí sólo saldrás con las manos esclavas de los vientos.

Le necesitas, Sisebuto, lo necesitas.
Tiempo para ti, aunque sea tiempo de invierno.
Risas para ti, aunque haya que entablillarlas a los huesos rotos.
Que los demás hablen, que sus lenguas te azoten, que maldigan tu espalda.
Nada vale, Lisardo amado, la manta que cobije del frío de tu boca
a tus propios hijos.
Nada lo vale.

viernes, 18 de octubre de 2013

Corrupción.

Id
cerrando las manos, id clavando las uñas,
parid el dolor contra el sueño, contra el emisario de la Muerte,
alguien está desgranando contrataciones públicas y pronto nos veremos en ellas,
nos estamos pudriendo en las algias de la prevaricación, y creo en ello que hay algo
que nos pertenece.

Tomad alcoholes duros para domeñar los párpados,
invitaciones oficiales y propuestas económicas, expedientes
de grandes ingenierias para el estercolero, para la colección
cierta de los últimos mamíferos, de las últimas combinaciones del ADN
de los corruptos, de estas consecuciones de la naturaleza muerta y empedrada,
todo amañado para el mantenido imperio del hormigón de los amigos, sólo
de los amigos.

Llegará la hora de la verdad, mas todo se habrá olvidado.
La justicia pare hijos que antes de hablar ya calzan veinte años.
Esfuerzo en vano, el poemario de las firmas falsas en los atestados acusicas,
sí, íbamos a ser grandes por mérito y capacidad, dijimos, hoy hienas elegantes,
sordas filípicas de tantos que aseveran que sus medallas
las ganaron siempre limpiamente.


martes, 15 de octubre de 2013

Otoños.

Tengo miedo a otro año de otoños y equinoccios,
de distancias calculadas a los reproches de la mar,
tengo miedo de volver al imperio de las camisetas interiores,
me siento pequeño ante el avance del deber cumplido.

Sé que en breve los termómetros hablarán de funerales,
no habrá lugar para el vino y las risas en las plazas,
zánganos obedientes, produciremos, giraremos la rueda,
el invierno nos traerá la muerte ya anunciada de Cristo.

Otra vez en el trueque de lo esencial por lo necesario,
los amigos del verano callarán al otro lado de los teléfonos,
las agendas señorearán nuestras horas, carillones y encefalogramas alocados,
no podremos evitarlo, otra y otra paletada a la tierra removida
de nuestras propias tumbas.

sábado, 12 de octubre de 2013

O de la alegría.

He escrito un poema triste (cómo no),
era hermoso, era cierto, mas lo he borrado,
y es que la noche se me instala en los ventanales pero eso no es malo,
por ellos miraba Bukowsky pajeándose
al sentarse de las faldas de sus vecinas,
he dictado diez sentencias pero ya me he perdonado,
en horas tomaré unos vinos antes de ir al cine,
resulta, pues, que van a existir motivos para la alegría.

Sé que hay niños con cáncer y que me duele el alma,
sé que efluyen ríos de sangre del vomitorio de las plazas,
sí, sé bien que la depresión es un estado que se instala y que la prensa me miente,
pero (qué carajo) mi sombra aún ocupa un espacio en estas calles,
Alberto ha ido a la tienda pero sólo ha robado siete libros,
y hay gentes que saben que para sonreír hay que apretar mucho los dientes.

Otro día daré paso a las oligarquías del dolor.
Bien es sabido que tras las esquinas abundan asechanzas, que Satán
puebla los dormitorios de las cruces y las estampas de la Virgen.
Pero hoy resulta que tengo hijos y tengo techo y tengo polla que erosionar,
y de tantas alcuzas de miseria hoy voy a escoger la del Aceite
de Lorenzo.



Certidumbres frías.

Hoy sí quiero hablar de cómo me siento,
quiero contarle a alguien que hay certidumbres frías que se asientan tal el otoño,
que quisiera dejarlo de hacer, callarme por fin quién se ha comido las uvas,
que no importe que unos labren y otros sieguen, y que nada nos iguale
a los hombres y mujeres que van ladrando madrigales por las calles,
lobos escocidos a la mutación de sus dientes en palabras.

La escoria tiene un paso lento y firme,
la soledad rezuma por los ventanales a pesar de las pajas de Bukowsky
(ni las vecinas de trajes ceñidos podrán consolarnos, maestro),
el silencio se amontona en los bares a los gritos de las damas borrachas,
el dolor se instala en las camas de los hospitales de donde huyen las visitas,
te tienden la mano pero es corto el café, y las caras tienen forma de espaldas
y las espaldas ámbitos de traición.

Nada de esto que yo digo es nuevo...
Soy un gilipollas que no sabe trabajar para vivir, que no sabe siquiera escribir
para gozar, y no estoy solo, y eso no me hace sentir mejor:
los periódicos cada día nos inundan de mentiras, los prebostes se lustran los zapatos
con el sudor de sus iguales, sólo la sangre es de verdad, sólo la sangre,
y de esa hay riadas, efluentes de las puertas de tantas y tantas casas
de bien.

Diréis que estoy instalado en el inmundo pesimismo,
pero vos no habitáis el mundo de los platillos de las balanzas,
sé que existe el amor, y que el sol está ahí arriba y debería ser suficiente,
pero las tardes se me hacen iguales y hay acantilados a los pies distraídos,
caídas con nombres y apellidos y tartas de cumpleaños de las que no salir ilesos.


domingo, 6 de octubre de 2013

Santa Muerte.

Cada día hay que elegir,
a paso lento o a saltar, volar la rayuela directos al ocho o esta seguridad
cobarde, el seguir, continuar
ese camino del bosque donde no se aparean los cerdos,
cada día hay una opción y rara vez osamos.

La inútil permanencia es nuestra mejor aliada...
Tenemos leyes, tenemos ética, tenemos viales de insatisfacción,
todos queremos más pero nadie deja lo que tiene, camas
como refugios, leñas frente al invierno, zapatos de alta suela
y esas largas púas del tiempo agazapadas en la ruta.

Un día de estos voy a irme lejos, decís,
un día de estos voy a ser quien soy, sí,
un día de estos me voy a follar a mi vecina, sí,
cualquier día machacaré el despertador, cualquier día
saldré al campo o a la mar y gritaré, pues me prometieron la caza
y soy yo la presa, voy a romper el báculo con el que me arrastro,
voy a decir no y no y no y no.

Mientras tanto el dolor desparramado, agendas, calendarios,
sonrisas llenas del sarro de los débiles,
rutinas conocidas, dioses que den seguridad,
mientras tanto los ábacos y los sonidos ciertos
de nuestro letargo, tan hermano de la Santa Muerte.

Yo mismo consuelo mis días con estas palabras tales farsas,
dejando para nunca lo que jamás haré mañana,
en este agrio engaño de las televisiones del domingo,
en otra semana de fastos, nuestra marcha obediente,
el vuelo rasante, la pedrería sucia, la revolución, sí, sólo la justa,
la gran falacia en todos, pusilánimes, silentes,
estériles esclavos de estas nuestras almas
encalladas.

miércoles, 2 de octubre de 2013

La tarde y la muerte.

La tarde se resiste en mi despacho,
la tarde ancla sus garras azules y advierte que no siempre estará ahí,
los meretrices de los relojes se olvidan de que han de dejar de dar las horas,
algún día, algún día,
todo sigue igual y hemos recogido las migajas de las hormigas ciegas.

Mientras escribo mueren las personas rabiando,
curas grises dan la extremaunción antes de que el fuego se haga pasto, acobardados
los miembros y llorosos por poco tiempo los deudos,
mientras escribo los asesinos aman, los amantes asesinan y los políticos se creen dios.

La tarde cae, la noche sigue, resuelvo recursos de reforma y nada ha cambiado,
Escipión se folló a los cartagineses y todos pisamos encima,
los panteones funerarios cederán a la hierba que siempre crece sola,
si hay que obviar todo esto prefiero olvidarme del olvido,
si hay que cerrar los ojos Temis habrá de arrancármelos,
esa ciega fulana que sabe que en nuestra balanza sólo pesamos lo que odiamos.