Company of Wolves

Company of Wolves
Bark at the Moon

jueves, 29 de agosto de 2013

Postvacacional.

No voy a poder.
Hoy lo sé.
Ni haikús ni hostias van a cambiar la verdad.
Ya he dado todo lo que creía tener,
y he dado hasta todo lo que tengo.

Sería mejor dejarse caer en la cama sucia de la auto-complacencia,
hasta los "Rush" necesitaron unos meses de indulgencia propia,
el mar sigue sonando, pero todo ya atrona,
no seré todo lo bueno que vosotros esperábais.

Quiero decir que no me importa, pero me pisotearéis.
Quiero decir que no lo valgo, pero aún me mentiréis.
La soga tiene nudos marineros, y se deshacen con la tierra,
decidme la verdad: escribo mierda y soy mierda.

Levante y marcha.

Hoy la mar nos da sus máximas tempestades,
las olas del Levante nos llevan contra las rocas y nos dicen de su odio,
odio de madre violada, odio del que se va de nuevo, tras días de alianzas,
al camino en el que su trabajo será lo único importante.

Por eso la mar está enojada de espumas y algas arrancadas,
sus hijos no volverán hasta que la mano que todo lo manda disponga un jodido festivo,
empeñaremos nuestras hebras futiles en edificarnos esa fama de triunfadores ilesos,
pero algunas almas van a desmadejarse, y al final sólo nos quedará volver a los acantilados
implorando que retroceda el tiempo a los momentos en que, fatídicos, tantos,
nos equivocamos.

¿De qué valen mis promesas cuando mañana volveré a ser un peón de este juego sediento?
¿Podré reservar tajos de Cronos para los que me aman, podré
evitar la muerte por enfermedad, por enfermedad de ese virus de mí mismo?
Me siento, sí, me siento incapaz, tantos años he advertido que el tiempo lo medían las mareas
y, jodido idiota, he seguido en el cenagal de lo que se espera de mí,
en tantas incómodas autodestrucciones, en las putas normas de esos otros que imperan del orto
al caer, plañideras, de las últimas Lunas.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Mar de fin de agosto.

El mar siempre permanece.
Verano tras verano, nos perdona estos oprobios,
nuestros sistemáticos abandonos, nuestra ausencia insolente,
no torna en ácidas sus aguas al volver caprichoso de las galeras del estío.

Golpe tras golpe agrieta la costa del alma, y sabe que no nos pertenece,
conoce, mudo roer, que corromperá nuestras alacenas y enrobinará nuestras aldabas,
sabe que será el que quede cuando las cenizas obituarias desciendan a su lecho,
seremos alimentos de dobladas y dentones, y sin embargo insiste en callar nuestro destino.

Nunca mejor amigo ni más agrio consejero.
Nunca anhelado hasta que su ausencia va clamando por las calles.
Nunca madre más amada dio sus mortales orgasmos a sus hijos.
Nunca te pusimos nombre, pero sé que te llamas como se llama el viento
y la permanente espera.


martes, 20 de agosto de 2013

Budapest.

Tiene un algo otear Budapest desde el Mirador de Sisí,
la grandeza secular se concentra a orillas de un Danubio ya no tan azul,
el Palacio Real de Buda alberga las glorias de otras épocas magiares,
lo propio y lo robado a otros, las mil cabelleras de los malditos Otomanos
no rodaron en balde, pues fuimos grandes, y a estos turistas de mierda
les vamos a derrotar con la sola mirada a nuestros Bastiones,
el Bastión de los Pescadores que nunca calaron un magre.

Pero (siempre pero) se me antoja que debiera no guiarme por mi plano encandilado de monumentos,
pues al bajar a Pest y pasar los disco-pubs donde las putas de lujo disputan sus cócteles espesos y blancos,
sucede que los zíngaros siguen tratando de sisar carteras, y yo no creo que eso sea por vicio alguno,
ocurre que los arrabales siguen sucios, sus casas despellajadas, los caminos destartalados, pasa que el metropolitano
tiene vagones de vergüenza entre los cuerpos tirados al sueño junto al refugio interno de sus muros,
y algo me dice que la jodida Sisí no tuvo que ver nada de toda esa gran verdad,
y que estos húngaros erigieron en santos a sus reyes mientras su pueblo perdía piezas de su dentadura,
y siento temor de que poco de ello haya cambiado.

Se empeña el autor de mi guía en que me centre en el bulevar Andrássy,
que observe sus majestuosas construcciones y sus tiendas de Louis Vuitton y de Cartier,
y seguimos sus designios hasta el castillo romaní de la Plaza de los Héroes,
andamos como borregos y somos pellejos termales en los Baños Széchenyi,
pero nada ha evitado que de camino de ida y vuelta al aeropuerto hayamos visto Hungría,
y que en las banderas europeas se oculten los mercaderes peleando por los fondos de cohesión,
que en la gran hermana España se escandalicen tantos por la huida de las ayudas europeas,
que en los ojos de los camareros se oculte un cierto odio al que no tiene que hacer el goulash,
y no siento ya demasiado orgullo del dinero empleado en la visita a los museos opulentos,
ni toda la cultura resulta que reside en esos mentirosos cuadros.

Quizás otro viaje sea posible, pero me temo
que no he de tomar aviones para cenar con Jesucristo estos panes ácimos,
algo me dice que al otro lado de este puerto del Sur hay también húngaros que inmigraron al desprecio,
o incluso seres con nombre latino y nación traidora que no aparecen reseñados en nuestras jodidas
oficinas de información
turística.

martes, 13 de agosto de 2013

Me dijeron.

Me dijeron que podría con todo...
Me mintieron.

Debía de ocuparme de cada pleito como si fuera para mí el más importante,
no en vano las vidas que hacen eco entre sus páginas pendían de mis hilos,
debía de motivar siempre mis resoluciones, debía de dar siempre respuesta correcta,
debía de siempre sonreír, de nunca estresarme, de nunca darme por vencido,
ser la antítesis de la debilidad,
ser el equilibrio en mitad del ahogo repetido de los pecios de la legalidad,
¿y soy yo el único que se siente ante los tantos miles de pronto tan,
tan
incapaz?

Me dijeron que debería ser el mejor padre para mis hijos,
me decían que sus alas dependían de mi ejemplo recto,
había libros en los estantes de cómo educar y cómo amar,
y no leí sus páginas, y amé a matar y morir, y di algo más que mi sueldo y mi lágrima,
di incluso mi último efluente, mi casi inexistente
ser...
me dijeron que así serían grandes personas, y a veces pienso que lo son
incluso a pesar mío.

Me dijeron que nunca perdiera a mis amigos,
me dijeron que a veces sonaba la llamada en plena noche,
y resultó que mi sangre de pronto se dividió en tantos meandros,
insulas in flumine nata, terrenos sin banderas, distancias no esperadas,
de pronto ya no tengo a mis amigos, estoy a lo lejos, estoy al otro lado de la pesadilla
de su existencia,
y ya ni cojo el teléfono para recordarles que les quiero más que me odio a mí mismo.

Me dijeron que Dios estaría a mi lado,
me enseñaron los Mandamientos, y cuidadosamente los incumplí todos ellos,
se empeñaron en perdonarme, pero ese ejercicio siempre me supera,
me dijeron que Dios existiría, y yo me empeño en negarle,
si lo hubiera, habría hecho de mí lo más y lo mejor,
¿y soy yo el único que clama a la noche esperando una respuesta?

¿Estoy solo cuando me despierto y veo que la piedra quedará más allá de los días?
¿Soy el único que ha entendido que con cada error le hago daño a tantos,
estoy solo en esta tormenta de salivas repartidas, de incisiones abiertas, de naufragios
sin un solo armisticio?

Me dijeron que nunca me sentiría solo, solo, solo...
Sí, me mintieron.


domingo, 11 de agosto de 2013

El vacío.

Vacío.
Como un tremendo dominio de palabras baldías, así,
hueco como el hombre que va apuntando los porqués
sin otra razón que el abandonarse a la noche,
vacuo como el mensaje del que dice la verdad, su jodida verdad,
seco como el pistilo del inesperado
almorejo
en el jardín de nuestra vida supuesta.

Nos cubrimos de eventos y cicatrizaciones,
mas llegan las vacaciones y todo se nos vuelve para adentro,
despertadores y programas de opinión dominaron tantas albas,
relojes y agendas señorearon a pedradas que hallaron nuestras frentes,
el madrigal de la noche se perdió entre todas esas obligaciones que dijiste
fundamentales...

Tú me señalas pero no creo que me veas,
yo te busco entre tus hechos pero ocultas miembros invisibles.
Soy capaz de hablarte de cualquier tema,
fluye la palabra como aguas residuales, preponderantes,
pero mi cursi panoplia no esconderá lo romo de mis armas,
vacío, sí, séptico en mis lagunas cristalinas, acre en mis labios de aguamala,
bienintencionado pero absurdo, y aterrorizado ante este
(quizás)
consuelo de tontos.

martes, 6 de agosto de 2013

Akelarres y Agosto.

Lo he intentado (y quién no), año tras año,/
he tratado de vivir conforme a vuestras normas,/
sabía que por esa senda no habría lobos/
ni tendría que explicar cada jirón de mis ropas,/
en verdad me he esforzado y he seguido las señales,/
bodas y anillos, libros de familia y trajes de cristianar,/
hijos que sean el porqué de mis padres,/
mas yo no creé este esmegma opaco y agrio que me invade la alacena,/
ni elegí este sonar de las almas, sin otra música que el alarido y el húmedo cantar,/
traicionero,/
de las medusas.//

Supe que eran bien hallados los que atendían las campanas de la diaria Misa,/
que eran bien intencionados los que creían en las normas rectas y en los premios ciertos,/
os envidié, y bien de niño me enseñaron vuestras evidentes ventajas,/
y sin embargo, me diréis que como todo idiota,/
como todo niño pijo sin otra causa que su supuesto hecho diferencial,/
he levado mis tropas entre el barro de esas babosas que vomitáis,/
en las siempre nutridas tabernas del escepticismo.//

Por eso todo se hace cuesta abajo, acantilado y ceguera,/
el Bien y el Mal confusos como la guadaña y el hambre,/
una sola mujer para un solo hombre, una respuesta para cada enigma, un clavo/
si pisas fuera del encaje de Camariñas que hemos puesto a tus pies,/
una herida como una mentira si empiezas a preguntarte capulladas.//

En estas tumbas litorales he inscrito hace décadas mi nombre, pero nunca me he marchado,/
mis años viajeros nunca se han llevado al chico del arpón y la rascasa,/
ando por La Barra de mi Cabo de Palos y todos miran a un extraño espécimen,/
todos sabéis de mi cuarto de derrota, y yo sé que todos somos iguales,/
nos duele bien adentro y nuestros postres saben a negro,/
sí, y sin embargo, no podremos compartir la mesa.//

Todos miramos la mar pero muy pocos creemos que andaremos sobre ella,/
a las cenas del estío la luz del faro ya no encandila pescadores sino ciertas transacciones comerciales,/
sabéis que os estáis follando a vuestro esposo pensando en su mejor amigo/
y que en las comidas de trabajo derramáis el alioli en la putas de los hoteles,/
en este camino no habrá lobos, pero sí hay recodos de vergonzosos silencios,/
sobres de caldero negro que sólo blanquean los gusanos del secreto,/
coches de puta madre que acallen las conciencias y las envidias.//

Me debería ser más sencillo.../
téngase en cuenta que aprobé una oposición y se me supone un tipo muy respetable,/
mis hijos han decidido comprar su ropa en Bershka y mi apellido dicen que es de los "buenos",/
pero hay ovejas blancas que luego resultan carneros,/
y en el altar de los aquelarres los novicios hacen dádivas más que generosas/
y ocultan sus caras a la alquimia de las clases sociales.//

Somos, sí, hermanos peleados por la misma herencia,/
somos albaceas de lo poquísimo con los bolsillos llenos de jodidas piedras,/
tirando a dar, libres de culpas, ilesos sólo/
por momentos./
Que sean las vuestras siempre las primeras./

lunes, 5 de agosto de 2013

Blanqueados, pero aún no sepulcros.

De lo negro ya dijimos bastante.../

No todo lo he hecho mal en esta puta vida,/
resulta que hay personas que me han querido de verdad, incluso a su pesar,/
y con escaso mérito he criado tres hijos que alimentan mi apellido y mi sonrisa,/
he errado cien veces en mi trabajo y a tantos puedo haber jodido de largo,/
pero algo me hace pensar que mis aciertos se han de contar por varios miles,/
y a fin de cuentas cae la noche y cierro los ojos y las estantiguas van cediendo en sus números,/
y aún no se ha horadado mi alma hasta hacerme odiar a mis egregios semejantes./

Sé que he hecho daño, sé que he mentido./
No se me ha olvidado que todo lo empeñé por un labio que nunca me había besado,/
que en las chatarrerías de la existencia se almonedan mis más preciados logros,/
sé que decís de mí que soy un loco, un falucho a la deriva, un cimarrón sin amos en su busca,/
huido de las grandes ciudades amuralladas de las vidas conformistas,/
pero también he regalado todo lo mío a los que me han pedido una estancia en mi choza,/
nada me he reservado, y casi todo lo he contado con la boca ensangrentada,/
bien sé que no conservo mi oro de más quilates, pero debajo de mi baño pobre, ya desconchado,/
aún hay metal de escasa cuantía para darme de bruces en los muros de esos a los que quiero,/
para pelarme los cojones contra quien se atreva a negar que quien ama acaso pierde, mas quien siempre gana/
sólo celebra sus victorias con el séquito de sus sedientas/
sanguijuelas./


sábado, 3 de agosto de 2013

Agosto.

Cada día que ha pasado ha conformado un año,
un nuevo año que he perdido en los arrabales de mi propia vida,
sin atreverme a bucear esos ríos de puercas riberas, sin osar atravesar la muralla de mi odio,
qué somos, quién soy, por qué me huyo, por qué dependo tanto de vuestra jodida
aprobación.

Quizás si soy un gran juez las gentes van a quererme, pensé,
                                  (pero yo no me querré),
quizás si soy un gran tipo se me abrirán las puertas de piedra de los corazones, quizás,
puede que mis sonrisas os hayan hecho pensar que dentro se almacena la siega de la felicidad,
pero lo cierto es que en las tardes y las noches de todos estos meses he perdido mi partida
contra los cenicientos tomos de la vernácula verdad
que tanto de los otros pidieron y a la postre todos despreciaron.

Os lo dije, el necio emperrado en su lucha sin conquistas,
el imbécil sin báculo en que apoyarse ha dictado ochocientas nuevas sentencias,
ha proseado decenas de autos de prisión revolviendo las pavesas de las lágrimas,
enhorabuena, pues, por las noches que no has amado, por los versos que no has escrito,
sufriendo día tras día por el retraso de los tiempos en la respuesta al pueblo soberano.

Has vuelto a hacerlo, Carrillo.
Ha tornado el estío y tú mismo te has agostado.
Reirás hoy con los poetas a la fácil fragilidad de la botella de vino,
y nada va a cambiar, todo esto es tu amarga farsa lenta,
decidió el Alto Señor de Madrid que este era tu camino pues lees los documentos y tipificas las conductas,
mas se acercó la mierda, y sólo pude decir mierda,
tuve miedo, y tengo tanto miedo, y a ratos odio estas fortalezas que he levantado,
a ratos me pierdo en mis bajos submarinos de la noche y la brújula obscura,
ya no podía más, y fue el invierno, y sin embargo pude aún más,
y ya no quería más, y abril me asoló, y no quería ni quiero ni querré,
seguir, seguir, para qué, bogar empecinado cuando la verdad yace en las anclas,
mía ni la mano en el desgarro, mías la leyenda y la derrota, la cruz última
del camposanto del que ya escaparon todas las ánimas.