Company of Wolves

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Bark at the Moon

viernes, 28 de junio de 2013

Ciudad del Transporte.

El erotismo es un montón de estiércol...

Todos nos hemos puesto cachondos al veros, sí, y a veces qué nos separa, dime,
de esos hombres guarros que calzan a las putas contra los muretes del Juzgado de Guardia,
yo las he visto, las he visto,
algunas de ellas aún jóvenes recorriendo la Ciudad del Transporte en la macilenta tarde,
minifaldas y escotes de carrera que me excitan al ver pasar sus formas de feladoras ciertas,
qué es el erotismo, dime, dónde acaba el respeto y empieza la sed del inhumano,
la trampa del precium carnis de la farlopa que esa noche han de comprar o de los potitos de sus hijas,
dónde está lo erótico y dónde yace el jodido Maná del sexto mandamiento,
qué es la escalera al cielo y quién nos ha tendido los peldaños.

Te veo día tras día, a la salida del trabajo,
andas y andas con tu cuerpo eslavo de muñeca lista para el bukkake,
llevas siempre un libro en la mano y vas leyendo,
(ayer me detuve y vi que era la historia de Mae West)
desolas las páginas en este mundo de los cerdos complacientes,
a sólo cincuenta metros del Palacio de Justicia,
tu cuerpo de Barbie lo he visto ser penetrado analmente tras ese transformador donde se imparte la ley,
y todo me sabe a agrio y no me puedo reír, pues en las web porno vemos a tus hermanas
                                           y nos ponemos
                                                             tan
                                                                   berracos,
de modo que al final sólo quedan, tras las risas fáciles de los que te miran,
dosis de vergüenza casi letales,
tus tangas que tapan el oprobio y las escolopendras en los dedos de los que, a la prisa, te los apartan,
y dicen que el erotismo está también en eso, el sexo grupal y el valor de mercado de los jugos vaginales,
y a nadie le importa un carajo y la máquina sigue su lento producir,
la Ciudad del Transporte y la Ciudad de la Justicia,
el viaje a las últimas miserias y los coches lujosos del aparcamiento,
de tapicerías sin salpicar por las últimas lefas a beber
de esos los clientes que siempre llevan la razón.

domingo, 16 de junio de 2013

Venecia.

De tu aqua alta y de tu cristal de Murano
quedó el ahogamiento del amor y estos cortes que nunca caducan,
tal hermosura y herrumbre en tus palacios y tus iglesias, en tus puentes
entre dos esquinas de mar triste que no pertenecen ya a Poseidón,
fuimos allí a rescatar los rescoldos del fuego pero cinco estrellas
no fueron suficientes.

Muchas palomas murieron al invierno,
la Ísola di San Michele y sus estatuarios funerarios dieron fe
de este errar de los amantes y sus huesos postreros, durante siglos,
sólo los turistas y los autobuses de la mar aterida y los besos de última hora,
Venecia, cementerio de la góndola y de la gaviota predadora,
Duques finados de mirada fría detrás de la falsa máscara, carnavales de la muerte,
sí, a mí me empalmaban todas y a ti el Zen ya te había acogido,
"La Tempestad" barruntaba porqué Giorgione había retratado el mal de todos los hombres,
desayunos lujosos en busca de La Madonna dell Orto,
nada volvió a ser lo mismo, y el vino blanco no supo nunca igual,
Venecia es un gran camposanto, y tengo miedo,
todos lo tenemos,
algún día enterramos el amor y la resurrección se me antoja un juego
sólo de dioses.



sábado, 15 de junio de 2013

Sanción.

Castigar y castigar deja en el alma un sabor acre,
yo mismo no querría tirar la primera piedra,
tengo en las manos los ejemplares de mis propios cantos angrelados,
atesoro experiencias de otros, pero ya no me queda nada que decir.

Pasa la tarde como un tractor sobre mi tierra en barbecho,
a ratos hundiendo sus palas en busca del aire agnóstico,
la luz que hienda la tierra bien pudiere extraer los cadáveres de antaño
(como en Ceutí amaneció "El Gordo" tras su entierro asesinado a trozos de espanto),
sigo tecleando y buceando en el black metal, ya sin poder pedirme ninguna explicación,
los objetos cotidianos se conjuran, la semana dejó de pertenecerles,
liza para la lid que a nadie importa, esos curas te enseñaron esa gilipollez
y sí, eres un trapero de tus tiempos.

Un sábado de luz y de maestral debiera prodigar la soldada del guerrero,
pero en esta contienda no hay otro enemigo que mis propios comandantes,
no tengo parangón con el que medirme, de modo que siempre hay saldo insuficiente,
quiero hablaros de algo, quiero reventar en sucias palabras, quiero desnudarme, inventarme,
pero empleasteis vuestras horas sustrayendo prendas pijas de los Centros Comerciales,
y me resta rezar esta letanía de arrestos domiciliarios e indemnizaciones, vez tras vez.

Mientras tanto, la tarde va derramando sus pezones avejados, caen las horas
como diagnósticos cultos mientras la noche se asoma con un aviso de cortinas que se mueven,
obsesiones laborales, sobrecarga de trabajo, soplapolleces cuando tras los folios tantos,
tantísimos,
están esperando que se pueda leer su nombre.

Ya dejé de luchar contra quien me moldeó con los barros del marrar y la dación,
sólo me tendrá prestado el que a rastras me saque de mí mismo,
ni dominio ni señorío, soy el último mero de este atolón de anzuelos escondidos,
los arponazos de ayer eran más dulces que estas venias que nunca, nunca,
me concedo,
y otro sábado ha pasado entre dos flexos y el sabor a tan poco de estas lejanías
de quien quise ser.





domingo, 9 de junio de 2013

Hueco.

En este huequecico,
en la esquina de la habitación de mis hijas,
persianas cerradas y la soledad,
la uñas que se asen a la esquina, que sangran a la clavazón del último centímetro cuadrado,
en este esquinazo del Diablo y del destino,
sí, en este huequecico,
ni el vino ni la verdad, la soledad austera,
la sola presencia del guardián desguarnecido,
mi hijo que no aplica, mi hijo que no quiere, mi hijo que no puede,
todos somos esclavos del ADN,
sí, en este huequecico,
ir a morir un poco un domingo en esta esquinica.

La puerta cerrada y la cama sin hacer,
la vertiente que no vierte, el poder que se hace inane,
pero tengo este hueco y la certidumbre del ángulo recto
de las paredes, negro todo, negro es, el póster de los perritos y el horror
de la querencia,
he llegado aquí y no quiero oír a nadie,
en este hueco ya estoy solo y sólo es lo mejor, y las pastillas sólo nombran a las mentes,
las hostias no pueden con las ventanas,
cerradas, sí,
en este huequecico,
siervo de la última esquina de la depresión, y empero
su único señor.

domingo, 2 de junio de 2013

Loli.

De repente lo he visto todo claro...

El sol preponderaba y como hormigas los turistas invadieron Cabo de Palos,
gula y vino amargo para quien sólo conoce de la mar de los domingos,
los zíngaros y sus acordeones en busca del euro de la vergüenza,
somos amantes infieles entre los coños que manan de los calendarios
                                               laborales.

Sin embargo, fingimos y volvemos a las calas,
y es posible que en estas suturas algunos sepan de la felicidad,
a fin de cuentas, nadie dijo que las costas tuvieran alma,
que las casas se quedaran bramando la ausencia de sus moradores,
que los fantasmas señoreen en las plazoletas como los gatos de la miseria,
nadie dijo que nada de esto fuera verdad,
que las recuas de los caballitos de mar no murieran adelante.

Y es aquí donde soy el último lego de tu sonrisa,
de tu presencia de patuchas blancuchas, de tus chopitos refritos tan anhelados,
amarras tu barca junto al ser de los ojos que todo lo pintan de negro, y limpias sus galipotes,
sé que el amor no existe, sé que el tiempo será corto, sé que el coral se rompe con tocarlo,
pero estás conmigo,
gafas de sol que ocultan la belleza que siempre debí ver,
mano que guía por el túnel y vela en la alborada de los ansiolíticos.

Sí, sé que el amor no es para siempre,
pero acaso yo tampoco vaya a serlo.