Company of Wolves

Company of Wolves
Bark at the Moon

domingo, 28 de abril de 2013

Respuesta.

Tengo que asumir que con mis versos no haré humedecerse muchas bragas,
y comprender que, bien entradas las tumbas de la metáfora, ocasionaré asco
                                      (si no lástima),
a fin de cuentas los destilo como el que macera hierbas muertas al calor de la verdad,
porque la maldad es cierta, y es enorme la preponderancia del olvido, y las pollas
son armas arrojadizas, y las tetas
se quieren para estrujarlas mientras surge ese lenguaje sucio del sexo de todos.

Soy, en fin, un perdido del lenguaje en su propia aporía,
la nao mares ha quebró sus mástiles pero persiste en su derrota de perro apaleado,
y creo que sí, que así me gusta que sea el verso,
una descripción de los cuarteles del amor abandonado (pues el amor siempre se abandona),
una definición de los inciensos de la putrefacción (sonríe, sí, como la calavera a la cal viva),
un cagarse en Dios por habernos engañado, y no hay belleza,
la beldad es la espina de las mentiras que contamos a nuestros hijos,
y alguien tiene que gritar en medio de este coriáceo espectáculo que entre las piernas lleva un puñal,
y entre el alma y el silencio cien estrategias de vena abierta y escolopendra,
alguien ha de llamar a aullidos "cabrón de mierda" al tiempo y decir que somos niños
muertos de miedo
ante tantos de nuestros tullidos hermanastros, ante la égloga cursi y odiosa
de tantos poetastros.

sábado, 27 de abril de 2013

Una verdad.

Caía la noche en pedruscos de heridas húmedas,
se desvanecía el cielo en el deseo, la lluvia arrastraba la sombra,
siempre la sombra, siempre el secreto de los jueves que preceden a la muerte,
siempre la rabia.

Sé que los comensales de los restaurantes nos han visto follando,
sé que el coche y el vaho valen más que un arponazo en el alma,
la pata del alce muerto tocó sus últimas guitarras, y acaso fuimos felices,
bastó una calle y una larga carretera para ser norte al otro lado.

Nada ha ocurrido, y aún no soy dueño del antes.
Sigo siendo soldado sin escudo, y los tiros van a hallarme pleno.
Todo, pues, tiene el nombre de lo vivo, y en nosotros se destila el dolor
de lo perfecto. 

domingo, 21 de abril de 2013

Resurrecciones.


No te lo perdono.

Ni tu maldita Capilla Sixtina siquiera durará para siempre,
y cómo yo voy a leer todos los libros y a lamer todos los rocíos,
a abrir los ojos cada nueva mañana en otro nuevo de los páramos que cayeron de tus manos,
qué nos va a quedar de tantas ansias salvo morir rabiando,
o ese consuelo de los fedatarios que prefieren pensar que esto no tendrá un final,
no, no te lo puedo perdonar.

¿Porqué coño no hiciste de mí un bonobo,
un animal peludo que se pajeara viendo pasar sus días, con la dulce,
con la hermosísima
ignorancia de que cada día serán menos los juegos de manos?
¿Quién te doy permiso para darme conciencia de este ser?
¿Qué monstruo has engendrado, Prometeo insatisfecho,
paria de la física cuántica y ladrón de los últimos hadrones?

No puedo resignarme.
Miro la mar y sé que estará allá cuando me haya ido.
Huelo la mierda y sé que permanecerá más allá de este mundo.
He venido aquí para alimentarme y cagar, para reír al atardecer
de los amigos que también son carne contingente.

Era mejor la nada precedente.
Más dulce el olvido antes que el jodido recuerdo.
No te perdono, no, y ni bramarte, ni clavarte en la palabra “hijo de puta”
es un consuelo,
no, no me será suficiente con odiarte.

lunes, 15 de abril de 2013

Hotel "Barcelona Center".

Gritan los alaridos de la tarde a la permanencia aséptica de los hoteles,
y está siendo hoy,
hoy me guiaron mis putos comandantes a la Calle Balmes, y todo volvió a caer,
siempre lo hace, os ocurre a todos, se desplomó ese arpegio que creímos insonoro,
no pudimos dar la espalda a tantas heridas que se agazapaban,
yo querré luchar contra esta gran flota de los ecos del tiempo,
contra esta Armada Invencible,
pero nada de ello resistirá el balerío de tantas gentes que hemos abandonado,
cobardes como somos,
                                    egoístas,
                                                  élficos dioses de la arcada,
por los caminos.

Barcelona fue el lugar donde escogí ser menos que lo aún menos,
adolescentes de independencia fútil cayeron como granaderos contra mis otrora lechos
                                                matrimoniales,
Barcelona y su mar resultaron hablar otro idioma que mis tercas olas de Cabo de Palos,
todo fue sencillo mientras sólo conversaban las estructuras húmedas de los coños y los labios,
pero hay algo más en la vida del otro que nunca será nuestro,
está todo ese vómito, está tanto formol que amortaje los gestos de las manos
sobre los ojos devastados por el llanto,
por la marcha fúnebre de unas y otras pieles sobre la que prometimos la última y la nuestra,
todo se fue a la mierda en Barcelona, comentan aún mis hijos al gruñir de las guitarras del black metal,
y yo les digo que no,
que todo se fue al carajo mucho antes, al nacer, al atreverse a mirar,
al osar ser lo que tuvimos prohibido,
esos ensoñiscados niños que pensaron que la sonrisa y la mano amiga domeñarían
las formaciones calcáreas de la orina sobre nuestros cartularios
del horror.

(Y que me jodan, de veras, eso le pido a la noche,
que a todos nos jodan a tiempo de levantarnos en la bandera de nuestra propia
nacionalista
                   miseria).

jueves, 11 de abril de 2013

Moratalla.

En breve, diré que en Moratalla perdí algo más que el Norte,
ese Norte que dicen ser allí, yo perdí el rumbo
comprando mazapanes en la pastelería "Roch", subí por esas calles empinadas,
recuerdo una iglesia que se me venía abajo a trozos de cielo desangrado,
su techumbre de piedra cansada invadida por los pájaros obscenos,
por la mierda que caía sobre los bancos abandonados,
y todo se estaba cayendo, todo,
mi matrimonio corría riesgos severos de desprendimientos, y a fe mía
que enarboló la última jarcia al poco y puso rumbo al abismo oceánico,
recuerdo ese castillo donde comprendí que el amor era un moro muerto de Santiago,
mis niños enseñándome con sus risas melladas que Valentín no lo pudo todo,
no quise volver, no, su ambiente nevado se me tornó una herida descarnada,
ser feliz quizás fue posible en otro lugar, pero
me gustaban las vecinas de las casas rurales, me empalmaban las camareras del ignorado coño,
cómo, cómo explicar estas oraciones satanistas a mis educados habitantes,
en Moratalla perdí algo más que un día de esfuerzos postreros y de nombres ya olvidados,
no quise retornar, nunca quise volver, el pasado
es una hembra en celo que te agarra del pijo y luego te lo arranca, es una lengua dúctil
que penetra por esos poros que nunca te lavastes,
no hay ríos seguros ni caudales que cubran esta muerte persistente,
en donde fuimos tan infelices dejamos fantasmas que tienen quince años menos,
ya viejo, Andrés, ya viejo,
erudito de espìnas y aún sin zapatos, y sí, no ha pasado el tiempo, y sí,
aún duele el llorar que no es lágrima cada ocaso en las camas de mis hijos,
cómo duele,
porqué volver, qué lecciones traerá este coral seco de interiores y miserias,
versos, pútridos palabros de yema de Navidad
y mentira.


sábado, 6 de abril de 2013

Sutura.

Aquí nos he reunido, al socaire del último de mis andrajos,
convocados para poder coincidir (si acaso) en las Misas Negras de las miradas distintas,
no somos aeones, Adonai tiempo ha que nos abandonó,
y nos quedamos sólo aquellos que siempre nos herimos.

No entiendo, os digo, porqué tanto dolor,
contemplar la luz caer cada día debería ser suficiente, albores mágicos,
y bien sé que no es así, y que al final de la lluvia hay ansiolíticos y tras las guitarras eléctricas
jóvenes que se cortan las venas porque nadie los ha amado.

No puedo concebir cómo tanto regalo embadurnado en mierda,
no sé mucho de nada, pero a ratos escribo y puede que para alguien exista,
siquiera para ti, para el que me ríe mientras Dionisio nos menta en sus barriles,
                     (bendito el vino y sagrado el efluente de los besos)
quizás exista algo nuestro, callado, más acá, como no nos consta pero nos empapa
el petricor que inunda los arrabales,
quizás luchemos por algo que no sean las noxas de la paradoja,
puede que mañana el árbol de mi jardín de esquirlas me hable por mi nombre,
y mientras tanto la letra, la tijera y los puntos de aparte
y de sutura.

miércoles, 3 de abril de 2013

Depresión (ni cobardes ni débiles).

Creímos que no podríamos,
que sería tan fácil excusarnos.
Nos equivocamos.
Todo lo alcanzamos pues todo nos fue dado,
salvo acaso el nombre del huésped de la muerte.
Fuimos los dueños permisivos de este mundo que nos era ajeno.

Ahora, último bastión, es difícil rendir las almenas.
Las armadas triunfaron incluso tirando a la mar sus cañones.
¿Cómo explicar que nuestra amargura estaba en las sinapsis indebidas?
¿Cómo hallar perdón si todo lo tuvimos y las uñas se quebraron
a la sola palabra consabida de cobardes y débiles,
"depresión"?