Company of Wolves

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Bark at the Moon

lunes, 30 de septiembre de 2013

Cansancio.

No son los años, no lo son, pero algo me pesa,
hay un cansancio que me cala las oquedades del alma,
hay un irremediable vagar de pasillos oficiales, hay unos botines desgastados
dando patadas en el culo de mi propia sombra...
me cuesta levantarme, habitante de las adelfas, víbora entre iguales.

La noche se desploma y hemos de sonreír, nadie
nos avisó de que esos mantenidos esfuerzos carecían de conservantes,
como jabatos empecinados hemos raído las costras de tantos árboles
y ahora el enemigo sigue nuestras huellas,
cañones recortados contra las sanguinolentas pezuñas.

Sí, me agota esta pelea que siempre pienso que no es la mía,
me ronda el hígado no sé qué licor corrosivo de despertadores y altas instancias,
y quisiera rendirme, darme a los pasos litorales, al solfeo de, por fin, mis propios
                                                         anómalos
                                                                        tiempos,
reconocerme en lo hundido, remedados los conceptos que creía mi roca firme,
ser por fin el promotor de estos mis edificios temblorosos,
caer, tumbarme, llamar en auxilio al viento frío y a la luz de los coños de los faros, decirme
que he perdido, admitir que tras los golpes crecieron hematomas, parar
o reventar.

2 comentarios:

  1. El cansancio es síntoma de fuerza y empeño... por eso hay que dejarle su espacio. Para, superado este, poder continuar...

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  2. El problema, Magda, es que yo he llegado a tal estadio de este cansancio, físico-mental y emocional, sin que en lontananza se adivine que vaya a existir descanso alguno, Malos tiempos para este leguleyo que se empeña en el Derecho Penal. Temo que pase de estar cansado a estar deprimido, y a eso nunca quiero llegar. Un beso.

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