Company of Wolves

Company of Wolves
Bark at the Moon

jueves, 29 de agosto de 2013

Levante y marcha.

Hoy la mar nos da sus máximas tempestades,
las olas del Levante nos llevan contra las rocas y nos dicen de su odio,
odio de madre violada, odio del que se va de nuevo, tras días de alianzas,
al camino en el que su trabajo será lo único importante.

Por eso la mar está enojada de espumas y algas arrancadas,
sus hijos no volverán hasta que la mano que todo lo manda disponga un jodido festivo,
empeñaremos nuestras hebras futiles en edificarnos esa fama de triunfadores ilesos,
pero algunas almas van a desmadejarse, y al final sólo nos quedará volver a los acantilados
implorando que retroceda el tiempo a los momentos en que, fatídicos, tantos,
nos equivocamos.

¿De qué valen mis promesas cuando mañana volveré a ser un peón de este juego sediento?
¿Podré reservar tajos de Cronos para los que me aman, podré
evitar la muerte por enfermedad, por enfermedad de ese virus de mí mismo?
Me siento, sí, me siento incapaz, tantos años he advertido que el tiempo lo medían las mareas
y, jodido idiota, he seguido en el cenagal de lo que se espera de mí,
en tantas incómodas autodestrucciones, en las putas normas de esos otros que imperan del orto
al caer, plañideras, de las últimas Lunas.

1 comentario:

  1. Tras la tempestad llega la calma.

    Es hora de plegar velas y capear el temporal sin perderle la cara.
    Siempre proa al tiempo, siempre en la esperanza de hallar la paz.

    Quiérete, Andrés. Tus hijos y tu familia te quieren.
    ¿Tus amigos?, bah, un poco también, pero no te lo creas en exceso.

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