Company of Wolves

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Bark at the Moon

martes, 20 de agosto de 2013

Budapest.

Tiene un algo otear Budapest desde el Mirador de Sisí,
la grandeza secular se concentra a orillas de un Danubio ya no tan azul,
el Palacio Real de Buda alberga las glorias de otras épocas magiares,
lo propio y lo robado a otros, las mil cabelleras de los malditos Otomanos
no rodaron en balde, pues fuimos grandes, y a estos turistas de mierda
les vamos a derrotar con la sola mirada a nuestros Bastiones,
el Bastión de los Pescadores que nunca calaron un magre.

Pero (siempre pero) se me antoja que debiera no guiarme por mi plano encandilado de monumentos,
pues al bajar a Pest y pasar los disco-pubs donde las putas de lujo disputan sus cócteles espesos y blancos,
sucede que los zíngaros siguen tratando de sisar carteras, y yo no creo que eso sea por vicio alguno,
ocurre que los arrabales siguen sucios, sus casas despellajadas, los caminos destartalados, pasa que el metropolitano
tiene vagones de vergüenza entre los cuerpos tirados al sueño junto al refugio interno de sus muros,
y algo me dice que la jodida Sisí no tuvo que ver nada de toda esa gran verdad,
y que estos húngaros erigieron en santos a sus reyes mientras su pueblo perdía piezas de su dentadura,
y siento temor de que poco de ello haya cambiado.

Se empeña el autor de mi guía en que me centre en el bulevar Andrássy,
que observe sus majestuosas construcciones y sus tiendas de Louis Vuitton y de Cartier,
y seguimos sus designios hasta el castillo romaní de la Plaza de los Héroes,
andamos como borregos y somos pellejos termales en los Baños Széchenyi,
pero nada ha evitado que de camino de ida y vuelta al aeropuerto hayamos visto Hungría,
y que en las banderas europeas se oculten los mercaderes peleando por los fondos de cohesión,
que en la gran hermana España se escandalicen tantos por la huida de las ayudas europeas,
que en los ojos de los camareros se oculte un cierto odio al que no tiene que hacer el goulash,
y no siento ya demasiado orgullo del dinero empleado en la visita a los museos opulentos,
ni toda la cultura resulta que reside en esos mentirosos cuadros.

Quizás otro viaje sea posible, pero me temo
que no he de tomar aviones para cenar con Jesucristo estos panes ácimos,
algo me dice que al otro lado de este puerto del Sur hay también húngaros que inmigraron al desprecio,
o incluso seres con nombre latino y nación traidora que no aparecen reseñados en nuestras jodidas
oficinas de información
turística.

2 comentarios:

  1. Los dos mundos tan separados y a la vez tan cerca.
    Y cuanto más separados, más cerca y más y más...
    hasta que el hambre convive con la opulencia, pie con losa, zapato de piel con mierda.

    Es inevitable, Andrés. Es tu mirada, tú no eres ciego, tú miras, registras, ves.
    En ti se juntan dos variables necesarias para el mundo y a la vez dolorosas para ti: Eres sensible y tienes sentido de la Justicia y claro, en este mundo que nos ha tocado...

    Buenas noches, amigo.

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  2. Palabras que me honran, como de costumbre en las que me dedicas, amigo. Pobreza y riqueza son realidades tan evidentes como las de Norte y Sur. Y jode algo pensar que lo que uno deja allí sea para los que más tienen.

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