Company of Wolves

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Bark at the Moon

jueves, 11 de abril de 2013

Moratalla.

En breve, diré que en Moratalla perdí algo más que el Norte,
ese Norte que dicen ser allí, yo perdí el rumbo
comprando mazapanes en la pastelería "Roch", subí por esas calles empinadas,
recuerdo una iglesia que se me venía abajo a trozos de cielo desangrado,
su techumbre de piedra cansada invadida por los pájaros obscenos,
por la mierda que caía sobre los bancos abandonados,
y todo se estaba cayendo, todo,
mi matrimonio corría riesgos severos de desprendimientos, y a fe mía
que enarboló la última jarcia al poco y puso rumbo al abismo oceánico,
recuerdo ese castillo donde comprendí que el amor era un moro muerto de Santiago,
mis niños enseñándome con sus risas melladas que Valentín no lo pudo todo,
no quise volver, no, su ambiente nevado se me tornó una herida descarnada,
ser feliz quizás fue posible en otro lugar, pero
me gustaban las vecinas de las casas rurales, me empalmaban las camareras del ignorado coño,
cómo, cómo explicar estas oraciones satanistas a mis educados habitantes,
en Moratalla perdí algo más que un día de esfuerzos postreros y de nombres ya olvidados,
no quise retornar, nunca quise volver, el pasado
es una hembra en celo que te agarra del pijo y luego te lo arranca, es una lengua dúctil
que penetra por esos poros que nunca te lavastes,
no hay ríos seguros ni caudales que cubran esta muerte persistente,
en donde fuimos tan infelices dejamos fantasmas que tienen quince años menos,
ya viejo, Andrés, ya viejo,
erudito de espìnas y aún sin zapatos, y sí, no ha pasado el tiempo, y sí,
aún duele el llorar que no es lágrima cada ocaso en las camas de mis hijos,
cómo duele,
porqué volver, qué lecciones traerá este coral seco de interiores y miserias,
versos, pútridos palabros de yema de Navidad
y mentira.


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