Company of Wolves

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Bark at the Moon

martes, 19 de marzo de 2013

Día del Padre.

A ratos maldigo los campos y las nubes y las noches,
maldigo lo que me hizo ser así,
tener que triunfar donde todo es pérdida, respirar del barro siervo de mis vaharadas,
ser hombre como un ser maldito, pintarle de ocres los cojones al mismo Apolo,
y no habrá sol, no lo habrá.

Es fácil reír cuando toda tu jodida preocupación
es la puta tapicería de tu flamante Porsche Cayenne,
cuando has comprado todas estas casas grandes con dinero moribundo,
engañando a los guiris con esas tierras de mierda, secarrales vengativos,
es sencillo festejar el Día del Padre en las plazas pintorescas,
tus hijas engalanadas de princesas que acabarán buscando sólo pollas de celeste estirpe,
cuando corre el vino y la carnaza pero no ruge la conciencia
                     (¿qué coño es eso de la conciencia?),
vuestro mundo es sencillo,
no parece que veáis el horror que yace en tantos rostros jóvenes que os hacen mamadas tras las avenidas,
 no tenéis que mirar a los ojos del yonqui desguazado que os rompió (qué contratiempo) el cristal del coche,
por sendas marcadas guiasteis vuestros pasos, y no había lobos tras los soportales
del alba.

Mientras, yo escribo en trazo púrpura mis repetidas presencias,
mientras, algunos leguleyos limpiamos el sádico betún de los labios del alma,
mientras, cae la mar como un hostión sobre los tapices de palacio, predan su sal obscura las gaviotas,
se ahogan en resina de odio los que nacieron tras la frontera equivocada,
mientras, sí, Dios os perdona, y quiero vomitar,
deshacerme en charcos de aguamalas putrefactas, lamer la miel de romero amargo de vuestras estúpidas
bragas
          perfumadas.

   

1 comentario:

  1. No. No te equivoques: hay lobos tras los soportales. Y un día irán a por ellos. Y no habrá piedad.

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