Company of Wolves

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Bark at the Moon

domingo, 24 de febrero de 2013

Juzgado de Violencia de Género.

Hay domingos que no son el día del Señor,
no lo son,
domingos en que venís en triste procesión, a la horrible mañana de los costaleros del maltrato,
venís con cédulas de citación y pies sajados,
guionistas del frío llegáis,
a verter historias de dolor en los pasillos del Juzgado de Guardia,
acudís con los informes de Urgencias y los pedazos de los sueños,
y sabed que os estábamos esperando,
porque siempre hay peligros que acechan tras los fines de semana,
hay hombres "tomados" que han hecho del verde de los ojos el mar púrpura del odio,
hay hematomas, eritemas, petequias y amenazas, la carta de natura de tan ocre lustre,
hay domingos en que no debierais perdonar setenta veces siete.

Entre órdenes de protección y médicos-forenses no se hallará la respuesta,
yo mismo no me acostumbro a la voz del miedo y al garfio del amor,
                                      (lo sé, lo sé, eso nunca fue amor)
hijos por los que tanto luchasteis y que ahora os duelen a los ecos de la pensión alimenticia,
casas de las que hicisteis un recodo contra el espanto
ahora abiertas al vendaval de la retirada de los últimos enseres personales,
todo ha de ser rápido, no caben en estas pocas horas tantas vidas descorchadas,
ratifíquese en su denuncia y aguarde su destino en la sala de espera,
esté tranquila,
de estas flores cárdenas brotarán acaso las prohibiciones de acercamiento y de contacto,
pero la herida manará incluso a la sutura de las medidas cautelares,
y no, no he llegado a entenderlo...

Qué te hizo varar al playazo de la ira...
Ni la lágrima ni el abrazo compensarán este duelo,
no hay psicólogos que abarquen las esquinas de este reino desolado,
hay una vida de pronto al compás ebrio de la hostia y la almoneda,
un cardenal que no cree en Dios y un perdón que nunca es suficiente,
qué nos ha hecho muñidores del daño, porqué el magullar de las últimas pieles nobles,
quién,
cuándo,
dónde se perdió el tiempo de los labios y marró Cupido sus estúpidas flechas.

No puedo decir sino que todo esto es negro y es muerto,
que en los ábacos del horror nunca chispea y siempre llueve,
que el humano es su propia escalopendra, que jamás los barrotes callarán
la mirada que conozco, el diente de sierra de tantas noches afiladas, y sólo por fin
la daga,
la esquirla,
el puño y la marea, la firme sentencia
a la desolación.




1 comentario:

  1. Así es. No hay consuelo ante la desolación cuando la justicia aplasta a la víctima y premia al verdugo.

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