Company of Wolves

Company of Wolves
Bark at the Moon

martes, 7 de diciembre de 2010

De galaxias e invasiones.

Es de madrugada cuando vuelvo de tus manos,
de tus estirpes de risa fría y sed de otoño,
son "Arch Enemy" mis solos compañeros, cuando con tu olor en ciernes cruzo la verja del cementerio,
se ha hecho tarde en nuestra redención de las quimeras,
en este andar contra el perfil de lo grotesco, en alzar banderas que dijeron imposibles
tras los alcázares inmóviles de las noches de tus huestes
¿negras?

Los relojes callan secretos de rojo alquitrán, las sogas
que aprietan los cuerpos deslazados de tantos (ya, largos, numéricos) destinos,
en estas pertenencias, una estufa de vientre y una cama de lentas palabras táctiles,
y aún sueño, y mis orfebres preparan pollas,
esmeraldas de enseñas blancas,
rasgando de las telas viejas las arrugas, y niegan resistencias y estructuras,
y me cuentas esos cadmios de otro dolor, ese último proyecto de paletas y guadañas,
y quiero,
y vuelvo,
y me persigue la nueva alborada, y en las ruedas sigue suspirando el grito del Death Metal,
quedo gemido de cercanía que no es presencia,
arista ensangrentada contra esta espalda de tus vientos.
 

7 comentarios:

  1. En el desvestir se desempeña el desvelo. El desvelo de un sentir que arremete más allá de la carne, el desvelo de una lágrima contenida bajo el párpado, contenida en dos voluntades expectantes, el desvelo de dos pasados suspendidos en las bocas que será liberado de la desdicha por las lenguas ansiosas como se empuña hacia arriba el pulgar del César. Un desvelo es una entrega secreta a partir del instante que las ropas caídas cortan la línea invisible que separa la desnudez del abrigo, a partir de la mano que se desliza sobre el interruptor que enciende la noche, a partir de que se tiran al suelo las copas para beber de los labios. En ese tiempo, la vigilia reaparece desperezándose de entre las sombras, se frota los ojos y se esparce como una fragancia, abarcando el cuarto cerrado al calor de una estufa luminaria y por la superficie abrupta del lecho desbalijado. La ropa esparcida en la quietud sosegada del suelo es la partitura de un soneto dulcemente sicalíptico, un camino de atavíos olvidados, en la que cada prenda es la señal de una confidencia íntima. Mirando la colcha desdoblada y la cama desbaratada por la sangre como un fragor de saqueos reían todos los péndulos con benigna ironía, como ríe aquel que conoció el amor prohibido.
    Tus versos desarrollan esa escena como el recorrido de dos cordeles enredados -y a la vez, tan paralelos…-, un redoble del retrato irrefrenable que te espera en el paisaje que existe al otro lado; detrás de quien te mira. Un epílogo de quien pone en ti la más bella de sus miradas; su mirada más antigua. Y que como decía Salinas, “era tan de verdad, que parecía mentira”.

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  2. Antonia, te me escondes, agua entre mis dedos. Eres tan perfecta en el diagrama de las palabras que consigues no hacerlas tuyas, que las confunda con la historia de otros.
    Loa a esa virtud, pues enmascara bien el gozo y el dolor, las luces y las sombras. Pero, fin y postre, yo ya sé que eres agua salada; y tu sabor de agria dulzura ribereña se me queda entre las manos, tras leerte, releerte y, por supuesto, desearte. Bien sabes tú, y yo quiero que lo sepan todos los que quieran mirar, que mi poema eres tú.

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  3. No sabía de tu blog, Andrés. Me alegra leerte en esa cara abierta de la vida que es el ser del sentirse enamorado. Y, cómo no, me alegra saber, al mirar, quién es tu poema.
    Salud, amigo!!
    Suerte y futuro!!

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  4. Perdóname, cariño. No he sabido estar a la altura de tu poema y he usado mi antifaz. No pretendo ser agua entre tus dedos, yo quiero ser la piedra a la que te agarras, la que cuando aprietas la mano inundas con el sudor de tus líneas. Quiero que cuando me leas, releas y me desees, sientas que la sal de mis líquidos no es más que los sorbos de vino que robo a tu boca. Sabes que fui yo quien te dijo que me gustaban los pronombres. Soy tuya, de los pies a la cabeza. Te lo dije hace días, incluso cuando en materia lo estaba siendo.
    Gracias por ser yo la conjunción de palabras del poema que describe tu pluma enamorada.
    Quiéreme.

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  5. Gracias, Antonio, sabes que te quiero (eso de "te estimo" o "te aprecio" es una peligrosa mariconada), que eres importante para mí, sabes que, desde que era un párvulo, tus versos (cuyas viejas publicaciones aún conservo) han encendido mis pequeñas aspiraciones a escribir algo, siquiera, parecido.
    Enamorado, sí, y especialmente honrado de que ello te agrade, y de que veas cuán agradable es la culpable de ello.

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  6. "Perdonar": a quien es la "culpable" de tanta alegría no haré sino nombrarla mascarón de proa de los cálidos vientos.

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  7. Gracias, Andrés, por tus palabras. Yo también te quiero, amigo. Sabía que escribías desde que tu hermano Isidoro me lo comentaba. He llegado a conocer tus salvajes versos un tanto tarde… pero ya sabes lo que dice el refrán.
    Tu chica es encantadora, sí señor!

    Respondo ahora tu comentario porque, como sabes, no suelo visitar con frecuencia los blogs.

    Abrazos!

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